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Ese sentimiento de dolor en mi pecho no iba a desaparecer tan fácilmente, había dejado ir al que creía ser el amor de mi vida. . . La vida junto a él fue un sueño sin duda alguna, pero debía dejarlo en libertad, no era mío, no era de nadie. Una bella ave era aquel, una ave que necesitaba estirar sus alas para sobrevolar el océano y descubrir por su cuenta nuevas aguas e vistas, un nuevo mundo por el cual se había mantenido alejado durante tanto tiempo solo por mi.

Sentía el agua ingresar en mis pulmones, me estaba ahogando en un mar profundo cayendo lentamente a la parte menos iluminada. Era un lío, un enredo total para mí, todos los pensamientos de lo que acababa de hacer se mezclaban desordenadamente por mi cabeza, esos recuerdos que pasé junto a él hacía que las lágrimas comenzarán a caer y mezclarse con la salada agua del mar. Había sido la decisión de mi vida, no me importaba dejarlo ir si de ese modo era la forma de verlo feliz, sonriente en los brazos de alguien más. . . Alguien que había conseguido sustituirme a mi, había conseguido llenar ese vacío que yo tanto había intentado llenar a través de los años. No quería hacerlo, pero era la única forma. Mi mundo se desmoronaba, había dejado todo atrás sin pensar, salté sin paracaídas a esto, salté solo y sin quién me acompañara durante este estreno viaje de soledad. Eso creí. Pues apesar de haber dejado a mis hijos atrás, al amor de mi vida, mis amigos y familiares, además de mis avances en los estudios que tanto había dedicado su tiempo podía sentir que alguien seguía junto a mi, alguien me había seguido hasta este punto entre la vida y la muerte, pero esa mano que sostenía delicadamente la mía me guiaba cada vez más a las profundidades. . ¿Eso era realmente algo bueno?

En ese momento pude comprender que el amor no solo se trataba de felicidad, no todo era color de rosa y no tenía ese aroma tan agradable de los frescos céfiros. Era una cruda realidad, realidad que me dejaba un amargo sabor de boca, pero comprendía que también tenía que arriesgar todo lo que algún día pude formar con tanto esfuerzo. Era un sentir desagradable. . . Y es que no podía aceptar del todo que él, hombre que alguna vez me amó, había dejado de hacerlo y ahora dormía plácidamente en los brazos de alguien más.

Aunque no lo quisiera mi única compañía era la muerte, ella siempre me había esperado durante tanto tiempo, había esperado a mi flama celestial al fin fuera apagada por las bruscas aguas. Cada Astrid tenía un juramento con aquel que cubría su pálida y fría piel con una capucha negra, y es que no vivían por mucho tiempo, apenas eran 7-13 los que poseían aquella casta tan peculiar a la vista de las demás castas. La protección de los demás traía consecuencias hacia nosotros, nuestra flama estaba desprotegida. . Y por eso la muerte nos cuidaba, necesitaba mantenernos en el mundo.

A éste punto muchos desearían una segunda oportunidad para solucionar todos sus errores cometidos a lo largo de esta miserable vida, pero yo he de estar conforme con lo que viví y pude disfrutar. No voy a negar que me sigo cuestionando hasta ahora sí realmente hice lo correcto, pero ya no tenía tiempo para arrepentirme, cada vez me adentraba más a un sueño profundo del cual sabía bien que nunca iría a despertar. . . Eso... Eso me tranquiliza la verdad. La muerte es hermosa si bien podemos verlo, no es un final para nosotros, solo es un nuevo comienzo alejado del guión final al cual llamamos vida.

¿Pero cómo fue que llegué hasta éste punto?, mi vida no fue una miseria, todo fue por amor. ¿No fue una miseria?, durante los primeros años solamente fue de ese modo, pero lo que parecía haber sido un cuento de hadas se esfumó. . . Era como una pequeña burbuja de jabón; eran frágiles y preciosas, pero el más mínimo tacto puede hacerlas esfumar. Cómo el humo que se iba mezclando con el viento.

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⏰ Última actualización: Apr 24, 2023 ⏰

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Bajo el manto del mar y la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora