-Clases de piano-

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Tres días pasaron como si nada. Y para Ross, Heeseung estaba cada vez más alejado de ella. Ahora apenas compartían un: Buen día.
Él la evitaba a toda costa. Y ella se sentía cada vez peor. No solo por eso, sino que la culpa la carcomía. Su voz había mejorado gracias a Gina.
Volvió a darle un sorbo a la asquerosa infusión que la madre Heeseung le había estado dando en los últimos dos días. Ya se había acostumbrado al mal sabor.

Andy entró a la cocina y se sentó junto a ella. Ya no peleaban, y su mejor amigo le había pedido perdón por haberse comportado como un niño.
— ¿Quieres ir a pasear por ahí, linda? —le preguntó él.
—No lo sé, Andy —suspiró ella —No estoy de ánimos.
La puerta se abrió y él entró. Los saludó por lo bajo y se acercó al fregadero para buscar un poco de agua. Tan pronto como entró, se fue. Y a Ross el corazón se le encogió. Odiaba estar así con él. Simplemente lo odiaba.
— ¿Sigue enojado? —inquirió Andy.
—Si —suspiró ella y apoyó su taza sobre la mesa —Odio que esté así…
—Entiéndelo, Ross, heriste su orgullo…
—Yo no herí su orgullo —dijo frunciendo el ceño —Solo estaba enojada…
—Celosa —la corrigió él. Ella lo miró entrecerrando los ojos.
—Lo que sea —volvió a hablar —No quiero que esté así conmigo.
— ¿Qué te parece si haces algo? No sé… una carta, una fiesta, lo que sea.
—No, esas cosas no sirven con él. Es terco como una mula.
—Entonces quédate sentada y espera a que se le pase el enojo. No creo que esté así por el resto de su vida.

Alguien volvió a entrar a la cocina. Ambos se giraron a verlo.
—Buenos días, Jungwon le sonrió la chica.
—Buenos días a ambos —dijo el pelinegro y se acercó al refrigerador para sacar un poco de leche.
— ¿Cómo te sientes? —le preguntó Andy.
—Mucho mejor, por suerte —contestó mientras se servía un poco en un vaso —Ya no siento tanto dolor, y el médico dijo que dentro de poco podré volver a mis actividades normales.
—Tengo algo para ti —dijo Ross.
El ojiverde frunció el ceño y la miró extrañado.
—Es una carta de Luna —murmuró Andy.
Al instante Jungwon se acercó a Ross y por poco y le arrebató de las manos el sobre blanco. Comenzó a abrirla casi desesperado pero se detuvo al ver que aun estaba en presencia de Ross y Andy. Carraspeó un poco.

—Voy… voy a ir a leerla a otro lado.
— ¿Por qué? — preguntó Andy decepcionado —Queremos saber que te dice.
— ¡Andy! —lo regañó ella y golpeó levemente su hombro —No es de nuestra incumbencia lo que diga esa carta —miró a Jungwon —Ve tranquilo, Jungwon … pero recuerda que todavía no puedes verla. No después de que su padre vino a buscarla hasta aquí.
—Lo entiendo —murmuró este sin dejar de mirar la carta.
—Si le quieres responder nos dices y nosotros le daremos la carta a la pequeña…
— ¿De verdad? —inquirió sorprendido.
—Si —sonrió Ross —No te lo había dicho pero ahora voy seguido a la casa de Luna a darle clases de piano —le guiñó un ojo —Empezamos justo ayer… hoy tengo que ir de nuevo. Así que si quieres que le lleve algo, apúrate.

Salió de la cocina hecho una flecha. Ambos amigos rieron y soltaron un suspiro. Les encantaba hacer de cupidos. Siendo más jóvenes, se encargaban de juntar parejas en la preparatoria y siempre todo salía bien.
Ross volvió a tomar un poco de su té y miró la hora en el reloj. Casi se ahoga al ver que se le había hecho hiper tarde.
—¿Qué pasó? —preguntó Andy.
—Se me hizo tarde… tengo que irme ya hacia lo de los Montoya —se puso de pie y acomodó un poco el lío que había quedado —Dile a Jungwon que mañana le llevaré la carta a Luna. Ahora no tengo nada de tiempo.
— ¿No quieres que te acompañe? —le preguntó él.
Ross le dedicó una tierna sonrisa.
—No, cariño. Puedes ir a darte ese baño de jabones que tanto quieres…
—Odio que me conozcas tanto —aseguró él.

Ella tomó sus cosas y salió por la puerta de la cocina. Susurrando una vieja canción de cuna llegó hasta las caballerizas. Ingresó y divisó a su caballo blanco.
—White —lo llamó. Al instante el animal se giró a verla y se acercó a ella. Con una gran sonrisa ella lo acarició y besó su hocico — ¿Vamos a casa de Estrella? —él relinchó contento. Ella rió —Vamos a ver al bonito de Apolo, cada día se parece más a ti.

Wild Horses - Lee Heeseung ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora