𝐶𝐴𝑃𝐼𝑇𝑈𝐿𝑂 𝑉𝐼 - 𝐼𝑡 𝑤𝑎𝑠 𝑎 𝑙𝑖𝑒 𝑤𝘩𝑒𝑛 𝑡𝘩𝑒𝑦 𝑠𝑚𝑖𝑙𝑒𝑑 𝑎𝑛𝑑 𝑠𝑎𝑖𝑑 "𝑦𝑜𝑢 𝑤𝑜𝑛'𝑡 𝑓𝑒𝑒𝑙 𝑎 𝑡𝘩𝑖𝑛𝑔"

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"A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd". 
–Alphonse de Lamartine.



Una vez que Gustabo abandona la sala de juntas y su silueta se pierde tras la gruesa puerta de cristal, Volkov llama a su propia calma entre cada suspiro de su respiración entrecortada.

Nadie lo nota, pero está sangrando a borbotones. Cada palabra, reproche y verdad dichas minutos atrás se le clavan en el pecho cual afiladas dagas. Los recuerdos también bombardean su mente,  dejando al descubierto la dureza, frialdad e indiferencia con la solía tratar a Horacio.

Menudo tonto está hecho. En sus constantes intentos por mantener intacta su coraza de hielo, lo lastimó. Destruyó el corazón de la persona que más ansiaba proteger. Aunque admitirlo golpeara su orgullo, Gustabo tenía razón.

Sin embargo, por más que acepte su culpa, el dolor en su pecho no aminora, por el contrario sus rodillas han comenzado a temblar al igual que sus labios. Necesita salir de ahí.

—¿A dónde crees que vas?

Conway tira levemente del ángulo de su antebrazo, pero lo único que recibe es una mirada gélida por encima del hombro y cólera pura disfrazada de indiferencia.

—¿Ahora le importa? —es lo que responde.

—Volkov.

—Métase en sus asuntos.

Y con un tirón nada amable, se deshace del molesto agarre que le mantiene cautivo.

Volkov necesita aire, todo el que sus pulmones puedan darle, pero aparentemente su organismo no está haciendo un buen trabajo, porque todavía se siente falto de energía. Anhela correr lejos y no puede hacerlo, sus piernas son caprichosas, no lo permiten.

A fin de cuentas cede a un ritmo que le genera desespero, pues no le queda más que ser paciente hasta llegar a su auto. La siguiente parada tiene un enorme letrero en la entrada, anaqueles y una vasta colección de botellas que seguramente le ayudarán a calmar el ardor en su alma.




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"Paralyzed - NF"
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El tiempo pierde importancia cuando el alcohol quema su garganta con cada sorbo. Han pasado horas. El cielo azul es negro ahora y Volkov continúa perdido en las cenizas de un amor que jamás fue ni será.

No sabe en qué momento sucedió, pues su juicio tambalea constantemente, pero la lápida de mármol que tiene grabado el nombre de su primer amor está justo frente a él, recordándole el porqué sostiene una botella de vodka medio vacía a mitad de la noche.

La realidad le abofetea en la cara constantemente. No puede respirar. En su garganta hay un nudo que le priva de aire, está asfixiándole. De hecho, esa sensación permanece desde aquel atardecer en las Bahamas, la última vez que pudo respirar tranquilo.

Probablemente no hay suficiente alcohol en la tierra para anestesiar el dolor de su recuerdo, pero al menos esa noche intentará olvidarlo. Y es con un trago más que los lamentos se transforman en preguntas y estas, a su vez, en reproches, en culpa, en arrepentimientos tardíos.

—Cuando nos conocimos... me aparté de ti para no dañarte. Todo este tiempo te evité para que nadie te lastimara por mi causa y ahora... —Respira profundo y mira la luna en busca de consuelo. Ella es la única testigo de su suplicio—. El mundo ha perdido su brillo desde que no estás en él. Dime, Hache, ¿cómo continuo sin ti?

𝐷𝐼𝑆𝐸𝑁𝐶𝐻𝐴𝑁𝑇𝐸𝐷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora