Capítulo - 10 El frío invernal llegó

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Al despertar al día siguiente un frió invernal visitaba nuestras calles y contornos. Soplaba un fuerte viento que hacia agitar los árboles a su paso. Todos los tejados y aceras vestían una fina capa de hielo y las ventanas de las viviendas sonreían con su decoración Navideña. Aún faltaban días para Navidad, sin embargo, ya se veía por las calles adornos y luces de colores. Los vecinos se adelantaban al acontecimiento. Preparaban todo para que estuviese a punto y perfecto para la Nochebuena; apenas quedaban veinte días para su llegada.

Me aproximé a la cocina helada de frío para prepararme un café bien caliente y entrar en calor. Mientras cocía a presión en la cafetera sobre la vitrocerámica a temperatura lenta fui al dormitorio de Nidala a ver si había regresado. Toqué en la puerta, pero nadie contestó, así que la entreabrí y miré dentro.

—Nidala —la llamé, pero aún no había llegado. Seguramente había pasado la noche fuera con Yshiro.

Me alegré mucho por ella. Al menos una de las dos se divertía. Se lo merecía. Pensé que le venía bien distraerse de tanto trabajo.

Después de comprobarlo me dirigí al baño para asearme como cada día. Más tarde me tomé el café tranquila y finalmente fui a prepararme para salir. Me puse un pantalón vaquero, un jersey gordo de lana de color violeta y mis botas altas de invierno. Cogí mi bolso para salir, aunque no sirvió de nada. Recordé que no tenía coche, así que no podía desplazarme hasta no recuperarlo.... a no ser que me llevarán.

Eran las diez de la mañana y aún seguía en casa, así que llamé a los del seguro para saber cómo llevaban el arreglo de mi coche en el taller.

Me dijeron que ya lo tenían terminado y en perfecto estado, que no había sido nada para lo que parecía y que fuese a por él cuándo quisiera. Justo al colgar oí que llegaban a casa Nidala e Yshiro. Entraron y cerraron la puerta. Poco después ella me llamó:

—Araci, ¿dónde estás?

—Estoy aquí —dije saliendo hacia donde ellos se encontraban—¡Hola! ¿Qué tal os ha ido por ahí?

—Bien, gracias, pero hace un frío del carajo. Más te vale que te abrigues si decides salir —decía Yshiro.

—Y tú, ¿qué tal te encuentras hoy? —preguntó Nidala.

—Me encuentro mucho mejor. No me he enterado de nada en toda la noche. Me quedé completamente dormida nada más caer en la cama.

—Me alegro mucho que al fin hayas descansado, Araci, pero...

me preocupas. No debería dejarte sola tanto tiempo.

—No te preocupes tanto por mí Nidala. Estoy bien. Además, anoche tuve compañía. Syler llegó al rato de marcharos y estuvimos cenando juntos aquí.

—Ah, qué agradable sorpresa —decía Nidala sin dejar de dedicarme una mirada profunda y extraña—. ¿Y qué tal te fue con él?

—Muy bien. Es una persona muy agradable.

—¿Quién es Syler? —preguntó Yshiro un poco extrañado.

—Es el hermano de Ykore. Creo que no le conoces.

— ¿Ykore, el nuevo fotógrafo?

—Sí, Yshiro, el mismo.

—Claro que le conozco, mujer. Es el joven que se presentó ayer en la agencia cuando tratábamos de irnos a la excursión, ¿no? El que acercó a Ykore y estuvo hablando contigo.

—Sí, el mismo ¿Por qué lo preguntas entonces?

—Sólo por curiosidad. No sabía de quien hablabais. Su nombre no me sonaba de nada.

Estupor SobrenaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora