Dulce Dragón

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Rhaenyra era una joven y curiosa princesa de tan solo 7 onomásticos cuando su sobrino, el príncipe Daemon nació.

Daemon Targaryen, hijo de Viserys y Aemma, nieto de Baelon y Alyssa. El pequeño niño de hermosos cabellos platinados y ojos violetas, nació completamente sano, luego de que su madre tuvo dos abortos antes de él. Era la alegría de sus padres, su abuelo, y su aún muy joven tía.

Rhaenyra, ven aquí, quiero que conozcas a tu sobrino. -Viserys llama a su hermana menor, quien se acercó a pasos lentos pero seguros, con un bonito huevo de dragón en sus manos.-

¿Verdad que es muy lindo, Rhae? -preguntó cariñosamente la princesa Aemma, tan solo cinco años mayor que la princesa menor.-

Ciertamente lo es, Aemma. -dijo ella completamente segura de sus palabras, aquel bebé era bonito, su piel se veía suave, y aunque lloraba un poco, sus ojos violeta no dejaban de verse bonitos.- Yo, eh, le traje un huevo de dragón al bebé. Es un Targaryen, debe tener un huevo en su cuna, papá me acompañó a buscarlo, pero yo lo escogí.

Orgullosamente la menor les mostró el huevo, y lo dejó en la cuna del bebé, aún observando a este desde una distancia prudente, no sabía muy bien qué hacer o cómo actuar, normalmente los bebés de su prima Aemma no duraban vivos mucho tiempo, pero ella no quería decirlo, le parecía algo cruel.

Cárgalo, Rhaenyra, eso me haría muy feliz. -soltó el príncipe Viserys, tomando a su hijo de los brazos de su esposa para luego pasarlos a los de su hermana, que se encontraba sentada en uno de los muebles de la habitación.-

El mundo pareció detenerse para la platinada, el bebé estaba mirándola con atención, y en cuanto ella acercó un dedo hacia aquel pequeño rostro, el nene lo había tomado, apretando a penas con algo de fuerza, lo cual la hizo sonreír.

¿Como se llama nuestro nuevo príncipe, hermano? -preguntó ella con curiosidad, sin poder dejar de observar al diminuto ser en sus brazos.-

Daemon, su nombre es Daemon. -contestó Viserys con alegría, por fin tenía un bebé sano, y era un niño. Esperaba que fuera un alfa, un gran alfa Targaryen.-

Un buen nombre para un príncipe, hijo mío. -El príncipe Baelon habló, apretando con cariño el hombro de su hijo mayor.-

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Vamos, Daemon, di mi nombre. - una Rhaenyra de 8 onomásticos tenía en uno de los jardines privados del castillo, en sus brazos, a su pequeño sobrino de tan solo un onomástico, siendo custodiada a una lejanía adecuada por algunas doncellas y guardias.-No es tan difícil, mi dulce dragón. Solo tienes que decir Rhae-nyra.

Nyra. -pronunció a penas el príncipe, colocando sus manos en el rostro de su joven tía.-

Está bien, puedo aceptar eso por ahora, Daemon. -le dijo ella con emoción, dejando un suave beso en la coronilla del niño.- Luego cuando seas más grande, tienes que decir que soy tu tía favorita, aunque realmente soy tu única tía, pero eso no importa.

Entonces el pequeño príncipe también deberá aprender mi nombre. -dijo bajo el Rey Jaehaerys, acercándose hacia su nieta, quien cargaba a su bisnieto.-

Abuelo, perdón, su gracia. -intentó ponerse de pie la joven princesa, siendo detenida por el mismo rey.-

Sabes que puedes llamarme abuelo, Rhaenyra. -el mayor aclaró con una pequeña sonrisa, viendo hacia el futuro de su casa.- Mi nieta y bisnieto, los dragones más jóvenes de la Casa Targaryen.

El viejo rey se sentó en una banca junto a la manta en la que se encontraban los más jóvenes, viendo hacia ambos con cariño y nostalgia.

Tienes que cuidar bien de tu sobrino, Rhaenyra. Aún es un dragón muy pequeño, que necesitará que le enseñen sobre nuestras costumbres y tradiciones, lo que es la familia, el amor y la lealtad. Debes protegerlo siempre, pase lo que pase. Siempre la familia estará por encima de todo. Quiero que sean felices, que escojan con quien  y donde vivir, ustedes son príncipes, siempre deberán tener más opciones que los demás, y si no se les dan, ustedes tienen el deber de crearlas. Los dragones no se dejan manejar por las ovejas, recuerda eso siempre, querida. -le habló el alfa con cariño y orgullo, pues aquellas palabras se las había dicho a sus hijos, y ahora tenía la oportunidad de decírselas a su nieta.-

Rhaenyra observaba a su abuelo con admiración, aquellas palabras habían encendido el fuego de su interior, haciéndola apretar más al tierno bebé en sus brazos, el cual no se quejaba, y veía al adulto frente a ellos con curiosidad.

Prometo que cuidaré de él, abuelo. -hizo una pequeña pausa, dirigiendo su mirada al castillo, donde Viserys y Aemma los observaban con una sonrisa desde uno de los balcones.- Y también de Viserys, él es débil, se comporta como una oveja más a pesar de que es un dragón. Solo se preocupa por beber cerveza con los demás señores de grandes casas, olvida que es un príncipe y tiene deberes.

Viserys es más pacifico, mi querida Rhaenyra. -le comentó él con suavidad.- Tú eres más arriesgada y terca, un poco más rebelde, aunque no dejas de abogar por los tuyos y la bondad permanece en tu gran corazón. Estoy seguro de que tu madre está orgullosa de ti, de la persona en la que te estás convirtiendo. Me recuerdas mucho a mi dulce Alyssa, siempre sonriente pero reflejando el fuego en sus ojos, por eso hacía una buena pareja con tu padre, dos dragones pasionalmente enamorados.

Yo también quiero algún día enamorarme de un dragón, abuelo. Un dragón como yo, que me ame y no me abandone nunca. Pero deberá aprender a pelear para que entrenemos juntos, y también tiene que hablar bien el Valyrio, eso es muy importante para mi. -ella tan solo reflexionaba, recordando lo poco que había conocido de la relación de sus padres.-

Me aseguraré de eso, querida princesa. -fue lo último que él contestó, antes de ponerse de pie.- Vamos, está empezando a anochecer, lo que significa que se acerca el momento de la cena. Sabes que es importante para tu padre que estemos todos en la mesa para comer.

La joven sin decir más se levantó, cargando en sus brazos al menor de la familia, negándose a soltarlo y gruñendo bajo de forma territorial cuando una de las doncellas se había acercado para tomarlo.

Los dragones debían estar con dragones, los dragones no se dejaban manejar por las ovejas, los dragones creaban sus propias opciones, los dragones hacían lo que les diera felicidad, los dragones hacían lo que deseaban, protegían a su familia.

Esos pensamientos eran los que rondaban la mente de la princesa, y lo harían por bastante tiempo.

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Hola lectores!!!
Esta nueva historia estuve planteándomela anoche y decidí desarrollarla hoy, espero que les guste y comenten, me apoyarían mucho con un voto. Esta historia tendrá varias cosas algo diferentes, pero más o menos la trama original. Estoy experimentando por primera vez con el omegaverse, así que no me culpen en los siguientes capítulos si publico y comienzo a corregir un poco.

En fin, gracias por pasarse a echar un vistazo!!!

corazones ardientes (daemyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora