XIX

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Despertarse en el refugio era un sentimiento nuevo, nunca había dormido en una casa bajo tierra, estaba bastante bien, además de que como era el bosque nadie pasaba por ahí y no había nada de ruido. Hanne y yo dormimos en una cama juntas, Adler y Luke en otra, habían pasado dos días desde que fuimos a los recreativos, el rubio seguía un poco ausente pero hoy nos prometió estar todo el día con nosotros si es que no le hablaban sus padres.

El día anterior habíamos entrenado, por lo que teníamos algunas agujetas, los chicos en vez de hacer el circuito se fueron a otra habitación a hacer no sé qué. Como todos habíamos dormido en la misma habitación desayunamos juntos en esta, Luke había hecho fruta con chocolate y nos había dado a cada uno una botella de proteína.

— La fruta con chocolate es lo mejor.

Asentimos dándole la razón a Hanne que se relamía los labios disfrutando del chocolate, más que de la fruta. Luke no estaba tan sonriente como siempre pero seguramente era por sus problemas familiares, Adler estaba algo inexpresivo, en su rostro se veía cansancio y a la vez no tenía ni idea, Hanne a veces se acordaba de Jakob y otras sonreía como si estuviera bien. Yo estaba normal pero también extrañando a Jakob.

Lleve el desayuno a la cocina cuando terminamos y al volver todos estaban de pie, confundida me quede quieta viendo la sonrisa de Luke, al parecer había vuelto a ser el Luke de siempre, divertido, sarcástico, y simpático. Hanne tenía un brillo de intriga y Adler como antes, ¿que estaba pasando?

— Eh, que pas...

— Luke nos va a enseñar lo que hay en las otras habitaciones, nos quedan dos por descubrir lo que hay dentro y hoy es el día de saberlo.

Cuando mi amiga termino de hablar puse mi mayor expresión de emoción posible, ¿ver lo que había en las otras habitaciones? Eso era increíble, nunca habíamos pasado de las cuatro únicas puertas, una era la cocina, la habitación donde nos encontrábamos, el circuito y la habitación a ciegas. Saber que había en las últimas dos me provocaba una curiosidad enorme.

Salimos de la habitación y fuimos a la pared enfrente de la puerta de entrada, entramos en la puerta izquierda y Luke encendió la luz, de todo lo que me podía esperar lo que estaba viendo era lo último.

— Un gym.

— Si, Adler y yo vinimos aquí, mientras vosotras entrenabais en el circuito, para pues hacer ejercicio con pesas y todo, la fuerza.

— Algún día tendréis que entrenar la fuerza, y eso causa más agujetas.

— Gracias por el aviso Adler, pero si quieres que me muera a base de agujetas, no gracias.

— Eso eso, hermanito yo no quiero que mi muerte sea por unas agujetas, ¿que diría la gente?

— No os moriréis de agujetas, dramáticas.

Caminamos por la habitación del gym y miré todo impresionada, habían cosas gigantes que sinceramente sabía que no entraban por la trampilla por la que bajábamos y subíamos siempre para entrar o salir, la verdad, dudaba de que cualquier cosa que estuviera en esta casa rara fuera a entrar en esa trampilla.

Habían materiales bastante buenos, incluso habían mejores que en algunos gym's del pueblo,
habían un par de botellas de agua que supuse que eran de Adler y Luke, por el entreno de ayer. La habitación se caracterizaba por tener espejos en las cuatro paredes, del techo al suelo, y por tener un techo neón.

Al salir de la habitación pasamos a la siguiente, con mis expectativas bastante bajas por culpa de la habitación del gym. No había nada wow en esa habitación y dudaba que en la última lo hubiera, al abrir la puerta definitivamente mis expectativas subieron. Era una habitación totalmente pintada de negro hasta el suelo, había un armario en la esquina izquierda, una isla grande en el centro, de metal, con muchas armas y materiales raros. En las paredes habían colgadas algunas cosas que no sabía cómo se usaban, pero lo que sabía es que todas eran para matar.

ShirleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora