Capítulo 1: Renacer

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Un golpe de luz cego sus ojos, segundos de dolor o tal vez horas, nadie puede estar seguro.
El sonido de una ráfaga de balas, el olor del plomo recién descargado y las sirenas de ambulancia resonaban en sus oidos mientras con cada segundo que pasaba su cuerpo perdía litros y litros de sangre.

-¡Rápido que se nos va, desfibrilador ahora! - gritaba una voz de mujer, mientras en su estado deplorable veía solamente rostros desfigurados y borrosos.

No había nada que hacer Joseph Briand había muerto.

"Despierta Joseph, es hora de irnos no me hagas llegar tarde"

Sintió un golpe en su alma mientras se dirigía a toda velocidad hacía una especie de agujero negro, se sentía mucho más liviano, pero un dolor incontrolable cegaba prácticamente todos sus sentidos.

"Esta es mi parte favorita, abre los ojos o te perderás cada circulo del infierno"

-Esa... voz, de donde viene... - logró balbucear Joseph pero perdió el conocimiento.

Sus ojos se abrieron como los de un recién nacido, sintiendo un dolor inexplicable que un ser humano jamás podría sentir.

-¿Do... nde est...? - balbuceaba entre el dolor y el querer ver bien.

Tirado sobre el pasto se encontraba su cuerpo, después de un par de horas recobro el conocimiento.
El orden de estos sucedos puede parecer confuso, tan confuso e insólito al igual que le parecían a Joseph, él se arrastraba, gemia... no comprendía del todo que su vida como la conocía había acabado.
Él yacía tirado a la par de una tumba en deplorables condiciones, en un cementerio olvidado por los hombres. Sus dedos arañaban el musgo de la lápida.

"Aqui yace Joseph Briand...
Su alma estará pudriendose en el
Infierno".

Se leía en aquella lápida que se caía a pedazos.

-Pobre tipo, que mal epitafio le dejaron- dijo rozando la tumba, sin darse cuenta que aquella tumba simbolizaba su muerte.

El atardecer estaba por comenzar cuando Joseph en su poca conciencia trataba de salir de aquel cementerio, pero todo era en vano, a momentos era atormentado por luces que quemaban sus ojos, eran recuerdos que no tenían ni pies ni cabeza y no le dejaban continuar.

-Ese maldito olor, que es ese olor tan asqueroso- dijo él mientras se tapaba la boca.

De aquellos agujeros poco a poco se veía salir un vapor que calentaba el ambiente, con un hedor particular, no era a muerte no, más bien a azufre.
Dedos en descomposición y gruñidos propios de bestias infernales se abrían paso quitando tierra y escombros a su paso.

-¡Que rayos sucede aqui!- exclamaba Joseph aterrado al ver aquellas criaturas que no eran humanas.

No, la familiaridad de algún esqueleto humano de alguna forma retorcida hubiese dado confort. No, tenazas y tentaculos profanaban el cuerpo de Joseph, colmillos y garras despedazaban sus piernas, visceras y los gritos de Joseph se ahogaban en sangre, sintiendo a cada instante el dolor y el terror de su cuerpo desmembrado.

De un súbito golpe, despertó, miro su cuerpo y toco su rostro, ¿todo había sido un mal sueño?, ¿de verdad no estaba muerto? Miro a su alrededor y vio con pavor que efectivamente, seguia en el mismo cementerio. Sus manos escarbaron tumba por tumba encontrando cada una de ellas vacias.
Sentía que estaba volviendose loco, no comprendía que pasaba, trataba de concentrarse en aquel flash de luz y aquellas sirenas que atormentaban su mente.

-Ha pasado... ni siquiera sé cuanto ha pasado ni siquiera sé que día o mes es hoy, sentirse perdido en el umbral de la muerte, ¿estoy vivo o muerto? Maldita sea, esto es peor que la muerte.
No sé a quien extrañó por que no tengo idea de quien fui, no sé si ame u odie a alguien, me pregunto si mi vida antes era mejor que esto... ¡seguro debí haber sido la peor escoria del mundo para recibir este castigo! ¡Dios mio por favor déjame descansar en paz!- grito tirando sus manos al piso arrastrando la tierra que no lo recibía.

PurgatorioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora