Capítulo - 11 La tormenta de granizo

5 0 0
                                    

Por los alrededores se veía que el viento había tirado y descolgado algunos de los adornos navideños que los ciudadanos habían colocado por las calles. Habían quedado destrozados. El viento los había arrastrado hasta dejarlos en los rincones. Era una pena ver todo de aquel modo, pero, claro, el tiempo no respeta nada.

Nos montamos cada uno en nuestros coches rápidamente nada más llegar y pusimos rumbo a casa. Cuando íbamos conduciendo nos sorprendió una tormenta de granizo que nos pilló justo cerca del cruce. Yo iba delante de Nidala e Yshiro. Reduje la velocidad, pero apenas podía ver a través de la luna. Aunque había puesto el limpiaparabrisas no era lo suficientemente rápido para despejar todo lo que caía. Me inquieté, parecía que apedreaban el coche. El viento soplaba y golpeaba muy fuerte contra él haciendo que rebotara la pedrisca más bruscamente sobre la luna y el capó. Me puse alerta. Por un momento pensé que se rompería los cristales. Me puse tensa y muy nerviosa, sólo deseaba llegar a casa.

Conseguimos llegar al cabo de una media hora con toda la paciencia del mundo y lo más despacio posible para no dañar el coche, aunque se había hecho algún hoyo que otro en la carrocería a causa de los golpes. Al menos todos llegamos en perfecto estado.

Aparcamos, subimos por el ascensor hasta nuestra planta y entramos a casa. Yo me encontraba aún nerviosa por tanta tensión acumulada. Entré en la cocina y me preparé una tila. Ellos, fueron directamente para el salón y estuvieron viendo la televisión mientras tanto.

Un rato después me dirigí al salón, donde ellos se encontraban, y le pregunté a Yshiro si se quedaría a cenar para preparar comida para los tres. No sabía qué planes tenía con el mal tiempo que corría fuera, así que quise saber qué pensaba hacer. Él me comentó que no me preocupase por él, que tenia que marcharse a casa, que quería darse una buena ducha y prepararse para salir luego. Sabiendo que él se marcharía, me despreocupé un poco de cocinar. Lo haría más tarde y sólo para nosotras dos.

Fui a sentarme un momento al sofá junto a Nidala para ver la tele y relajar los nervios de tanta tensión que había acumulado. Fuera aún seguía la tormenta de granizo, aunque algo más débil. El viento soplaba ligeras y suaves ráfagas de aire que apenas excitaban nuestro nerviosismo. Como empezó a mejorar algo el tiempo, Yshiro aprovechó para marcharse. Se levantó del sofá estaba sentado junto a Nidala, la besó en las mejillas y se despidió de ella por el momento.

Cariño, luego nos vemos. le dijo.

Muy bien. Ten cuidado. El tiempo está muy mal. Conduce despacio. Aquí esperaré. Si por casualidad el tiempo se agitara más y no pudiésemos salir, no te preocupes, ni te molestes en venir. Me iré a dormir —le dijo Nidala.

Está bien. Luego si el tiempo se complicara y no me dejara salir para venir a por vosotras, te llamo... ¿de acuerdo?

De acuerdo.

La besó y se marchó. Nidala le acompañó hasta la puerta. Después volvió nuevamente al salón y me preguntó qué íbamos a cenar esa noche. Propuso cocinar ella mientras yo me aseaba y preparaba para peinarme y maquillarme más tarde. La propuesta me pareció estupenda, así que me fui para mi dormitorio a prepararme una muda de ropa limpia antes de meterme al baño, del cual disfrutaría muy tranquilamente antes de cenar. Nidala mientras tanto se peleaba con el fogón preparando una tortilla de verdura.

Una hora después, cuando terminamos de cenar, me dispuse a acabar de vestirme, pues aún llevaba puesto el albornoz como acostumbro a hacer después del baño. Nidala apiló los platos en el fregadero y se marchó a ducharse y prepararse. Ella era mucho más rápida que yo en ese aspecto. No le daba tanta importancia a combinar su vestimenta, así que prácticamente terminemos a la vez. Nos habíamos vestido para la ocasión. Nidala iba como acostumbraba: llevaba unos vaqueros y un jersey, esta vez de color negro. Yo me había propuesto tomármelo con más detenimiento. Elegí un pantalón y una cazadora de piel en negro. Debajo llevaba un jersey de color berenjena y las botas altas de piel. A la hora de maquillarme también quise hacerlo lo más tranquilamente posible para hacer algo de tiempo por si llegaba Syler. Él me había comentado que nos veríamos hoy, pero viendo el mal tiempo que hacía seguramente se lo habría pensado dos veces. Ya que era algo tarde y no daba señales de vida.

Estupor SobrenaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora