𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚 ꒰ChanIn꒱
Jeongin es un omega que alquila una de las habitaciones de su casa, todo por no poder pagar el alquiler. Chan es un joven alfa que se muda a Seúl y su única opción para poder vivir es buscando una habitación que esté en...
El peligris abrió los ojos con pesadez, bostezando a la vez que se restregaba por el colchón vacío. Relamió sus labios viendo al techo y suspirando cuando cerró los ojos nuevamente.
Pero de un momento a otro se puso de pie entrando en pánico y dando grititos histéricos cuando se dio cuenta que estaba desnudo, en la habitación de Chan y solo. Salió de allí como una bala, entrando a su habitación y poniéndose un chándal con una camisa grande, su corazón latía con fuerza y ahora le dolía el trasero un montón.
Recordando la madrugada anterior bufó molesto con su lobo, consigo mismo y con Chan.
Sus manos ahora temblaban levemente y él las observó con miedo, suspiró varias veces exageradamente.
Sacudió su cuerpo entero negando levemente antes de salir.
—Jeongin —el peligris saltó en su sitio viendo al menor con terror, forzando sus labios en una terrible sonrisa, con sus nervios a flote y su voz siendo un asco esa mañana.
—Oh, Cha-channie... —tartamudeó juntando sus manos—. ¿Se te o-ofrece algo? —Estúpido.
El pelinegro frunció el ceño levemente, negando ante la pregunta. ¿Sería raro preguntarle algo sobre lo que pasó hace algunas horas? ¿Era muy directo decirle "¿repetimos?" O "¿te doy una pastillita? Ayer nos anudamos como tres veces y hay altas posibilidades de un embarazo múltiple..." Se lo pensaría más antes de hablar.
—El desayuno está listo, ¿vienes? —el mayor asintió encogiéndose en su sitio y caminando lentamente por el pasillo. ¿Podía preguntarle si quería ser padre? Se sentía raro.
Ambos tomaron asiento y comenzaron a comer en silencio, un ambiente tenso recayó sobre los dos. Era un tanto incómodo.
Hasta que a Chan le pareció buena idea romper el hielo muy directamente haciendo que el peligris se atragantara con el café en sus manos.
—Ayer hicimos el amor —soltó de una y el mayor casi se ahoga. Inmediatamente el azabache se dio cuenta de las palabras usadas y se mordió el labio bruscamente—. Di-digo... estaba en celo y e-entraste a mi habitación y... pues...
—Tu lobo me llamaba.
—Tú lo obedeciste.
—Mi lobo me obligó.
—No lo parecía.
—No entiendo cómo pasó.
—¿La pasaste bien?
—Lo disfruté, ¿sigues en celo?
—Este es el segundo, ¿repetimos?
—¿Quieres ser padre?
—Vamos.
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