𝘊𝘢𝘱í𝘵𝘶𝘭𝘰 5

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-Tienes orejas de OSO?!!- Exclamó y ese alejó hasta llegar a una orilla del lago.

Spreen vió la acción de Juan, sabía que lo había arruinado, ahora tendría que resolver eso rápido.

Juan no salió del lago, algo raro para el oso. Juan se mantenía viendo a spreen que intentaba alejarse del él.

El castaño se interesó en ese defecto o especialidad del otro, era maravilloso esa cualidad, orejas de oso. Nadie tenía algo como eso o eso creía.
Vió como Spreen se alejaba hasta la orilla, y escuchaba sollozos.

»hey, spreen amigo, porque lloras, Acaso no te gusta tu especialidad o algo único que tienes?- trato de tranquilizar el ambiente y se acercó nadando hacia Spreen.

El oso estaba llorando sin mirar a Juan, su secreto fue descubierto por un humano y en especial el que le iba a salvar su vida, ahora tendría que esperar su tración o la muerte del otro.

Juan no sabía cómo tranquilizar el asunto, la garras de spreen estaban enterradas en el pasto, suponía que estaba muy mal.
Con su mano tocó su hombro, te el otro lo miró.

-que pensás que soy?,no imaginabas lo que era?-

Se quedó callado mientras esperaba su respuesta. La verdad estaba arrepentido de su secreto, había sido descubierto ahora solo falta la respuesta del otro, si era un milagro que esté presente también sería regalo su aceptación.

-emmm, la verdad es extraño ver a alguien diferente y en mi vida pero eres especial, no es necesario que te deprimas de algo que tú tienes-

Y en eso Juan salió del lago, se paró y con un chasquido se secó.

Spreen sabía que igual Juan era especial, nadie tenía ese poder, ni un humano común.

» no te pongas triste, que a mí igual me deja mal, y si es porque yo hice algo malo demasiadas disculpas. Ha! y si piensas que me das miedo, la verdad no, eres como yo pero con distintas cosas, ahora cámbiate que tengo un chingo de sueño- terminó mientras se se colocaba su playera, que era su única prenda.

Spreen sonrió, estaba feliz, lo aceptaron, desde hace mucho tiempo... Una persona única lo aceptó como es, era emoción infinita, es algo que mucho esperaba, ahora estaba seguro.

Salió del lago se secó, su pelo no paraba de gotear era largo y más dificultaba. Entonces Juan con sus manos exprimió su cabello.

Spreen no estaba incómodo, se dejaba ya que ahora tenía un amigo que lo ayudaría en resolver sus problemas.
Ahora que lo recordaba, su deseo se cumplió gracias a la torre, era un encanto o milagro, talvez ya sabía un porque de que la quieren mucho en esa ciudad.

- hay boludo tengo frío y sueño, sabés que hora es?- le preguntó a Juan quien se separó para ponerse sus lentes.

- supongo que nos tardamos un chingo, entonces serían como las 2 de la tarde supongo, no sé, no soy un puto adivino- se quejó pero sabía que era broma lo que decía.

Se rió y el oso siguió la risa, estaban felices por el hecho de que están siendo amigos y tener más confianza.

Spreen se paró de la piedra en la que estaba sentado y agarró su gorro, ya estaban vestidos con la ropa que estaban antes y claro, después de refrescarse sin pantalones o playera tendrás frío.
Los dos estaban con frío, pero suponían que el Sol todavía estaría caliente.

» algún día volveremos aquí, estuvo divertido- miró a Spreen mientras caminaban.
Con una sonrisa respondió

- claro, cuando tengás tiempo podremos volver- estaba despreocupado, ya tenía resuelto sus inseguridades.

𝐔𝐍 𝐎𝐒𝐎 𝐄𝐍 𝐏𝐀𝐑Í𝐒/ 𝐒𝐏𝐑𝐔𝐀𝐍  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora