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Hoy era el día número 11 desde que había comenzado la preparatoria, osea primer mes aquí.  En las mañanas era la simple rutina de levantarme, darme una ducha, desayunar y prepararme para irme, algo normal si esa es la palabra. La verdad no había terminado muy bien la secundaria por la simple razón de que al poner el escalafón fui 8 números más que mi hermana, osea fui el 8 siendo ella el 1 y todos empezaron a juzgarme, logré qué me llegara preparatoria pero aún así juzgaron mis responsabilidades como estudiantes y esas cosas. La verdad desde octavo grado le reste un poco de importancia a las demás asignaturas ya qué solo me gustaba la Química y por esa asignatura fue qué mí reputación no se dañó, pero normalmente era un desastre y una frustrada porque le había prometido a mí yo de 11 años que venceria a mi hermana en la secundaria y solo quedé peor. La preparatoria ha sido diferente, en secundaria iba a varios concursos de Química y por ello he mejorado la imagen que los profesores tenían sobre mi, el profe de Química me ama desde que se dio cuenta que se más que él.

En este momento estoy saliendo del baño del instituto entretenida con mi celular como siempre pero algo interrumpe mi rutina y es que este se me cae debido a que se estampó con alguien que ni cuenta me di que venía de frente.

—Oh, lo siento —dijo rápidamente levantado mi pequeño bebé del suelo— ¿No le pasó nada verdad?

Lo revisé en cuanto me lo dio, porque en verdad lo tengo hace unos pocos meses y no querría qué se me rompiera, odio eso

—Enciende, supongo que no le pasó nada —susurre más para mi misma qué para él

—¿Eres nueva?

Levante la cabeza y lo miré con fastidio. ¿Enserio? Solo negué con la cabeza

—No te había visto por estos alrededores.

—Digamos que no me gusta pronunciarme mucho —hice una mueca— soy del décimo uno

Él pareció sorprendido y luego soltó

—Yo también. Nunca te había visto

Dijo al sentarse en el asiento frente a mi. ¿Cómo era tan insistente?

—No me interesa mucho que me vean la verdad. Pero ya qué insistes, me llamo Jianna Atlas

Él abrió sus ojos y mostró una sonrisa burlona.

—¿Eres la hermana de Elisabeth Atlas?

—Ay si, me acabo de dar cuenta —ironicé

—¿Cómo es que nadie se había dado cuenta? —rió un poco

—Pues simple, no han notado que somos dos a pesar de que somos muy diferentes. Cuanto lo siento por ellos —hice un pequeño puchero

—Me llamo Damián Walker, un gusto princesa

—Eres el chico desastre, al qué todas las chicas le caen atrás. Por favor no me llames princesa, hace que me sienta mal por ellas —dije con una sonrisa burlona

—¿Qué número fuiste en el escalafón como para ser tan menos creída?

Uh, pregunta tabú. Odio cuando me preguntan eso

—El 8 —dije entre dientes.

Ni te molestes, te escuchó

Gracias por decírmelo conciencia. Por su cara lo sabía

—¿Sabes? No te juzgo —¿Qué?— Yo fui el 28 en mí escuela así que, no te diré nada por ser 8 números más que tu hermana

—No tengo su coeficiente intelectual

—Ganaste la nacional de Química en secundaria ¿no?, eres algo famosa por ello —me miró raro— ¿Fuiste tú no?

Asentí. Nos quedamos hablando un rato más hasta que sonó el timbre qué anunciaba qué ya empezaría la próxima clase qué para mi pésima suerte era Matemática y enserio odiaba esa clase. El pequeño Walker, al parecer se dio cuenta de la mirada que le eche al profesor, porque este enseguida me lanzó una sonrisa burlona qué me hizo reír un poco. Era un chico guapo no lo voy a negar, obviamente ganaba la atención de todas las chicas por lo que me pondría un poco a la defensiva. Alto, rubio, de ojos completamente azules, con un cuerpo considerablemente anormal. ¿Por qué se acercaría a un intento de invisibilidad como yo? Eso si qué es raro, o eso creo yo. La hora de matemáticas se había acabado y otra vez mi cuaderno estaba vacío. ¿Cómo podía entretenerme tan fácil y no atender ni a la mitad de la clase? Era tan pesado eso. Damián me atacó de nuevo a la hora de almuerzo y la verdad estaba rompiendo mi idea de pasar como si nada la preparatoria.

—Terminando nuestra conversación —se sentó a mí lado en la escalera— ¿Cómo es que siendo la favorita del profe más pesado del insti y sabiendo más de Química qué el mismo eres tan reservada? Además piensas ganar esta nacional

Dijo en tono de entrevista.

—¿Crees que todo el mundo se fijaría en ese pequeño detalle? —me miró confuso— Lo que trato de decir es que mirarían más que mi hermana es mil veces más inteligente que yo. Una asignatura no define tu intelecto

—Y unos números no definen tu valor

Golpe en el orgullo

Callate. Aunque la verdad me había callado yo.

—Te conozco hace unas horas pero no creo que debas creerte menos que tu hermana por... —hizo una mueca— No sé, simplemente no deberías creertelo. Ella es tan estúpida

Oh no. Ahora me siento mal. Muy mal. Lo juzgue injustamente creyendo qué era como uno de esos chicos raros de todas series y películas. Ay no. Creo que tengo que disculparme, y ahora. Ay no.

—Ey Damián —me miró curioso— Te juzgue, disculpa

Y cuando pensé que me iba a decir unas cuantas cosas, empezó a reír como psiquiátrico y cuando vio mi mirada confusa dejó de reírse

—Disculpa es que —siguió riendo— Es algo bien normal. Estoy acostumbrado, tranquila, no te sientas mal. Solo me causas curiosidad y no me desagrada la idea de que seamos amigos. Si a ti te desagrada...

Dejó la frase en el aire, como esperando una respuesta mía.

—Mientras el grupo no crezca, estamos bien

—¿No quieres que me acerque a ninguna otra chica Señorita Atlas? —Me miró frunciendo el ceño

—Te puedes acercar, solo no las acerques a mí

Y volvió a reír. No me desagradaba la verdad, tal vez podíamos intentar ser amigos, si salía mal ya me iría a encargar de que lo pague. O de pagarlo. Como sea.







Número 8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora