-Jia-

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Ross ingresó con cuidado. Él estaba completamente dormido. Se veía tan tranquilo. Se acercó a él y se arrodilló a su lado. Con una de sus manos tocó sus mejillas. Seguía bastante pálido y sus labios habían adoptado un tono violáceo. Todavía no podía creer por todo lo que habían pasado en menos de 24 horas.
Y siempre él había estado protegiéndola, poniendo su bienestar por encima del suyo propio. Su vida había corrido un gran peligro. Pero al parecer a él no le importaba aquello. Cómo había sido tan tonta de no volver, de dejar de lado todo lo que él le había hecho sentir. Con más cuidado se acercó a él y depositó un pequeño beso en su mejilla. Su piel estaba ya algo caliente y Jen recordó que el doctor dijo que eso iba a ser normal. Lo miró con ternura.

—Si vieras lo lindo que te ves así —le dijo y con su dedo recorrió la línea de su mandíbula. Su dedo cosquilleó —No sabes el miedo que sentí, Heeseung, fue horrible. No debiste hacer eso, claro que no. La próxima vez que se te ocurra hacerte el superman vas a arrepentirte de haber nacido, voy a encargarme de ello.

Siguió observándolo detenidamente. Su dedo siguió acariciando su rostro. Sonrió levemente, entonces recordó el suave y pequeño roce que sus labios habían compartido antes de que aquella maldita serpiente lo arruinara absolutamente todo. ¿La hubiese besado si aquello no hubiese estado allí? Aquella tonta duda la invadió. Fijó su mirada en los labios masculinos. ¿Por qué no? ¿Qué mal podía hacer un pequeño beso? Se puso de pie y comenzó a inclinarse a sus labios. Aunque él no sintiera nada, a causa del sedante, ella iba a depositar un casto beso en sus labios.
Entonces escuchó una pequeña discusión fuera del cuarto.

Se alejó de Heeseung y se paró erguidamente. La puerta se abrió de un solo empujón.
— ¡Aléjate de mi novio! —exclamó a ella y casi corrió hacia la cama. Se echó sobre el cuerpo de Heeseung y comenzó a besarle el rostro —!Ay, Heeseung ¡ —dijo sin dejar de besarlo. La sangre de Ross comenzó a correr más rápido por sus venas —Justo hoy tenía que pasarte esto, mi vida… justo hoy que cumplimos 3 años y 5 meses juntos.

Ross miró hacia la puerta, y Andy estaba parado junto a Jungwon mirándola. Ambos se encogieron de hombros en un simple gesto de: no pudimos detenerla. Ella suspiró y volvió a mirarla. Comprendía su angustia. Pero no la compartía, no quería compartirlo con ella.

—Disculpa —le habló — Heeseung necesita descansar, no tener gritos, ni llanto alrededor.
—Cállate mosquita muerta —le dijo Jia.

Ross abrió bien la boca —¿Acaso crees que no sé que te gusta mi novio y que te lo llevaste a quien sabe donde a propósito? Por tu culpa está así.
—Escúchame bien, amiga —dijo Ross —Te recuerdo que estás en mi casa.
—No sabes el miedo que te tengo, estiradita —la enfrentó —Tú no tienes ni voz, ni voto por aquí. Solo el señor Hann y mi Heeseung … hasta él tiene más derecho que tú sobre estas tierras y todo lo que hay aquí. Sé que algún día será el dueño de todo.
— ¿Es por eso que estás con él? —le preguntó ella —Porque crees que va a ser el dueño de todo esto.

Jia abrió la boca para decirle algo pero enseguida la cerró. Miró a Heeseung y luego de unos cuantos segundos volvió la vista a Ross
.
—Vete de aquí, niñita —le dijo y acarició el pecho de Heeseung —Nadie te necesita aquí. Heeseung está bien acompañado.
—Eres una…
—Wooow, woow, muchachas —dijo Andy entrando al cuarto y tomando a Ross de los hombros —No creo que el galancete necesite que dos locas estén peleando por su amor…
— ¿Qué? —dijo Ross y lo miró —Yo no estoy peleando por su amor, Andy.

— ¡Ja!, saldrías perdiendo —aseguró la castaña.
Ross la miró mal.
—Vamos, linda—le dijo su amigo. Miró a Jia —No le hagas caso a la que tiene el cabello quemado.

