Dia uno del ciclo dos

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-Hola, buenas tardes. Quiero comprar algo de lo que tienen - un chico de aspecto joven y tez morena acaba de entrar a la tienda departamental de Verdanti, un aburrido establecimiento donde se venden baratijas que quedaba en el centro de la ciudad. Su disposición era bastante amigable, cortés y amena, tanto que el cajero no pudo evitar notarlo.

-Sí, claro. Vaya y tome lo que quiera - respondió el cajero, quien se extrañó ante la actitud del chico. No sólo era extrañamente bajito sino que tenía una sonrisa tan encantadora que le hacía resaltar instantáneamente.

Dicho chico se paseó por los pasillos hasta encontrar lo que necesitaba en la sección de limpieza; una esponja de cocina. Con un movimiento rápido deslizó el objeto dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero. Después hizo el viaje de retorno a la puerta principal.

-Bueno, ¡ya me iba! No encontré lo que quería. Es una pena, ¿sabe?- Su tono tenía aires de decepción mientras caminaba.

Aún así, no es como si alguien hubiese preguntado. El cajero le miró de reojo para volver a lo suyo.

-...No me importa, niño.

-¡Ya me voy, que tenga un lindo día! - Ignorando la respuesta indiferente, el chico se despidió mientras daba saltitos alegres por todo el local hasta la salida. Una vez fuera de la tienda estiró sus palmas hacia el cielo antes de gritar a todo pulmón...- ¡Mi primer robo! ¡Por fin!

Pero claramente no estaba lo suficientemente lejos como para que el empleado no escuchase el grito. Su expresión se tornó seria mientras se asomaba por la puerta.

-Niño, sigo aquí, ¿sabe? - Cómicamente, el joven giró hacia su derecha sólo para encontrarse con el guardia de seguridad del centro comercial con pura decepción escrita en el rostro.

-Era una broma -dijo el joven con toda seguridad en un intento de defenderse, pero al ver que luego de mirar fijamente al guardia por más de cinco segundos no cambiaba su expresión de enojo, decidió salir corriendo, no sin antes gritar.- ¡No atraparan con vida a Kayn el Oscuro!

La ventaja que tenía Kayn era que sus piernas podían ser muy cortas pero eran ágiles y veloces, nadie en todo el barrio corría tan rápido como él y a pesar de que el guardia lo siguió muy de cerca, bastó con salir del centro comercial y correr un par de cuadras repletas de gente del centro de Verdanti para perderlo de vista.

Cuando se sintió a salvo, Kayn se sentó en la acera para descansar, tuvo que acomodarse bien para que algún transeúnte descuidado no lo pisara.

Orgulloso de lo que había logrado, sacó de su bolsillo la esponja y se detuvo a admirarla detenidamente.

Era la primera vez que Kayn lograba hacer uno de los robos que su tutor le encargaba sin tener que ser detenido por la policía, así que era todo un logro para él. Alcanzó la pequeña radio que siempre llevaba en su bolsillo para poner música y hacer más amena la caminata a casa, también era una pequeña forma de celebrar su logro.

Mientras Kayn caminaba por las calles de su amada ciudad Verdanti iba saludando a varias personas que le reconocían, desde señores mayores que eran amigos de su tutor y clientes frecuentes del lugar donde trabajaba, hasta amigos del vecindario con los que jugaba fútbol en los días de verano en los que no tenían nada que hacer. Amaba caminar por Verdanti, sobre todo en esta época del año por el casi perfecto clima. Muchos llamaban a Verdanti la ciudad de la eterna primavera por que donde sea que se esté, pueden encontrarse con flores brotando y árboles dando frutos, un clima perfecto para la fiesta constante en la que estaban sus habitantes. Y siempre que alguno de ellos se sintiera decaido, solo con levantar la mirada una gran montaña le alegraría la vista.

El culto de UroborosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora