Oscuridad

1K 96 65
                                    

Por milenios, los niños le han tenido miedo a la oscuridad, un miedo primordial a lo desconocido. Ellos generalmente despertaban en medio de la noche luego de sentir como una helada mano aparecía desde los pies de sus camas y tomaban sus tobillos fuertemente en un intento de jalarlos hacia el frío suelo, los gritos y llantos de los niños eran tan estridentes que lograban despertar a sus padres, quienes alarmados se levantaban para verificar que todo estuviese bien.

En medio de las penumbras, los pequeños humanos sentirían que alguien los observa, un sudor frío recorrería sus pequeños cuerpos, adueñándose de su increíble imaginación, causando que sus ojos se llenaran de lágrimas y quisieran salir corriendo. Cuando los adultos acudieran al llamado de ayuda, por lo general abrazarían a sus hijos y con gentiles palabras les asegurarían que no había nada que temer, algunos se quedarían a dormir con ellos, otros se los llevarían cargando y los más crueles solo saldrían de la habitación justo después que el llanto se apagara.

- No te preocupes mi pequeño, mamá siempre te protegerá - sonó un susurro proveniente de la oscuridad. Un susurro olvidado en el tiempo.

Puede que ahora los padres tengan razón, no hay nada debajo de la cama, no existe un monstruo que sea capaz de salir de las tinieblas para raptar niños y llevárselos a un horrible lugar.

Ahora ya no existe. Sin embargo, hubo un tiempo en que sí lo hubo.

- Mamá está aquí - esa afirmación llena de melancolía resonó en la vastedad del infinito.

Mucho tiempo atrás, existía una entidad que se alimentaba del temor y llanto de los niños, para conseguirlos, por lo general se escondía debajo de la cama, dentro del ropero o incluso se sentaba en una silla de la habitación para observar como ellos pasaban de pensar que solo era la ropa que creaba esa extraña silueta a darse cuenta de que en realidad había un "fantasma" ahí sentado. Pero la dieta de la infame entidad no solo se concentraba en el miedo de los niños, sino que también en el terror de los adultos.

No había nada mejor que quedar a reventar gracias a una buena cena de lamentos humanos ¡esa sí que era la buena vida!

***

El pequeño niño pelirrojo tomó un peluche en un intento de usarlo como un escudo. Sus piernas y brazos temblaban. Pero, a pesar del miedo que sentía, reunió la valentía para empujar a su hermana, Naomi, detrás de él, necesitaba protegerla de todo mal. En las tinieblas, una risita sádica se escuchó.

- La muerte te anda buscando~ - sonó un frío cántico proveniente de la oscuridad. Seguido por el sonido de afiladas garras chirriando por el suelo.

- ¡N-No te nos acerques! - gritó el pequeño pelirrojo con sus mejillas bañadas en lágrimas. - ¡Llévame, pero no toques a mi hermana! - El monstruo se sorprendió un poco debido a que a pesar de lo aterrado que el niño estaba, aún era capaz de "enfrentarse" a él por su hermana. Eso le gustó, apreciaba a las personas valientes.

Pero, necesitaba alimentarse y lo que ellos le habían dado no era suficiente. Mostrando misericordia por la valentía del chico, tomó la decisión de ir a otra casa en donde pudiera conseguir más llantos y gritos. Quizás esa noche comería el sufrimiento de algún adulto.

Ese monstruo nunca permanecía solo en un lugar, por lo general viajaba alrededor del mundo en busca de más y más presas, a quienes atormentaría el tiempo suficiente antes de ir en búsqueda de una nueva víctima. En ocasiones se quedaba atormentando a las personas durante semanas o meses, todo dependía de la calidad de comida que pudieran darle.

La noche siempre fue la fiel compañera de Akutagawa, el monstruo de los terrores nocturnos, ¿y como no iba a serlo? La oscuridad era donde él tenía más movimiento, podía ir y venir libremente a cualquier lugar, no había nada ni nadie que lo detuviera, él era el rey de la noche.

El monstruo que se esconde bajo la cama -Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora