Episodio 2

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Vannesa

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Vannesa

Narcissa me condujo por un largo pasillo hasta una puerta enorme y oscura. La música clásica flotaba en el aire, suave pero claramente audible desde el interior. La mujer tocó la puerta con dos suaves golpecitos y anunció:

— ¿Draco? —pronunció el nombre de su hijo con una suavidad que contrastaba con la frialdad de la situación—. Vannesa ha llegado.

Conforme la puerta se abrió, vi a Draco por primera vez. 

Su cabello rubio platinado estaba cuidadosamente peinado hacia atrás, brillando con una exagerada cantidad de gel. Sus ojos eran de un gris penetrante y su piel, tan pálida como la de su madre, reflejaba la luz tenue de la habitación. No estaba mal parecido, pero el gel en su cabello me desagradecía.

Me lanzó una mirada rápida y luego se volvió hacia su madre.

— ¿Es ella? —preguntó, señalándome con evidente desdén.

— Sí, cariño —confirmó su madre—. ¿Por qué no le muestras la mansión mientras yo me ocupo de unos asuntos con tu padre?

— ¿Y por qué debería hacerlo yo? —respondió Draco, claramente fastidiado.

Aparté la mirada, no porque me sintiera herida, sino porque la actitud arrogante de Draco me exasperaba. No era una belleza, pero tampoco era una escoria.

— Draco, ya lo hablamos —dijo Narcissa con un tono de reproche. Le plantó un beso en la frente y le susurró algo al oído—. Nos vemos en el almuerzo. No tarden mucho.

— Sí, mamá —murmuró Draco, su tono cargado de desdén. Soltó un suspiro pesado y se pasó una mano por la cara, claramente disgustado—. Te diré una cosa rápida. Nadie entra a mi habitación ni me molesta cuando estoy ocupado. No quiero interrupciones, ¿me has oído? —me señaló con el dedo, con un gesto autoritario.

— No soy sorda —respondí con un tono cortante. 

Cada vez me caía peor.

Draco soltó un bufido y cerró la puerta tras de él con un portazo.

— Camina rápido, ¿quieres? —comenzó a avanzar por el pasillo, sin mirarme—. Solo lo hago por mi madre, no por ti.

— Si no me lo hubieras dicho, no me habría dado cuenta —protesté. Draco se giró para mirarme por encima del hombro, frunciendo el ceño.

Genial, justo lo que me faltaba: lidiar con el hijo de las personas que tienen a mi madre en un calabozo.

Este día prometía ser agotador.

Sus pasos eran apresurados y yo trataba de seguirlos. Llegamos hasta unas escaleras. Se paró de pronto y choqué contra su espalda. Me toqué la nariz.

— A tu izquierda la sala Oeste— señaló un montón de escaleras con su dedo, ignorando que acababa de chocarme con él—. Allí hay la biblioteca más grande de la mansión. La habitación de mis padres y cuartos para huéspedes. Sala de cine y otras cosas más— su dedo señalo hacia otro lado—. El ala Este a tu derecha, donde acabamos de salir. Por lo general hay muchas habitaciones y está la mía. La tuya, por desgracia está ahí también.

TODO POR TI (Draco Malfoy y tú)|| LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora