Merida despertó y miró desganada a través de sus párpados entre abiertos. La luz se colaba por la ventana de la torre, ¿qué tenían en el Reino del Sol contra las cortinas?
Con un suspiro, se levantó, y por un segundo se sintió libre de "algo". Hasta que el sentimiento de culpa regresó a su cuerpo con toda la fuerza de un mazazo.
Su madre, su padre, Hipo Haddock, y la maldita profecía del pergamino.
¿Por qué debían formar parte de ella? A Merida lo menos que le apetecía en el mundo eran más responsabilidades, ya había tenido una de carne y hueso, castaña y de ojos verdes. Lo capturaron y ella no pudo hacer nada.
En aquel momento Jack, Rapunzel y su prometido Eugene estaban de incógnito en DunBroch, intentando recabar información sobre el paradero del joven "hereje".
Por lo que sabían de momento, DunBroch estaba en guerra con Berk. Podría parecer que una pequeña isla vikinga no competiría con toda una potencia celta como lo era su clan, pero los vikingos eran realmente fuertes y... ejem, difíciles de matar.
Benditos cascos cornudos.
Merida caminó hacia la puerta hasta asomar su cabeza. No había rastro de nadie más en la torre, así que decidió hacer algo productivo, para variar.
Se aseó y vistió. Cogió prestado el delantal rosa de Rapunzel y comenzó a cocinar algo de desayuno; seguramente llegarían todos hambrientos.
Cuando tuvo la mesa puesta y los panqueques colocados en cada sitio correspondiente, Jack entró a través de la ventana.
Se la quedó mirando y pestañeó varias veces.
-¿La fierecilla... fuera de su cuarto?- se le acercó con una sonrisa.
-Come y calla- Merida levantó su plato de panqueques hasta ponerlos justo debajo de su nariz.
-Hummm, huele delicioso. Será un placer- dijo el chico mientras se comía uno entero.
En ese momento Eugene saltó adentro y ayudó a Rapunzel a pasar.
-¡Me-Merida!- se sorprendieron ambos, aunque rápidamente Rapunzel se acercó, también sonriente:- ¡Panqueques!
-Sentaos.
Fue una comida silenciosa un tanto incómoda, puesto que cada uno se sentía fuera de su zona de confort. Nadie sabía como romper el hielo.
Qué irónico, pensó Merida mientras miraba a Jack. Éste cruzó sus miradas y ella la apartó de prisa, sonrojándose; a nadie pasaba inadvertido que el guardián (tuvieron mucho tiempo de contarse sus vidas) se preocupaba bastante más por la pelirroja de lo que una simple amistad requería. ¿Y Merida? Merida estaba hecha un lío.
-Hemos descubierto que los DunBroch y los Haddock han llegado a un acuerdo para acabar con la guerra- comentó Rapunzel.
Merida casi se atragantó con el jugo de naranja.
-¡¿Qué acuerdo?!
-Los Haddock deben entregar a algunos de sus mejores dragones...
-¡¿Qué?! ¡Eso es terrible!- los ojos de Merida empezaron a llenarse de lágrimas. Si en Berk habían pactado algo como eso, significaba... significaba que Hipo no había estado presente para dar su opinión. Él nunca aceptaría un intercambio con dragones:- ¿Q-qué tienen que dar los falsos reyes a cambio?
Rapunzel, Jack y Eugene se miraron y se revolvieron incómodos en sus asientos. Revosaban nerviosismo por cada poro de su cuerpo, ¿qué ocultaban?
-Merida...- la mirada de Jack evitaba la suya, y se había clavado, fría como el hielo, en sus manos cerradas agarrando el mantel. Las apretaba con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos:- A cambio, te quieren a ti.
ESTÁS LEYENDO
Brave Stories
FanfictionSecuela de 'Brave Dragons', las dudas iniciales comenzarán a disiparse en éste nuevo relato... O quizás no. Simplemente invito a inmiscuirse a través de la pantalla, y descubrir las nuevas aventuras -y desventuras- de los llamados: Cuatro Grandes.