Ambos chicos se encontraban caminando por el bosque, a veces recolectando algunos materiales o ingredientes, como tomatillo o algo de madera. Bueno, sólo Roier guardaba las cosas en su mochila, misma la cual estaba a prácticamente nada de llenarse, mientras que la del híbrido todavía tenía espacio de sobra. En el camino hablaban de cosas triviales durante unos cortos minutos, ya que Spreen únicamente daba respuestas cortas o directamente negaba o asentía con la cabeza. El de bandana trataba de mantener una conversación duradera, pero se había dado por vencido tras algunos intentos.
Permanecían en un silencio incómodo para Roier y tranquilo para el otro. Eran como dos polos totalmente opuestos... Uno era un ser extrovertido, muy alegre y bromista, aunque el otro era alguien introvertido, algo gruñón y agresivo, pero aún así lograban soportarse el uno al otro. Parecían llevarse medianamente bien, por el momento.
El híbrido llevaba su hacha en su mano derecha, cortando algunas ramas de árboles que les impedían seguir su rumbo cómodamente. Entre tantos árboles y tan juntos era imposible no confundirse de vez en cuando, razón por la cual se detenían unos momentos para revisar el mapa y poder seguir caminando. Spreen ya había marcado un destino; una pirámide en medio del desierto, y para llegar a ella tenían que cruzar obligatoriamente ese bosque tan espeso y abultado.
— Spreeeeeeen... ¿Podemos sentarnos un rato? Siento que mis piernas me matan.— Diría en tono suplicante el de cabello castaño, alargando la única vocal del nombre ajeno, haciendo sus pasos unos un poco más perezosos, al punto de arrastrar de vez en cuando sus pies en la tierra.
— Pará wacho, acabamos de tener un descanso. ¿Tenés tan poca resistencia?— Se burló, convirtiendo sus propios pasos en unos más lentos hasta que Roier quedara a su lado.
— Te juro que en la cama soy más resistente, ¡no me quedo sin energía tan pronto!— Respondió, levantando un poco el tono de su voz y sus ánimos en la última oración.
— Claro... Seguro vos nunca la pusiste en tu vida, boludito.— El tono de su voz daba a entender que no estaba demasiado seguro sobre creer o no en lo que decía el otro. Siendo sincero, con esa cara de ángel, no parecía ser alguien con pensamientos lujuriosos o algo así. Parecía ser un santo con la actitud tan alegre que poseía.
— ¡Te juro que sí!— Trató de defenderse, pero simplemente parecía que el otro hacía caso omiso a todas sus palabras. Claro que no era virgen, ¿por qué el oso no creía en sus palabras? Bueno, tampoco era algo tan importante...
Se quedaron en silencio por un rato más, después tomaron la opción de tener un descanso para poder comer. No era tan tarde, quizá la hora rondaba entre las 2p.m a 3p.m. Talaron dos árboles algo gruesos y los tiraron de lado para hacerlos como sillas, un tronco frente al otro. El híbrido se quitó su mochila y la dejó en el suelo junto a sus pies, sacando algo de carne mientras que Roier disfrutaba estar sentado después de caminar tanto.
El pelinegro le dio al de bandana un trozo de carne algo grande, mientras que él prefirió comer un poco menos. No tenía demasiada hambre y ambos se habían detenido a petición del castaño, quien sólo usó esa excusa para detenerse por un buen rato. Si decía directamente lo que quería, probablemente el otro terminaría arrastrándolo por todo lo que restaba del camino. No quería comer mucho porque estaba seguro de que después de pelear le daría hambre, entonces quería tener algo de comida guardada.
Roier agradeció y empezó a comer algo desconfiado, la carne no parecía bien cocinada pero bueno... sabiendo que el otro era un híbrido de oso, tendría que esperar que tuviera algunas actitudes salvajes y agresivas. O bueno, lo que suponía era que los osos eran seres nada amigables. Trató de no hacer ninguna cara por el sabor, masticando de manera prolongada y luego tragando el pedazo de carne que había mordido, tratando de mantener una sonrisa que se veía forzada. No le gustaba el sabor de la carne cocinada de esa manera y, al parecer, el de gafas de sol no se lo tomó nada bien después de darse cuenta por las caras que ponía y las arcadas que daba de vez en cuando.
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Kiss of death || Spiderbear
AcakCANCELADA. Spreen, un híbrido de oso que sobrevivía gracias a las ganancias que le daba su trabajo; ser asesino a sueldo, fue quien recibió la misión de acabar con la vida de cierto chico con suéter rojo, un tal Roier. Pero oh, era tan lindo que no...