12°

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Scarlett.

-¿Cariño?

-Sí, así te he llamado. ¿Hay algún problema?

-Ryan... - dije insegura mientras me ruborizaba.

-Puedo imaginar el rostro que pones en estos momentos, rubia.

Oí su risa y fue inevitable la sonrisa que apareció en mi rostro.

-¿Cómo están ellos? - pregunté ignorando el hecho de que moría por oírlo llamarme cariño o rubia otra vez.

Aquellos apodos que alguna vez se adentraron en mis sensaciones más profundas y luego me causaron tormentos por meses imaginando a cuantas mujeres pudo llamar de la misma manera sin que yo me enterara.

-Duermen. Elliot acabó su tarea y decidió ir a ver caricaturas con Rose, ella sólo durmió en cuanto la abrazaron.

Sonreí.

-La acostumbras a eso de mala manera.

Él volvió a reír.

-No puedo evitarlo, es... Nuestra pequeña, una pequeña tú. Me recuerda tus lindas acciones de jefa mandona.

Bufé. Volvió a reír.

-No soy mandona, soy organizada.

Tenía ganas de comentarle que había comenzado con algunas ideas sueltas sobre un futuro proyecto, pero también deseaba esperar a la primera semana larga para visitarlos, hablar con él y comenzar a trabajar en conjunto. El trabajo en pareja es realmente cómodo cuando conoces a alguien tan creativo como Ryan que puede complementarse tan bien con mi orden.

-Te extraño.

Sonreí.

-No deberías hacer las llamadas sobre nosotros...

-No colgaste.

Suspiré.

Él no dijo nada y yo tampoco, pero en el fondo sabía que moría por oírlo endulzarme los oídos con lo melifluo de sus palabras, incluso si acababa siendo una mentira mortal.

-¿Me extrañas tú también?

-A veces - siempre.

-Te extraño. Mucho. Créeme que solo cuento los días para que vengas a mi lado, poder besarte y decirte todo lo que te he extrañado en este tiempo...

-¿Realmente me extrañas? - susurré insegura.

Pude sentir su sonrisa contra el móvil. Podía casi imaginarlo frente a mí, sonriendo como si yo fuese lo único que le interesa en el planeta... Aunque claro que le interesa el mundo, él está muy preocupado de cómo avanza el calentamiento global, es un buen hombre. Ha estudiado tanto.

-Te extraño tanto... Deseo tanto tenerte conmigo... Extraño a mi mujer.

Suspiré. Su mujer. Suya. De él.

Aquello que no podía sentir hace tanto. Ser suya, que me deseara, a mí, no a otras, no a mujeres más jóvenes y delgadas, no a mujeres sin marcas o líneas, no a mujer de muslos menos anchos y traseros levantados. ¡Oh, aquella comparación...!

-He estado haciendo dieta... - comenté queriendo recibir un buen comentario sobre eso.

-Oh. ¿De verdad? Sobre eso, me he inscrito en un gimnasio, tengo una entrenadora asombrosa. Se llama Svetlana, es grandiosa....

Dejé de oírlo. Realmente las dudas jamás morirían...

-Eso suena grandioso... - susurré.

Mantuvimos la conversación entre algunas cosas que él anhelaba comentarme, no hablé con mis pequeños, pero tenía aquella sensación en el cuerpo.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora