La luz entró por la ventana al amanecer. Te incorporaste un poco y parpadeaste para aclarar tu visión. Miraste a la pelirroja, que dormía plácidamente, y pasaste una mano por su brazo. Ya no era sólo el pequeño incidente con la pintura, el ataque a aquel chico era la guinda del pastel, aunque en la última semana, no volvió a ocurrir nada parecido. Tampoco eso era de mucho consuelo
-Buenos días.- Te dijo, dándose la vuelta.
-Buenos días, pelirroja. ¿Qué tal estás?- Le preguntaste.
-Algo mejor, pero sigo preocupada.
-Bueno, este fin de semana es tranquilo, date cuenta de que vienen los padres de los alumnos. ¿Quieres que vayamos a algún sitio? Lejos de aquí, tú y yo solas, dos días, ¿Qué te parece?- Dijiste sonriente.
-Me encantaría...- Te respondió, besándote.
-Pues ya está. Voy a mirar sitios y por la tarde nos largamos de aquí.
Te levantaste de la cama y te vestiste, dispuesta a pasar un fin de semana romántico. Te pareció oportuno avisar primero a tu tía. No tenías por qué hacerlo, pero tal y como estaban las cosas sería mejor.
Al llegar a su despacho, te encontraste con unas personas que te resultaron familiares. Eran los Addams.
-¿Sarah? ¿Eres la pequeña Sarah Weems?- Preguntó Gómez, sonriendo ampliamente. Tú asentiste, acercándote a ellos.
-Madre mía, cómo has crecido.- Dijo Morticia, poniéndose a la altura de su marido. –Al final tu tía te ha convencido para trabajar aquí, por lo que veo.
-Pues sí, tampoco es que me quedara otro remedio.- Dijiste.
-Es increíble que seas la misma niña que venía a nuestra casa en Halloween.- Dijo el hombre, con su tono siempre encantador.
-Lo que es increíble es que aceptara jugar con vosotros a "despierta al muerto," aún tengo escalofríos.- Dijiste bromeando.
-Oh, me alegro de que lo pasaras bien. Dile a tus padres que cuando quieran hacemos una reunión como las de antes.- Dijo la mujer. Tú asentiste, acostumbrada a ese tipo de comentarios. –Ya nos veremos por aquí, tenemos muchas cosas que contarnos.- Te dijo cogiendo del brazo a Gómez, empezando a andar.
No te diste cuenta de la presencia de Miércoles hasta que ella se movió también. Un pensamiento fugaz pasó por tu cabeza. Al fin y al cabo sabías que ella había estado investigando por su cuenta. Tal vez podría darte un poco de información.
-Miércoles, espera un momento.
La joven se giró hacia ti lentamente.
-¿Qué he hecho ahora?- Preguntó.
-Nada, no has hecho nada. Sólo quiero hablar contigo un momento. Siempre que no prefieras ir a disfrutar del almuerzo con tus encantadores padres.- Dijiste con sorna.
-Habla.- Dijo secamente. La conocías bien.
-Puedes decir que no, pero estoy segura de que has estado investigando por tu cuenta.- Empezaste. –Oye, aunque no lo creas, estamos muy preocupados por lo que está pasando.
-¿De verdad? No lo parece.- Dijo con su tono afilado.
-Mira, soy yo la que te está preguntando, no mi tía.
-Si no te comportaras como ella, podría distinguiros mejor.
Rodaste los ojos antes sus respuestas. Estabas a punto de rendirte, pero se te ocurrió una terrible idea.
-Hagamos un trato, Miércoles...- Dijiste, en un tono más confidencial.
-¿Un trato?
-Sí, un trato.- Remarcaste. –Yo te cuento lo que yo sé, y tú me cuentas lo que tú sabes, ¿qué me dices?
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Las cenizas de un corazón roto
AventuraTu nombre es Sarah Weems. Tu tía te insintió para que ocuparas el puesto de profesora de arte en la academia Nunca Más, pero tú lo rechazaste. Vivías tu vida en Boston junto a tu novia, Emily. Todo cambió después de pedirle matrimonio. Ella rechazó...