Jia se tocó el pelo al instante. Andre sonrió triunfador. Nadie iba a meterse con su mejor amiga.
Ross se quería quedar allí. Ella quería cuidarlo, mimarlo y estar a su lado. Pero no podía ocupar aquel lugar estando aquella… indeseable allí. Giró sobre sus talones y salió del cuarto con Andy atrás.
Jia sonrió cuando al fin dejaron la habitación. Pero entonces observó que Jungwon estaba allí, mirándola.

— ¿Qué quieres? —le preguntó de mala manera.
—Será mejor que empieces a respetar al primer amor de Heeseung —le dijo el. Ella lo miró extrañada.
— ¿Su primer amor? —inquirió.
—Perdón —sonrió el pelinegro —Quise decir a su futura jefa —dijo algo divertido y cerró la puerta para dejarla con la palabra en la boca.

Ross entró a su habitación echando humo por las orejas. Tenía ganas de gritar y de arrogarle algo a la primera persona que se le cruzara en el camino.
Andy era consciente de que ella necesitaba su espacio para desahogarse.
Así que antes de entrar con ella al cuarto esperó unos segundos en el pasillo. En realidad fue un solo segundo.
Entró y vio como ella caminaba de un lado al otro, hablando entre dientes y en voz muy baja.
Realmente era gracioso verla así.
—Ross —la llamó. Ella ni lo miró, ni se detuvo - ¡Ross, ya deja de estar así!
Al fin se detuvo y lo miró.

—No quiero sermones, Andy—le aclaró.
Él sonrió y se sentó en la punta de la cama.
—Yo no iba a sermonearte, mi cielo —dijo y palmeó el colchón a su lado para que ella se sentara y ella lo hizo – Solo vamos a hablar como las mejores amigas que somos.
Ross apoyó la cabeza en su hombro y suspiró.
—Me siento una idiota —murmuró.
—No eres eso, linda —le dijo y tomó su mano —Solo estás celosa…

Andy esperó que ella explotara como la vez anterior. Entrecerró un poco los ojos, esperando los gritos de ella. Pero nunca llegaron.
—Si, tienes razón —asintió —Estoy celosa.
—Me muero muerto —exclamó y la alejó de él para mirarla a la cara – Dilo de nuevo.
—Andy…
—Vamos, repítelo.
Ross resopló.
—Estoy celosa. Odio a esa Jia más de lo que odio a la secretaría de Papá.
—No way —dijo divertido — ¿Más que a Mandy?
—Es muy extraño, Andy. Pero si… la odio más que a Mandy.
—A mi tampoco me cae bien está niña. Hay algo raro en ella… me resulta una…
—Trepadora, interesada, embustera y… mal no sé.
—Exacto —asintió —Pero ya no hablemos más de ella. Quiero saber si pasó algo entre tú y el galán en aquel viejo establo.
Al instante las mejillas de la muchacha tomaron un leve color carmesí. Andy abrió la boca del asombro y se puso de pie.
— ¡No pasó nada! —aseguró Ross antes de que sacara tontas y pervertidas conclusiones.
—Claro que si pasó algo… sino no te sonrojarías como una tontita.
—Es que… me sonrojo porque pensar en que pudo haber pasado algo me da vergüenza. Nada más que eso.
—Ni un abrazo, ni unas palabras tontas ¿nada? —preguntó.
Ross sonrió con los labios sellados. No sabía si contarle o no a Andy. Su amigo era algo exagerado y seguro iba a tomar las cosas de otra manera. Aunque ella misma comenzaba a tomar todo de otra manera.
—Bueno… en realidad dormimos en el mismo colchón.
— ¿Abrazados? —quiso saber él.
— Mmm… si —asintió.
— ¡Lo sabía! Y me dijiste que no había pasado nada. Eres una maldita mentirosa, Rossy Jeon, si que lo eres —la acusó.
—Solo pasó eso, lo juro.
—No sé si creerte, no lo sé.
—Ya no quiero hablar más de esto… ¿Qué te parece si vamos a pasar un día de mejores amigas y vamos a hacernos unas lindas limpiezas de cutis?
— ¿Por qué demonios me conoces tanto? —le preguntó mientras le daba un confiable golpecito en el brazo. Ross sonrió y se puso de pie para buscar las cremas.
—Porque eres como mi gemela…

Wild Horses - Lee Heeseung ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora