Bajo las escaleras corriendo. Ya llego tarde, hace horas que el sol ya se ha ocultado y debería haber dejado todo preparado, pero me he entretenido en la biblioteca con unos libros muy interesantes. El palacio es demasiado confuso con tanta gente deambulando a estas horas y no puedo salir por la puerta habitual, así que utilizo el pasadizo oculto que da directamente a la caseta del encargado de los jardines
—Perdona, llego tarde. —me disculpo con Looren cuando llego a nuestro rincón, apartado de todo, protegido por muros de flores de todos los rincones de los cinco reinos que forman Faebela.
Es una zona apartada que descubrí hace varios años cuando buscaba de forma desesperada un sitio para desconectar de todo y de todos.
—Tranquilo, yo también he llegado tarde. No encontraba la historia perfecta para esta noche. —su boca se curva en una sonrisa. La mía sigue la trayectoria de sus comisuras.
—Espero que esté a la altura de la última. —le digo con reto.
—Después de tanto tiempo me ofende que dudes de mis dotes como narrador, Leila. —responde con picardía.
Da unos golpecitos en el banco de piedra y yo me apresuro a llegar hasta él. Me siento a su lado y saco dos vasos y una botella de preparado de castañas secas. Los sirvo y le tiendo uno de los vasos.
—Gracias. —da un trago y se aclara la garganta. —Ahora déjate arrastrar al origen de nuestro reino.
"Érase una vez una joven hechicera de la isla de la magia por excelencia, Eleahara. Lina, que así se llamaba, era una hábil bruja siempre en busca de algún nuevo encantamiento. Era gran amiga y rival de Thoren, un mago mucho más experimentado que ella y al que consideraba su ideal de hechiceros.
En una de sus visitas habituales Lina encontró un libro gastado, oculto entre dos mucho más nuevos. Se lo guardó entre los ropajes para estudiarlo y sorprender así a Thoren. Aunque no se imaginaba que eso supondría su ruina. Entre las páginas de ese antiguo códice descubrió cómo obtener lo que más deseaba: cómo crear vida. Ya que era su mayor anhelo no tardó en decidirse y se puso manos a la obra. La lista de ingredientes era grande, pero sus ganas de ser madre lo eran más y no tardó demasiado en hallarlos casi todos. El último de los preparativos era crear una figura humanoide de piedra. No supuso ningún obstáculo para una maga tan diestra como Lina, que moldeó a una niña pequeña de granito y superficie pulida.
El ritual para insuflar vida a la muñeca de piedra terminaba con la propia Lina dejando caer unas gotas de su sangre sobre la figura. Pero, en el momento en que la sangre tocó la piedra, la puerta se abrió por un Thoren enfurecido.
—¡Lina! ¿Qué has hecho? —su grito desconcertó a Lina.
—¡Lograr mi mayor deseo! —gritó ella con la mirada resplandeciente.
—¡Estás loca! ¡Usar esa clase de magia está prohibido! —entró a la estancia moviendo las manos para crear una esfera de luz que rivalizaba con la que emitía la estatua. —¡Tus actos merecen un castigo!
La lucha de luces terminó cuando el destello de Thoren absorbió a Lina. El momento quedó congelado y cuando se disipó el brillo lo único que quedaba en la estancia eran Lina convertida en una estatua de piedra y una niña pequeña de piel gris y surcos morados. A la niña se la considera la primera faela."
—Guau, Looren. —no puedo contener la expresión de sorpresa. —Ha sido la mejor historia que has contado nunca.
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El códice de los pétalos perdidos
De Todo🌸Déjate arrastrar a esta antología en la que cada pétalo caído es una historia única y diferente🌸 Entre ellas se encuentran leyendas de sirenas, las aventuras de un superhéroe, las desventuras de una anciana amante de la pintura, un apocalipsis z...