📖CIENTO CUARENTA Y SIETE📖

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P. O. V. LEVI:

La última vez que estuve en Marley había sido después del cumpleaños de Kai, lo cuál diría que fue ayer y aun así el ambiente es diferente, como si todo hubiera cambiado drásticamente.

-Levi... - me llamo Armin.

Habíamos montado una base de operaciones en mi casa, pues había rechazado rotundamente la oferta del gobierno de Marley para brindarnos un espacio.

-¿Si? - dije alzando la vista del mapa del país que tenía extendido sobre el comedor.

-Los soldados ya fueron desplegados, pero los que comenzaron su búsqueda en la ciudad siguen sin novedades. - me explico acercándose para tachar en el mapa la zona. - ¿De verdad crees que los niños llegaron hasta acá?

-Es el único otro lugar que conoce Kai, si es los esta liderando seguro están aquí. - repetí con cierta frustración.

Era domingo a medio día. El sábado habíamos estado perdiendo el tiempo con el gobierno de Marley, el cual, pese a su “disposición” por ayudar, no movilizaron a los soldados hasta hace un par de horas. La búsqueda aquí sería lenta y tortuosa sin duda.

-Pero no están aquí en la casa, si vinieron solo pueden quedarse aquí. - me recordó Armin.

-O en casa de los Braun. - Señale. Me enderece - A donde me dirigiré, de hecho.

Si los niños estaba aquí, debía aprovechar que los soldados apenas comenzaban a moverse por la ciudad, pues quizá si estaban en casa de los Braun y de ser así, quizá no sabían que los buscábamos, así lo podría encontrar.

Por lo que me di prisa a salir de la casa con Armin pisandome los talones.

-¿Sabes donde viven los Braun? - cuestionó el rubio cuando me alcanzo.

Muy pocos sabían que al término de la guerra, cuando me trataban las heridas y me daban terapias, vivi con Ami en casa de los Braun (los padres de Gaby), fue hasta que me recupere qué pudimos comprar la casa en la que vivimos durante el embarazo y primeros años de vida de Kai, antes de decidir criar a nuestro hijo en nuestro país natal. Así que si, Kai era un maleyano de nacimiento, cosa que nos trajo pequeños problemas cuando volvimos a Paradise, pues aun no se tenía a Marley en un buen termino, no hasta que el propio Armin concreto los tratados de paz y demás.

-Si. - me limite a decir.

-¿Y si sabias, porque no fue en primer lugar en el que buscaste?

Para este punto había muchos lugares donde me cuestionaba porque no había revisado primero, pero todo se resumía a una sola razón:

-No esperaba que los niños fueran tan lejos.

Armin guardo silencio, como si también pensara que nuestros hijos, acostumbrados a una vida de paz y seguridad, difícilmente podrían ir más lejos del radio de nuestra ciudad.

-Cuando saliste corriendo para ver a Ami...-dijo después de un rato de silencio.

Recorriamos las calles de Marley, vestidos de civiles para no llamar la atención (lo que inevitablemente me llevo a recordar aquella primera visita al país, cuando de hecho, terminé en una pelea con uno de los titanes cambiantes). Todo se veía normal, era extraño, pues mi mundo se movía a una velocidad impresionante, pero lógicamente Marley no lo sabía, ni mucho menos se movía del mismo modo.

-... Y Mikasa te dijo que no encontraban a los niños... - siguió diciendo en rubio. - ¿Por qué ...?

-¿Por qué no pensé en los niños primero? ¿Por qué espere tanto para movilizarlos? - le interrumpí. Él asintió. - Kai ha crecido como hijo único, de dos padres que perdieron sus figuras paternas a corta edad, Ami y yo lo hemos consentido demasiado, debo admitir. - hice una pausa recordando todas esas veces en que me arrepentía de usar mano dura con Kai. - Y por eso, creí qué irse de la escuela había sido un simple berrinche o capricho...

-Supongo que aún creemos que son unos niños... - coincidió Armin. - No dimensionamos qué son casi unos adolescentes demasiado rebeldes e intrépidos.

-No sé a quienes se parecerán. - solté con una leve sonrisa.

Desde siempre lo supe, lo comprobé cuando le enseñe a Kai el equipo de maniobras; pero no es hasta este momento, en el que no lo encontramos, en que acepto que Kai es incluso más valiente, fuerte y astuto qué Ami y yo juntos. Por lo que, solo me queda esperar que todas esas virtudes las este usando para sobrevivir...

P. O. V. KAI:

El sábado por la noche, luego de mi reunión con Asher, había regresado a casa a contarles a mis amigos. Y ahora, siendo domingo, poco después de medio día, solo me quedaba esperar en casa a que Asher llegará con las nuevas buenas para poder entrar al Archivo; sin embargo tenía la sensación de que algo importante pasaría.

-Son tus nervios. -me dijo Kikyō cuando le comente el presentimiento qué tenía.

-¿Por qué estaría nervioso? - cuestione cruzandome de brazos.

-Pues porque al fin cumplirás tu objetivo. - razonó pensativa.

Carla se levantó del sillón y se acercó al comedor donde Kikyō y yo estábamos, se sentó con nosotros y con un gran esfuerzo hablo:

-Odio darle la razón a Ackerman...

-Tu también eres Ackerman, Jeager. - le reproche.

-Pero, yo también creo que algo anda mal. - me ignoro.

-Están siendo muy paranoicos. - comento Niggel. - ¿Qué podría salir mal justo ahora?

Lo pensé. Bien tenía algo de razón, no teníamos problemas justo ahora, pero eso no explicaba ni resolvía la mala idea de que algo estaba por pasar.

-Como sea, deberíamos mantenernos alertas por hoy.  - comente analizando nuestros movimientos hasta ahora.

-Esta bien, sólo porque el poder Ackerman siempre tiene algo de cierto. - razonó Kikyō luego de un largo silencio.

-¿Tiene algo de cierto? No predice el futuro, te recuerdo. - comento Carla.

-¿Qué no hace un segundo decías que tu también presentías algo? - le reproche.

-Lo decía porque hay algo raro sucediendo afuera, escuche que alguien gritaba algo a lo lejos. - se explico la castaña cruzandose de brazos.

-¿Y ahora lo dices? - quiso saber Niggel.

-No sonaba a nada importante y como ya dije, se escucho muy lejos. - insistió Carla.

Es verdad que el poder Ackerman había amplificado nuestros sentidos, pero aún así no eran suficientes como para escuchar lo que ocurría a kilómetros de distancia. Por lo que, lo que debió escuchar Carla, fue el eco producido por la falta de gente en esta zona.

-Iré a revisar, quizá si es algo importante. - suspire poniéndome de pie.

-Que vaya Carla también. - ordenó Kikyō.

-Ni hablar. - se negó la castaña. Regreso a donde estaba y se dejó caer en el sillón. - A mi no me puedes obligar a nada, Kikyō.

Chasquee la lengua de mal humor y sin permiso ni compañía me dispuse a acercarme a la puerta.

-Kai, no vayas solo... - pidió Kikyō.

-No iré tan lejos... - dije poniendo una mano en el picaporte de la puerta. - Solo daré una...

Todos mis sentidos se pusieron en estado de alerta.

-¡AL SUELO!

Levi's diaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora