Aquel castaño lo había llevado a su límite, no sólo sexual y físico sino también psicológico y sentimental. Se sentía ridículo cada vez que lloraba después del maravilloso orgasmo que tenía con Tony. Y es que ahora el pobre rubio había caído en los en los encantos del guapísimo Tony Stark.
Steve ya sabía que Tony no era un santo, pero la primera vez que estuvieron juntos en el laboratorio del genio, fue más que suficiente para darse cuenta que estaba enamorado de él. Esa primera vez que Steve sintió su corazón acelerarse tanto que por un momento creyó que explotaría, esa primera vez que sintió la barba de Tony entre sus muslos, esa primera vez que sintió la boca del genio aprisionar su gran miembro, simplemente no pudo evitar entregarse.
Esa noche el Capitán América hizo tantas cosas que él consideraba incorrectas pero que en ese momento no le importó en lo más mínimo. Pasando el tiempo ese tipo de encuentros se hacían más frecuentes, ya no era sólo cuando estaban solos, ahora lo hacían mientras el resto de los Vengadores se encontraban en la torre pues el hecho de ser sorprendidos en pleno acto impuro lo volvía un juego mucho más excitante. Sin embargo ese era el problema, sólo se trataba de un juego, eso se lo dijo Tony cuando Steve le reclamó a Stark por volver con Pepper.
A Steve le partió el corazón ver como su compañero y amante hacia público su compromiso con aquella bella mujer. Sintió desmoronarse cuando Tony llevó a Pepper a la torre y frente de él gritaba a los cuatro vientos cuanto la amaba a ella. Un gran nudo se formó en su garganta cuando la feliz pareja se acercó a él para recibir las felicitaciones por su próxima boda. Le dio un gran abrazo a Pepper pues sabía que ella no tenía la culpa de nada.
—Felicidades —dijo Steve sin ver a la pelirroja a los ojos. Cuando quiso huir del lugar Tony no se lo permitió. Steve los vio a los ojos y pudo notar diversión en ellos ¿Acaso disfrutaba lastimarlo de esa manera tan cruel?
Al parecer sí.
—¿No me vas a felicitar también a mí, capipaleta? —esbozando una sonrisa extendió los brazos. Steve corrió hacia él, lo tomó con fuerza y escondió su rostro en el cuello ajeno. A todos los presentes les pareció una tierna escena de "Mejores Amigos" pero sólo Tony pudo sentir las lágrimas Rogers mojando el cuello de su camisa—. No llores Capitán... Siempre seré tuyo —sus compañeros y la futura novia rieron junto con Tony pero Steve se quedó en silencio.
El día de la boda, la feliz pareja viajó por todo Europa disfrutando la luna de miel, mientras Steve se hacía cargo de las misiones que tenía con los vengadores. Pasaron varios meses y el regreso de Tony por fin pasó. Ese día Steve evito la fiesta de bienvenida, se excusó diciendo que tenía una misión importante que cumplir. El reloj marcaba las cuatro de la mañana, los pasillos de la torre estaban hechos un desastre, al parecer la fiesta había sido de lo mejor. Subió a su habitación y se tiró en su cama sin siquiera quitarse su uniforme de color negro.
—Ese es el que mejor te ha quedado hasta ahora —la voz de Tony le hizo levantarse rápido. Steve le reclamó el que estuviera ahí, pero sus palabras que resonaban duras y confiadas pasaron a ser un torpe tartamudeo cuando vio a su Stark quitarse la corbata de su camisa. Cuando lo sintió acercarse, cuando sintió su respiración cerca de su boca.
Entonces todos esos meses que Rogers se esforzó por dejar de amar a Tony se fueron a la basura, se entregó a aquel hombre que le robo el corazón, se entregó aquel hombre que lo destruiría. Y a pesar del matrimonio "feliz" que tenía Tony, los encuentros entre ellos jamás se fueron. Steve acepto esa vida, acepto ser el segundo, ser el pequeño secreto de Tony, o bueno, al menos por ahora, pues el problema de jugar con los sentimientos de alguien es que sólo existe dos posibilidades de lo que pasará después. O la persona se harta de sufrir y se marcha o se desquicia.
Y Steve ya estaba llegando a su límite.
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Antología Stony
FanfictionDistintos universos donde Tony Stark y Steve Rogers fueron algo más que amigos