Prólogo. El hombre en la nieve.

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Regresaba a casa después de vender velas en el pueblo, lo único bueno del invierno es que las ventas siempre suben, aunque me intenté dar prisa no pude evitar que la nevada me alcanzara. Mi pequeña cabaña estaba a pocos minutos, que con este intenso frío que me quemaba las mejillas parecían horas; mi perro, Zoro,  caminaba junto a mí manteniendo el paso, su enorme tamaño le favorecía para caminar sobre la densa capa de nieve que se iba formando poco a poco en el suelo.

La cabaña se veía cada vez más cerca, no podía esperar a llegar para calentarme en el hogar junto a Zoro, pensaba en el estofado de conejo que comería al llegar y en el cálido fuego de la chimenea, cuando sin aviso mi fiel perro soltó un fuerte ladrido y salió corriendo.

-¡Ey!-mi grito pareció ahogarse entre el sonido del viento-, muchacho, espera ¿qué te pasa ?-no entendía que estaba pasando, ni siquiera corrió en dirección a la cabaña.

Arremangué mi capa y seguí a mi perro, él no era un animal tonto, si había salido corriendo de esa manera seguro habría algo que le llamase mucho la atención. Mientras corría preparé el cuchillo de caza que estaba amarrado a mi cintura, más valía estar preparado, pronto alcancé a mi enorme perro gris, estaba detenido olfateando algo, al inicio pensé que sería un ciervo, lo que me alegró mucho, sería carne y piel para vender. Sin embrago mi júbilo desapareció cuando pude ver a un joven moreno, en extremo delgado y con varias heridas en su cuerpo, algunas aún sangrantes y otras cicatrizadas; yacía tumbado boca abajo en la nieve, con el torso desnudo, unos pantalones delgados para el frío que hacía y unas botas de cuero desgastadas.

Seguro ya está muerto. 

Pensé mientras guardaba mi cuchillo y acariciaba en la cabeza a Zoro.

Me agaché para comprobar mi sospecha, sin embargo me llevé una gran sorpresa al darme que el corazón del joven latía, pero no sería así por mucho tiempo si se quedaba ahí. Sólo estaba inconsciente.

Sin pensarlo me quité la capa para ponérsela a él sobre su espalda, como pude lo cargué sobre mis hombros y reanudé el camino a mi cabaña. No sé por qué Zoro corrió a él, tal vez lo alcanzó a ver caer u olió su sangre, pero me alegra que lo haya hecho, nadie merece morir bajo la nieve.

Con mucho esfuerzo llegamos a casa, dejé al joven sobre mi cama de paja, mientras Zoro cómodamente se recostaba en el suelo.


Me faltaba el aliento, moría de frío y mi perro parecía burlarse de mí bostezando y recostándose junto al hogar. Mientras recuperaba el aliento me acerqué para ver detenidamente al joven. No podía creer lo que veía, no sólo tenía heridas en la espalda, sino que también en los brazos y sus muñecas parecían haber sido atadas con grilletes; me acerqué un poco más para quitarle la capucha de mi capa que tapaba su cara, y aunque el cuerpo del joven me dio un buen panorama de lo que podía esperar, nunca imaginé lo que vería....

Sus párpados caían sobre unas cuencas vacías y toda la zona de sus ojos estaba cubierta de cicatrices y quemaduras. Al joven lo dejaron ciego, mi cuerpo y corazón se estremecieron, tuve que contenerme para no soltar un grito.

Aparentaba más de veinte años, la barba y el cabello negro lo hacían ver bastante mayor que yo.

Salí del shock cuando el joven tosió, parecía estar recuperando la conciencia. Me acerqué a él.

-Estás a salvo, no te haré ningún daño-intenté tener el tono de voz más sereno que pudiera, a la vez que me agachaba a la altura de la cama y le colocaba mi mano sobre su hombro, su cuerpo estaba muy frío; sin embargo no me había terminado de recuperar de cargarlo desde afuera de la cabaña y me costaba respirar-, mi nombre es Tom, vas a estar bien.

El joven no respondió, parecía seguir inconsciente.

Tenía que hacerlo entrar en calor o no sobreviviría, después le curaría las heridas, le quité las botas de cuero , y le puse una piel de oso sobre su cuerpo antes de ir a prender la chimenea, acerqué la olla con el estofado de conejo que había preparado en la mañana.

En poco tiempo el fuego comenzó a calentar la cabaña, y el joven parecía tomar un poco de color.

¿Qué rayos le pudo  haber pasado? 

¿Quién y por qué le hicieron esto? 

¿Quién es este tipo ?

Demasiadas preguntas que sólo un vivo podría responderme.

¡Hola ! Gracia por leer.

Atentamente: Capullo de Aleli.

Oscuridad y Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora