Laia...

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No había sido un buen día, acababa de salir en dirección a mi casa después de un largo día de estudio en la universidad.
Hoy había tenido dos exámenes y estaba demasiado nerviosa por saber los resultados. Además uno de los maestros no me dejó entrar a su clase por haberme retrasado cinco minutos por estar terminando uno de los exámenes, ¡no sé qué le pasa en la cabeza!

Al llegar abrí la puerta de casa y un extraño olor inundó mi nariz. Terminé de entrar y me dirigí a la cocina en busca de mi madre. Conforme iba llegando a la cocina el insoportable olor se intensificaba más.

De repente me quedé en shock, no podía creer lo que veía.
Mi madre estaba tirada en el suelo con un charco de sangre a su alrededor.

Corrí hacia ella llorando desesperada sin saber que hacer, en ese momento deseaba que ella se levantara y se riera de mí por mi cara de susto, pero para mi desgracia no fue así. Ella estaba muerta, y yo me había quedado sola.

Me levanté intentando calmarme para llamar a la policía. Marqué el número, pero no obtuve respuesta hasta el tercer intento.

Una mujer atendió la llamada, le conté lo sucedido al llegar a casa y me respondió diciendo que intentara tranquilizarme, que no tocara nada y que en unos minutos llegarían unos policías a mi dirección.

Así fue, unos diez minutos después de haber colgado aparecieron en un coche patrulla dos policías y una mujer con una cámara.

-Buenas tardes, somos los agentes Leo y Tomás, y ella es la forense Alicia - dijo uno de los policías.

-Hola yo soy Laia, por favor díganme lo que le ha pasado a mi madre - dije con los ojos llenos de lágrimas.

-Necesito que me acompañe a su salón necesito hacerle unas preguntas - dijo el agente Tomás.

Nos dirigimos a mi salón, el cual era abierto junto a la cocina, así que podía ver lo que hacían mientras hablaba con él.

Empezó a hacerme preguntas, pero yo no era capaz de concentrarme al ver que aquella mujer tomaba fotos del cadáver de mi madre, mientras el otro hombre solo miraba a su alrededor como buscando pistas.

Entonces fue cuando mi mundo se cayó, no podía ser cierto lo que oí.

"Ha sido un asesinato" Esas palabras retumbaban en mi cabeza una y otra vez sin parar.

Los policías estuvieron tomando más fotos y buscando pruebas para intentar encontrar al culpable de lo sucedido, hasta que se fueron después de explicarme, que había una raja en el estómago de mi madre, posiblemente provocada por un cuchillo de cocina. Al parecer no me había dado cuenta debido a mi estado de shock.

Esa noche no pude dormir, no hacía más que darle vueltas a quién pudo haber hecho aquello. Cansada ya de no poder conciliar el sueño me levanté y fui hacia la habitación de mi madre.

Al entrar no pude evitar llorar nuevamente. Recuerdos de nosotras dos juntas después de que mi padre nos abandonara se venían a mi mente. De repente un click sonó en mi cabeza.

Mi padre...

Semanas antes, mi madre me comentó que él se pasaría por casa un día, para hablar sobre un tema legal que tenían pendiente de resolver.

Él siempre había sido un borracho que nos maltrataba, hasta que un día tras una gran discusión con mi madre, se marchó, dejándonos solas a las dos.

Marqué rápido el número de la policía para contarle esta nueva teoría que tenía, aunque yo tenía claro que no iba a quedarme de brazos cruzados.

Al día siguiente me duché y salí en busca de mi padre.

Llegué hacia la última dirección que tenía de él. Era una casa deteriorada en un barrio muy peligroso.

Pegué en la puerta pero al no obtener respuesta entré al ver que estaba abierta.

Mi padre no se encontraba en casa, así que me puse a revisar todas las habitaciones de esa asquerosa casa llena de botellas de alcohol vacías y basura por el suelo.

Cuando estaba revisando la habitación de mi padre, abrí un cajón de un mueble y mis ojos quedaron abiertos del asombro al ver que, un cuchillo de los que utilizábamos en mi casa se encontraba ahí envuelto en una bolsa y lleno de sangre.

Lo cogí dispuesta a salir rápidamente de aquel lugar pero mi padre me pilló justo en la entrada con aquella prueba en las manos.

-¿Qué haces tú con eso? Ven aquí ahora mismo - dijo acercándose a mí.

Retrocedí para evitar ser cogida por él. Corrí hacia la puerta trasera que daba al patio pero él me seguía de muy cerca.

Consiguió atraparme antes de que lograra salir y me empujó contra la pared, provocando que chocara contra una mesa pequeña que tenía botellas encima, lo que hizo que del impacto estás se rompieran y se me incrustaran en la espalda.

Sentí el dolor por como la sangre salía de mi cuerpo. Él aprovechó ese momento de distracción y con uno de los cristales rotos me hizo una herida en el brazo.

Yo intenté copiarle pero él era más fuerte que yo, por lo que sus impactos eran más fuertes. Mi cuerpo no resistió más y me desplomé allí, no tenía fuerzas y sabía lo que me esperaba.

Laia había sido asesinada por el mismo hombre que le dio la vida, el cual también se la arrebató a su madre.

El hombre quedó libre ya que los policías abandonaron el caso después de salir de casa de Laia.

Como a ella, han muerto muchas mujeres más por maltrato y luego no ha sido investigado o ha sido olvidado.
Con esta pequeña historia alzo la voz por aquellas que hoy no lo pueden hacer.

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⏰ Última actualización: Apr 25, 2023 ⏰

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