Mi primera vez

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Jimin estaba sentado en la orilla de la cama, repasaba uno a uno los hechos ocurridos ese día. Había fracasado como abogado una carrera impuesta por sus padres y hermanos, así que impartía clases para estudiantes que ingresaban a la universidad o qué tenían curiosidad por la literatura.  Algo que jamás había pensado, pero que hasta el momento le daba resultado y pagaba la renta, a sus veintiseis años jamás había experimentado satisfacción por nada al menos se distraía con lo que hacía. Siempre amó la literatura y a veces sentía que era algo así como su vocación, el problema era que lo hacía todo a escondidas de su familia.

Su padre era Park Minhyuk, un abogado exitoso, ambicioso y corrupto. Su madre Park Rose, una mujer elegante, hermosa, pero con un corazón de piedra. Su hermano mayor era Park Yoongi y le seguía Park Arata, no los veía desde los dieciocho años y esperaba no tener que verlos en especial a Arata. Se había alejado de todo y hecho su vida a cómo lo deseaba.

Ese día había conocido a un joven en las clases de tutoría, un joven odioso y prepotente que la había hecho abandonar su amable carácter sacando lo peor de él. Le molestaba esa parte de él, tener que fingir ser alguien que no era en el interior y que solo cuando estaba a solas podía salir, sí, Jimin  era una persona tan diferente a lo que los demás podían ver, en el fondo era apasionado y lleno de deseos que jamás había experimentado con un hombre. Eso le hacía sentir un poco fuera del lugar, pues todos a su al rededor ya tenían sus vidas en camino, familia y casa.  Pero él no, sentía que a veces iba a estallar sino lograba conocer un poco de felicidad.

— Definitivamente hoy no fue el mejor de mis días, debí quedarme en la cama leyendo, pero la verdad, este libro no me ha atrapado para nada.

Dijo Jimin para sí mismo, eran las 11 de  la noche, no había comido bien quería bajar unas libras para ponerse un pantalón que le gustaba mucho, además tenía que verse bien o se deprimiría como solía hacerlo. Pues en el mundo, las personas delgadas estaban de moda, su cuerpo no era muy apto para ese estereotipo, no tenía sexies piernas largas, sus caderas eran anchas y muslos hermosos, para ser un doncel su cuerpo no era como solían ser los demás de su condición.  De pronto, sintió esa sensación de ahogo en el pecho, el calor que subía por su pierna llegando a quemar su vientre y pensó que era el momento de desencadenar su imaginación. A veces se sentía sucio, pero no podía evitar sentir aquel calor que le hacía hervir la sangre y lo calmaba solo tocándose.

Imaginación de Jimin

Se recostó en la cama se cubrió con la sábana y empezó a imaginar. Esta vez era un chico tímido e inexperto sus padres la habían dejado a cargo de un matrimonio que lo cuidaba, pero que cuando ellos no estaban su hijo  llamado Bogum,  lo veía como si fuera un delicioso pastel al cual devorar, no una ni dos veces, lo había arrinconado en algún sitio de la casa. Él era muy apuesto ojos color miel, una piel blanca bronceada por el sol en las tardes de natación, era inteligente con un cuerpo bien formado, fuerte y atrevido, sobre todo atrevido. Jimin fantaseaba con tocar aquel abdomen tan bien formado, poder sentir en la yema de sus dedos aquella sensación de calor y electricidad.

Bogum como cada vez que estaban a solas, se le acercó y le susurro al oído ─"Jimin esta noche serás solo para mi, haré un desastre de ti"

Al escucharlo él sabía que no podría escaparse de él, pues era muy hábil en lo que hacía. Sabía exactamente donde tocar y cómo encender su piel con un solo roce. Al llegar la noche, él cerró la puerta con llave y se acostó, pero Bogum había conseguido la llave de una de las sirvientas que hacían lo que él les pedía. Bogum siempre obtenía lo que deseaba y Jimin  era lo que él añoraba y ansiaba, tenerlo desnudo bajo su cuerpo haciendo de todo para que gimiera su nombre. 

En la cama se sorprendió al sentir el roce de los dedos sobre su piel, quiso gritar y él cubrió su boca con un beso que se intensificó cuando él uso su lengua con maestría,  poco a poco la llenó de caricias, no se opuso dejó que él continuara lamiendo sus tetillas hasta que él logró sentir su cuerpo caliente y ya no se diga su miembro, no se resistió se dejó llevar por los gemidos y caricias mientras él le decía al oído "dime que quieres que haga y lo haré, tu rostro me dice que me quieres dentro, pero quiero que me lo digas con tu boca" Sabía que no podría hacerlo, pero resistirse a Bogum era como nadar contra la corriente, además ansiaba sentirse amado.

Under My Skin In The Twisted WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora