Mientras desayunábamos al día siguiente consideré que aquella era la ocasión perfecta para comunicarle que tenía que marcharme de Arenetum. Le hice saber que me iba a pasar las Navidades junto a mis padres, a un pueblo que había cerca, Fersus, y que pasaría las fiestas con ellos hasta primero de año. Aprovecharía mi estancia para descansar y tranquilizarme de todo lo que me había ocurrido.
Quiero que me acompañes —le dije.
Él se conmovió un poco interiormente y la alegría de su rostro se le disipó por un instante haciendo que se entristeciera su mirada, aunque inmediatamente demostró su fuerte carácter y me comentó que era muy buena idea, que después de todo lo que había pasado me vendría bien el cambio. Yo, convencida de que él me acompañaría, le sonreí y le dije que lo pasaríamos genial y así conocería a mis padres.
Él se asentó por un momento, muy tenso, y me miraba con seriedad. Fue cuando comprendí que no vendría. Le pregunté el motivo. Me comentó que no podía, que debía trabajar y hacer clientes si no quería quedarse sin empleo.
No podía creerlo... Era Navidad... Fiesta. ¿Por qué motivo no se cogía esos días de descanso para poder disfrutarlos juntos? Le presentaría a mis padres y así podríamos concluir las formalidades en la relación.
Se lo pregunté. Él sé lo pensó fríamente. Después volvió a decir que de momento no podía, pero en cuanto pudiera se acercaría a verme, a conocer a mis padres y a pasar unos días allí todos juntos. Me alegré muchísimo al oírlo. Le di la dirección donde me iba a hospedar durante la Navidad. Después se marchó. Antes quedamos para esa tarde; él tenía que salir.
Hablé con Nidala, que aún permanecía en casa. Le conté mis planes. Se alegró muchísimo porque sabía qué hacía tiempo que quería ir, aunque no había podido hasta ahora. Me besó dándome la enhorabuena.
Poco más tarde me dirigí a mi dormitorio para preparar mi bolsa de viaje. Cogí del altillo del armario la bolsa. La postré abierta sobre la cama y saqué unas mudas del armario: cogí de su interior varias blusas de punto de diversos colores, jerséis de lana, algunos vaqueros, chaquetones y finalmente descolgué un fino vestido negro de gala que tenia para alguna ocasión especial. Doblé bien todo y lo metí en la bolsa. Incluí igualmente ropa interior, de dormir y mi bolsa de aseo. Cerré la bolsa de viaje y la dejé preparada para irme la mañana siguiente. Antes del viaje hasta el pueblo donde viven mis padres —por suerte no estaba muy retirado— pasaría todo el día en casa.
Ellos no sabían qué iba a ir. Se trataba de una sorpresa.
Pasé el día, bastante nerviosa. Tenía el estómago revuelto de la tensión del viaje.
Por la tarde llegaron Syler e Ykore. Querían pasar con nosotras el tiempo que me quedaba hasta marcharme. Llevaron unas películas para ver.
Nidala e Yshiro estaban en casa conmigo, no faltaron en todo el día. Comimos juntos al mediodía y más tarde prepararon la cena. Pasemos una velada muy agradable los cinco cenando, hablando y bromeando durante horas.
Syler, cansado de estar acompañado, me miraba de reojo y me hizo un gesto con la cabeza para salir y estar a solas. Se suponía que estaríamos solos antes de que me marchara y a él se le estaba haciendo eterna la espera. Entendí perfectamente su propósito. Me levanté del asiento, le cogí por el brazo y tiré de él hacia la entrada mientras les decía a mis amigos que nos íbamos a dar un paseo. Nidala me advirtió que la noche no jugaba a nuestro favor, que hacia un frió terrible fuera. Yo me limité a decir:
—Lo sé, lo sé. No te preocupes por mí.
Después miré a Syler de reojo e insinué:
—Estaré bien.
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Estupor Sobrenatural
FantasyUna joven despierta de madrugada a la entrada de un bosque sin saber cómo ni por qué ha llegado hasta allí. Incapaz de recordar qué le ha sucedido, es atendida por un hombre que amablemente la lleva a su casa. Éste es el inicio de la historia de Ara...