stardust.

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Shōta sentía que podía embriagarse con los sonidos que salían de la preciosa boca de Izuku, pequeños suspiros y gemidos que morían al volver a juntar sus labios en un rápido beso para seguir dejando marcas en el cuello de su niño.

Shōta...— Sintió el movimiento de los labios de Izuku al decir su nombre justo en la parte sensible de su oreja, y no pudo evitar temblar.

Con manos cuidadosas, como si estuviese manejando un cristal, Shōta acomodó a Izuku en su regazo para poder envolverlo por completo en sus brazos, a pesar de que Izuku podía romperle fácilmente el cuello sin hacer ningún tipo de esfuerzo cuando estaba en sus brazos era otra historia. Se sentía tan pequeño, tan perfecto, tan etéreo, sólo suyo. Suyo, suyo, suyo.

—¿Qué pasa, mi amor?— Dejó un beso en la mano de Izuku—. ¿Qué necesitas? ¿Quieres parar?

—¡No, por favor!

Shōta trataba de que su sonrisa no se notara, pero el tono desesperado de su ángel al decir que no quería parar se inyectaba directo en su retorcido corazón y hacía que su sangre hirviera del deseo.

—¿Qué pasa, entonces?—Quitó su mano de la cintura de Izuku para poder retirar algunos mechones de pelo que le caían en su cara y tapaban sus preciosos ojos—. Dime.

—Quiero que me beses, acá—Los labios de Izuku formaban un adorable puchero y sus manos apretaban el cuello de Shōta—. Por favor, por favor, por favor...

Shōta sentía que iba a morir. O tal vez ya estaba muerto. Esa sería la explicación más razonable, murió y ahora está en el cielo, porque no era posible que alguien tan perfecto estuviera en su regazo rogando por un beso, especialmente alguien tan perfecto como Izuku; quién jamás en su vida debería de rogar por algo, él se lo merecía todo. Todo lo que él quisiera. Sus besos, sus abrazos, su corazón, su alma entera. Todo lo que Shōta es, le pertenece a Izuku. Absolutamente todo.

Sin responder a sus súplicas, Shōta unió sus labios con los de Izuku y su cuerpo se estremeció al escuchar el pequeño suspiro entrecortado que salió de la boca de su ángel. Shōta acomodó el ángulo de su cabeza para poder profundizar el beso, y posó sus manos en la cara de Izuku acariciando sus mejillas mientras trataba de transmitir todo el amor que le tenía a su ángel en ese beso. Sabía que a Izuku le gustaba vivir la experiencia entera, así que después de besarlo lentamente por algunos minutos, cambió la posición de sus manos posando una en el cuello y la otra entrelazándola con la mano de Izuku.

Mordió el labio inferior lo suficientemente fuerte para sacar sangre, y aprovechó el gemido resultante para meter su lengua y explorar la boca de Izuku como si quisiera memorizar cada relieve que se encontrara; el sabor dulce de Izuku junto con el sabor metálico de la sangre estaban provocando que Shōta se sintiese mareado, como si su cerebro estuviera hecho de algodón de azúcar. Era completamente adictivo. Era el paraíso. Era su ambrosía.

Sintió a Izuku temblar sin parar, y se detuvo no sin antes dejar un pequeño beso en sus labios.

—¿Estás bien?—Inquirió, preocupado de haber cruzado alguna línea que Izuku tal vez no quería que cruzara.— ¿Quieres que...?

Las palabras se le quedaron atascadas en la garganta en cuanto vio la expresión de Izuku. Sus ojos estaban entrecerrados, con una mirada soñadora y un brillo tan prominente que le daba la apariencia de pequeñas galaxias, en sus mejillas y el puente de su nariz estaba el sonrojo más hermoso que Shōta había presenciado en toda su miserable vida, hacia que sus pecas resaltaran aún más y le daba el aspecto de polvo de estrellas; de sus labios rojos e hinchados salían pequeñas bocanadas de aire que hacían que Shōta quisiera volver a conectar sus labios otra vez más con los de Izuku.

Shōta, Shōta, Shōta...—Izuku envolvió sus piernas con fuerza en el torso de Shōta y pasó sus brazos por su cuello para atraerlo más a él —. Te amo, te amo, te amo, te amo.

Shōta nunca fue creyente en algún ser todopoderoso ni benovolente, sin embargo, tuvo que reconsiderar su posición luego de conocer a Izuku. ¿Qué otra explicación habría para que un ángel estuviese profesándole su amor a alguien como Shōta mas que la de un Dios dándole un regalo? Shōta mataría por Izuku, mataría a cualquiera que se atreviera a quitarle su pedacito de cielo.

—Te amo, mi niño, mi ángel, mi pedacito de cielo, mi razón de ser—Por cada apodo, le daba un beso esquimal y su alma sanaba al escuchar la risa de Izuku— Mi bebé.

—¡Ah!—Inmediatamente Izuku enterró su cara en el cuello de Shōta y se presionó aún más contra él, a pesar de ser físicamente imposible—. Amo cuando me dices así, qué vergüenza.

—Mi bebé, mi bebé, mi bebé...—Shōta rió al sentir las vibraciones de los refunfuños de Izuku contra su cuello y empezó a acariciar su espalda, recorriendo el trayecto de su columna de arriba a abajo—. Mío, mío, mío.

—Tuyo.

—Voy a matar a cualquiera que trate de apartarte de mi lado, a cualquiera que te llegue a lastimar, los mataré y te daré su corazón en una bandeja de plata.

Para cualquier otra persona, las palabras harían que un sentimiento de pánico se alojara en su pecho, pero Izuku era perfecto para Shōta y daba lo mismo que recibía; devoción total y absoluta. Parecía que sus pupilas iban a formar corazones después de aquella declaración.

—¡Awwww!—Izuku le dió un besito esquimal—. Yo también voy a matar a cualquiera que se atreva a alejarte de mí, Shōta. Eres mío, me perteneces sólo a mí.

"Es perfecto. Gracias Dios, gracias por tanto perdón por tan poco" Pensaba Shōta mientras miraba el pequeño brillito de manía que se encontraba en los ojos de Izuku y que estaba seguro que sus propios ojos también tenía.

—Sólo tuyo, mi niño—Shōta se levantó con Izuku aún en sus brazos y lo depositó suavemente en su cama, para luego buscar la posición más cómoda y poder envolverlo por completo en sus brazos—. Ahora a dormir.

—Mmm, está bien—Izuku soltó una risa mientras dejaba besos por toda la cara de Shōta—. Dulces sueños, yo me quedaré despierto un ratito más.

Los ojos de Shōta pesaban cada vez más y más, y su visión se oscurecía lentamente; sentía caricias en su pelo y una melodía siendo tarareada directo en su oído. Realmente estaba en el cielo, y no se quería ir jamás de ahí.

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⏰ Última actualización: May 01, 2023 ⏰

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