( Cap.3 - Parte IX )

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Daren, había entrado a una sala de interrogación amplia y sin ventanas , un caballete junto a su paleta posaba en todo el centro iluminado por un foco amarillo opaco y polvoriento que colgaba desde el techo.

Al otro extremo del salón, entro Miguel Angel acompañado de su interrogante con los ojos vendados por una puerta que no se distinguía por la poca iluminación.

—¡Me alegro que hayas venido!—. Exclamo Miguel con un rostro motivado y dispuesto a todo.

—¿Que se supone que es todo esto?—. Pregunto Daren dando pequeños pasos hacia el frente con las manos en sus bolsillos, y con ciertas dudas en su mente.

—Quería que conocieras a Lhoelo. Después de una larga charla con el, al fin entendí—. Dijo Miguel, guiando a Lhoelo hasta dejarlo frente al caballete. —¡Todo con una simple foto!—. Continuo posándose frente a Daren y mostrándole la fotografía de lo que alguna vez fue una familia feliz.

—¿¡Pero que... Mierda!?—. Se pregunto Daren con la piel entumecida viendo fijamente aquel ser extraño de rostro deforme y escalofriante de la fotografía.

—Lhoelo, ya te puedes quitar la venda de los ojos —. Dando una orden sin desviar la mirada hacia Daren.

Lhoelo, se quito la venda y fijo su mirada hacia Daren, con una sonrisa macabra cerro su mano derecha escondiendo el dedo pulgar. Una sutil luz amarilla como rayos de sol apareció entre sus nudillos por varios segundos, recreando dentro de su puño lo que al parecer era un pequeño trozo de carboncillo. Una vez hecho eso, alzo la mano sosteniéndolo junto con el dedo pulgar hacia abajo indicándole a Daren su desaprobación.

—¿Que mierda hizo?—. Pregunto Daren insensato tratando de entender aquel acto anormal.

—Yo también me pregunte lo mismo, la ignorancia es el mayor error que el ser humano comete. por ejemplo, alguien como tú—. Respondio Miguel entre risas.

Lhoelo muy lentamente comenzó a dibujar lineas finas en el lienzo, provocándole a Daren rigidez en todo su cuerpo. —¿Que... me esta.... sucediendo...?—. Dijo Daren con la voz recortada mostrando a través de sus pupilas dilatadas un miedo profundo que nunca penso que mostraría. —Te lo... pido... ten piedad—. Continuo sintiendo agonía mientras sus ojos se nublaban y poco a poco voltean doseles hacia el otro lado.

Miguel por otro lado, sintió placer al darse cuenta que si tenia razón.

Mientras Lhoelo dibujaba, el cuerpo de Daren muy lentamente dejo de tocar el suelo levitando mas y mas arriba como si se tratase de un demonio que lo poseía, sus manos comenzaron a retorcerse a tal punto que sus pulgares tocaron parte de su muñeca, el rostro empezó a desfigurarse lentamente y su mandíbula se le habría cada vez mas.

La voz de Daren suplicando se escuchaba cada vez menos junto a sus lagrimas grisáceas que recorrían por su mejilla dándole fin a su existencia.

Miguel era el único espectador viendo aquella masacre artística en persona, empezaba a sentir una fuerte culpa en su interior, ya que nunca se imagino que seria tan atroz.

—¡Ya detente!—. Grito Miguel, sintiendo culpabilidad en su interior.

—Demaciado tarde—. Dijo Lhoelo con la voz calmada añadiendo a la paleta la ultima linea de carboncillo.

De pronto el cuerpo retorcido de Daren se desplomo boca-abajo en el suelo en seco. Miguel se habia acercado lentamente notando como su piel era similar a la de las otras victimas. Con un simple empujón con la pierna derecha le dio la vuelta al cuerpo.

Los ojos de Miguel reflejaban la muerte del subdirector general Daren.

—¡Ahora es tu turno!—. Dijo Lhoelo mientras peinaba su larga barba áspera.

—¡Espera....! —. Exclamo desesperado.

—¿Esperar que? Ya solo eres el único en mi lista—. Con una actitud anciosa.

—¿Y si te traigo mas victimas?—. Sin desviar la mirada al rostro de Daren, y con un fuerte miedo en su interior.

—¿Serias capaz de sacrificar a otros para salvarte a ti?—. Pregunto con una larga sonrisa y asombro.

—Si es por un bien. Diria que si—. Respondio con mucha seriedad dandose media vuelta y viendo directo a Lhoelo.

—Me empiezas agradar. ¿Lo sabias?

—¡Claro! ¡Por supuesto!—. Afirmo con la cabeza con hipocresia. —Recuerda que soy el único que te esta apoyando en busca de tu hijo—. Continuo con muestra de empatia.

—De acuerdo, te dejare vivir, Pero con una condición—. Sintiendose como un dios delante de Miguel viéndolo como su súbdito.

—¿Cual...? 

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⏰ Última actualización: Apr 17 ⏰

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