El gato travieso

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Esta no es solo la historia de Flora, también es la historia de Lorenza, la mujer que consiguió volver a sentirse viva gracias a la gata que se encontró en el jardín de la residencia y que la cambió la vida.

Lorenza dejó de ser la mujer vivaracha que había sido siempre cuando su esposa murió hace ya varios años y decidió ingresarse en una residencia para no quedarse sola. No tenía más familia, así que no recibía visitas, pero la bastaba con la compañía que la hacían sus compañeras de la mesa del comedor, con las que llegó a forjar una bonita amistad. Desgraciadamente el tiempo pasa factura a todo el mundo y una a una fueron marchándose. Esto terminó de devastar a Lorenza, que se encerró en sí misma y se abandonó a la espera de su turno.

Ahí es cuando Flora interviene. Un día en el que consiguieron convencer a Lorenza para que saliese a tomar el sol en el jardín trasero encontró a una gatita pequeña y muerta de miedo escondida detrás de una maceta. A Lorenza se la descongeló el corazón nada más verla, volvió a sentirse necesitada y se aseguró de ser quien cuidase a la gata, que bautizó como Flora por su gusto por esconderse entre las macetas de flores del jardín.

Flora se clavó en el pecho de Lorenza y lo abrió en canal para hacer que su corazón volviese a latir. Lorenza dejó de ser un vegetal expectante y comenzó a vivir de nuevo, participando en todo lo que se la proponía a cambio de encargarse de cuidar a Flora. Mejoró no solo físicamente, sino también en el plano mental y social, pasando la mayor parte del día fuera de su cuarto, haciendo nuevas amigas y asistiendo a todas las actividades que podía. Ni los mismos trabajadores de la residencia podían creer la mejoría que había experimentado Lorenza gracias a la gata Flora.

Todos en la residencia empezaron a encariñarse con Flora gracias al cambio que había experimentado Lorenza y la gata se convirtió en la residente más querida de todo el centro, recibiendo elogios y cariño del completo de los ancianos. Algunos más de estos también comenzaron a experimentar mejoras, aunque ninguno llegó a tener la conexión tan íntima que tenían Lorenza y Flora, que solo necesitaban mirarse para entenderse.

Su relación motivó a la residencia para adoptar más animales de refugios cercanos para que los residentes mejorasen. Aunque la residencia de Lorenza no fue la única en hacerlo, ya que la directora presentó la idea en un congreso y muchas más de la zona empezaron a hacer lo mismo, observando los cambios y las mejoras a los pocos días.

Al final la historia de Flora y Lorenza no solo las cambió la vida a ellas dos, sino que sirvió de ejemplo para muchos otros ancianos solitarios que se habían rendido.

El códice de los pétalos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora