Capitulo 9

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La sonrisa ladina de aquel joven de túnicas oscuras, no hizo más que empeorar el mal humor de Jiang Cheng. Si tan solo hubiese tenido el tiempo de regañarlo como en el pasado; de paso darle una buena patada en el trasero para que dejara de actuar tan malditamente desvergonzado ¡causándole problemas!

Lastimosamente no podría volver a cumplir aquellos hábitos de los días de su adolescencia, donde ambos eran unos torpes demasiado inocentes.

Quizás el corazón de aquel feroz loto ya no tiene el mismo rencor, pero queda la incomodidad; siente que su hermandad estaba demasiado rota para ser reparada de la noche a la mañana.

Jiang Cheng divagó, momentáneamente abrumado con el extraño panorama. Llegó aquí esperando un verdadero caos y encontró un silencio penetrante.

Apenas detuvo sus firmes pasos, las elegantes túnicas purpuras revolotearon contra una ráfaga repentina de viento helado. Los dedos juguetones de Wei WuXian quedaron extendidos, pues había lanzado abruptamente un talismán hacia su dirección. El ahora líder de la secta demoníaca quedó petrificado, con el escozor en su mejilla por el roce de dicho papel impregnado de energía, que se estampó contra la puerta.

Un segundo después, la taberna quedó sellada por dentro y fuera, para evitar el paso de externos y la filtración de sus voces. Ni un alma rondaba en este espacio de la taberna desierta, ni siquiera los molestos ghouls que solían acompañar al Patriarca de Yiling cuando rondaba fuera del Embarcadero.

La actitud risueña con la que Wei WuXian había recibido a Jiang Cheng, no cambió en todo ese tiempo; si acaso, había una sombra de misterio en la manera en que invitaba a beber vino a su shidi.

—Aiya~ no seas tan quisquilloso, Jiang Cheng. No es tan bueno como la Sonrisa del Emperador, pero algo es algo.— comentó al final, cuando este le devolvió un gesto de rechazo. —¿Estás seguro que no quieres? Después no te quejes que soy un tacaño.

Se bebió los dos vasos de vino recién servido, con un chasquido de lengua, antes de apartar la mirada de la jarra.

—¿Por qué estás tan quieto ahí? ¿No vas a hacer nada?— le dedicó una sonrisa traviesa, acomodando el pliegue de su túnica, en una pose típica del Patriarca de Yiling en su actitud más frívola.

En su otra mano, giraba la flauta Chenqing como si esperase algo.

Jiang Cheng se quedó en un momento de duda y sospecha, entrecerrando los ojos. Dio un par de pasos más cerca y volvió a detenerse, intentando descifrar qué cosa podría estar esperando de él este atolondrado hermano de secta; él no sabía, pero Wei WuXian lo estaba estudiando con bastante cuidado. Desde su repentino cambio de actitud, hasta la vestimenta ligeramente diferente que usaba.

El Sandu Shengshou que todos conocían era un hombre más frívolo que el propio Patriarca de Yiling; bastante temperamental, sanguinario y obsesivo para infundir miedo a toda persona que se le quedase viendo por mucho tiempo. El líder de la secta demoníaca hacía honor al término "loto negro", siendo el más cruel y agresivo, sin el mínimo de duda en cada una de sus acciones. Todo con tal de hacer justicia a la misteriosa muerte de su hermana y para proteger a su secta.

Jamás se le vería detenerse para pensar, el temible líder haría todo con un frío cálculo. Sandu Shengshou estaba obsesionado con causar miedo a todos los cultivadores, sabía que tenía que hacerlo, sacrificar su propia imagen para lograr lo que se ha propuesto. Incluso intimidar a los hombres y dejar que hablen de su gusto por "devorarlos", era una parte importante del plan.

Esto nunca fue contado a Wei WuXian, sin embargo, ya había sospechado desde tiempo atrás que todo era parte de un plan bien elaborado.

Wei WuXian estaba muy agradecido con Jiang Cheng cuando no le dio la espalda contra las acusaciones de las demás sectas, pese a ser muy consciente de no ser la única ni verdadera razón por la que su shidi decidió apoyarlo y volverse un líder de la secta demoníaca.

Capturando a la Belleza [ChengXi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora