Carla
En los cuentos los bosques tienen el significado de peligro, pero ¿si vives en el ya no es peligroso? es la duda que siempre tuve, nunca me asustó tanto como hoy. Hace horas que mi perro se perdió, estoy agotada de tanto buscarlo y no poder encontrarlo, cada paso que doy el bosque se hace más grande igual que mis miedos por él.
Segun recuerdo los amigos de Papá mencionaron que había una leyenda sobre un monstruo que adora seguir a perros perdidos o a las personas que les gusta andar solas y las ofrece en sacrificio. Pero yo no ando sola es decir si pero no porque yo quiera.
Puedo sentir el escalofrío en mi espalda de solo pensar esa situación.
¿Que tendria que hacer? ¿Correr?
Observo como el sol que se va alejando borrando la claridad del camino, las aves ya no están, y el perro no aparece.
Grito una vez más su nombre con la esperanza de que venga corriendo como lo hace cada vez que lo llamo.
— ¡Balto!
Solo silencio. Perro malagradecido.
Tendría que haberme ido hacia casa directamente y no empezar a buscarlo como una tonta, pero no, soy tan empática que de solo imaginarlo solo y abandonado en la noche fría como está, me hace doler el corazón, no fue su culpa perderse y tampoco fue la mía traerlo.
Se oye demasiado cerca el rompimiento de una rama, lentamente doy la vuelta y lo observó a él, no hay nadie mas al rededor solo él con una capucha y Balto a su lado tranquilo moviendo la cola, como si se conocieran de toda la vida y fuera más su amigo que mío.
— ¿Se te perdió algo? —. Pregunta con una voz muy profunda y fuerte, me gustaría contestar algo pero estoy asustada y congelada en mi lugar.
Solo lo observó, quiero gritar pero no me sale la voz, quiero correr pero dudo que llegue lejos.
Lentamente doy pasos hacia atrás, se que es estúpido correr, me dobla la altura, es demasiado alto como para ser un niño y parece demasiado joven para ser un viejo.
— mi... Mi pe... Mi perro — logro articular después de dos minutos de silencio dónde podía escuchar su respiración y los sonidos del bosque, paso la mirada hacia el perro que esta sujetado de su mano por una cadena como si fuera suyo.
— ¿Este? — señala a Balto mi perro desde hace 3 meses cuando decidi mudarme aquí con papá, por como llego el primer día dudo que alguna vez fue mio—. Lo encontré en el valle que está cerca de un acantilado.
Conozco el acantilado fue dónde papá me llevo a pescar, se convirtió mi lugar favorito y Balto siempre me acompañaba hasta hoy, dónde se fue y me dejó sola.
— ¿Me lo puedes entregar? — no tendría que preguntar ya que le dije que era mío, pero sus vibras no me dan buena espina, estoy en medio del bosque perdida y sin batería para usar el celular y la luna casi no alumbra por culpa de las nubes que anuncian tormentas— tengo que ir a casa.
— Dudo que llegues a casa en medio de una noche como está— dice dando se la vuelta y empezando a caminar —. Vamos.
Solo una loca lo seguiría y tristemente para la suerte de todos estoy un poco loca, así que empiezo a seguirlos, como mencioné es alto para mí estatura lo que significa que dos de sus pasos son cuatro de los míos.
Caminamos en silencio, solo se oye el sonido de la oscuridad y uno que otro lobo que me hace cuestionarme mi cordura.
Me gustaría preguntar a dónde vamos pero no me atrevo, y si me lleva hacía mí muerte y la leyenda del monstruo es cierta y es él quien entrega alas personas de la leyenda y ya tenga preparado un altar para ofrecer mi puro e inocente corazón.
Mientras mas caminamos mas agotada estoy, solo quiero una cama y dormir por 72 horas seguidas si la vida me lo permite.
Él lleva una mochila, ¿estara estraviado como yo? descarto el pensamiento por que camina como si conociera el camino que de memoria, cruzamos un par de arboles donde hay frangas amarillas pintadas, las de papá eran verdes, ¿Signicaran algo esas frangas y no son decoración como dijo papá?
Puedo ver como el camino se hace mas claro, como poco a poco la iluminación de una casa nos da la bienvenida, ¿sera su casa?
— Llegamos —. Avisa, soltando la cadena de Balto y limpiando sus zapatos en la alfombra al subir las escaleras de la cabaña.
No es la gran cabaña, es pequeña y un poco tenebrosa para mí gusto, parece salida de una mala película de terror.
Me quedo de pie en el inicio de las escaleras, estoy asustada. Da la vuelta para mirarme ya que no hice el sonido característico que hacen las escaleras viejas al ser pisadas.
Con la claridad de la luz artificial puedo ver sus ojos grises y su cara perfecta, con una barba perfecta, asi no da tanto miedo incluso me parece lindo ¿Lindo? Pero que tengo... ¿Sindrome de Estocolmo?
— Ven, prometo no hacerte nada —. Observó el moviendo de su mano al invitarme a subir las escaleras y entrar a su casa, no tengo que tener miedo esta siendo amable — solo tomaremos un cafe y descansarás y mañana podrás irte con TU perro.
Quiero confiar como tambien gritar y correr.
Mi parte racional me dice que lo rechaze y empize a caminar sola por el inmenso bosque pero la otra me invita a quedarme y recuperar lo que es mio.
No acepto su mano pero empiezo a subir los escalones, nosé lo que depara el destino en estaba cabaña que de solo verla se que tiene húmedad.
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Bosque
Short StoryEra muy joven, lo siento por no entender tu mundo pero si quería que entiendas el mío.