Capítulo 100: Remordimiento

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~Inuyasha

Salí a buscar a Hakuryu y a Kagome porque ninguno había regresado desde temprano en la mañana, se acercaba la hora del almuerzo y me tenían preocupado. Cuando desperté los escuché irse juntos, pero no me atreví a seguirlos por lo que pasó hace unos días, no quería repetir el mismo error por culpa de mis celos, volvería a actuar de la misma manera y por ningún motivo deseaba tener otro pleito con la miko.

Y si ella decidió por él, tendré que aceptarlo aunque me parta el alma.

Encontré a la sacerdotisa a las afueras de la aldea, su expresión triste y ojos llorosos indican que algo malo pasó. Me acerco y ni siquiera reacciona a mi presencia tratando de ignorarme.

Inuyasha: ¿Qué ocurre?

Kagome: nada.

Me da la espalda e intenta limpiarse las lágrimas que caen por sus mejillas con la manga de su ropa. No tiene que fingir ser fuerte si está pasando una dificultad, he sido vulnerable frente suyo, puede serlo frente a mí.

Inuyasha: puedes confiar en mí.

Kagome: déjame sola.

Se vuelve hacia mí molesta, su mirada llena de fuego me hacía sentir culpable de algo que no hice. Me dolió ver sus ojos llorosos, detestaba verla sufrir.

Inuyasha: ¿Estás enojada conmigo? ¿Qué hice?

Kagome: nada, no hiciste nada.

Inuyasha: ¿Entonces? —confundido.

Se niega a contestar lo que me lleva a pensar que yo no era el problema.

Inuyasha: ¿Pasó algo con Haku?

No estaba por ninguna parte, de seguro se fue a su casa.

Kagome: lo que pase entre los dos no es tu asunto —enojada.

Tristemente, tenía razón y me dolía pensarlo.

Inuyasha: hey, tranquila, solo estoy preocupado por ti —me defendí.

Kagome: estoy bien.

Claramente no lo estaba.

Inuyasha: si tú lo dices.

Empecé a caminar hacia el pozo, quería preguntarle a mi amigo lo que ocurría entre él y la joven que no deseaba tenerme cerca. O al menos eso intenté hasta que una mano sujetando mi ropa desde la espalda me detuvo.

Kagome: no te vayas, no quiero estar sola.

Inuyasha: realmente no te entiendo —me vuelvo hacia ella— me acabas de pedir que... —me interrumpe.

Me abraza sin previo aviso, sus delgados brazos se cruzan en mi espalda, mis piernas se vuelven temblorosas y escuálidas. Sentirla sobre mí era una debilidad de la que no quería deshacerme. Tuve que juntar toda mi fuerza de voluntad para evitar hacer algo estúpido que arruinara el celestial momento.

Kagome: te detesto —me dice pegando su mejilla en mi abdomen.

Sonreí un poco sabiendo que me estaba mintiendo.

Inuyasha: entonces ¿Para qué me abrazas? —le correspondo.

Kagome: tengo frío.

Inuyasha: sí, claro —le digo de forma irónica.

Paso mis dedos por su suave cabello como si de seda se tratase, me encantaba cada parte de Kagome, no existía nada que quisiera modificar o mejorar, aún con esos cambios de humor tan drásticos a mis ojos era adorable y perfecta. Algo la puso triste, mi trabajo era consolarla, ayudarla a sentirse mejor, deseaba que supiera que siempre estaría allí para ella, como ella para mí. No debía hacerle preguntas, solo ofrecerle mi apoyo y cariño.

InuYasha A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora