Los custodios se hacen a un paso cuando ven al Príncipe Stolas. Él ni siquiera se digna a mirarlos, a pesar de que sé que los tiene vigilados. Tal como lo dice su posición económica, no es ningún don nadie y creo que le gusta representar un papel de pedante a pesar de que no es tan malo.
Necesito recordarme una y otra vez que Stolas sigue siendo muy amigo de Giovanni, a pesar de que están en bandos contrarios y que fue por eso que él se ofreció a darme cobijo durante el juicio.
Me ruborizo cuando el demonio extiende su mano y sus labios dibujan una preciosa sonrisa. Sé que no debo tenerle miedo, pero es que se me crió diciendo que los demonios son malos y que quieren mi alma a toda costa. Quizás él también, pero estoy segura de que hay otros seres humanos incautos cuya alma es mucho más deliciosa que la mía.
―¿La han tratado bien? ―tiene una voz profunda y vuelve a hacer un tierno gesto. Yo trato de balbucear algo más o menos coherente, pero sólo asiento torpemente con la cabeza ―. No dudes en decirme si algo va mal, ¿sí?
Estar frente a él me hace sentir diminuta e insignificante.
―Bueno, los juicios se van a celebrar dentro de quince días humanos, es decir, una semana acá ―continúa caminando a mi lado y pese a que tiene una postura muy orgullosa, se detiene y toma del hombro a Tituba ―, tranquila, cariño, ambas van a estar bien, deje las artimañas de escape para otro momento. Sé que está al tanto de que los demonios nunca nos cansamos de cobrar nuestros tratos, sí, pero tampoco nos agrada ensuciar a las almas protegidas. ―se acerca a su rostro y veo bien cómo la joven Rodrick se pone como una grana por la timidez ―. Le guste o no, señorita, usted no sólo es una protegida de mi gran amigo Giovanni, sino también la amante de mi adorable Bernard, enfrentó a una bruja detestable que no es más que un dolor de cabeza para otros demonios inferiores y es una excelente amiga que no traiciona a las personas que ama; así que también será merecedora de un trato excepcional.
Cuando alzo la mirada, me encuentro con un cartel muy grande con letras de oro que reza "Bienvenidos a las Tierras de Nuestro señor Lucifer".
Claro, no iba a terminar en ningún círculo, me iban a llevar al mejor lugar. Por estos días seré nada más y nada menos que la vecina del rey de todos los demonios, el que traicionó a Dios por despecho y terminó siendo desterrado. Él tentó a la Segunda Eva, envió a su demonio favorito Asmodeo para procrear con Lilith y ahora no es más que un señor que se aburre de su trabajo real así que cada tanto decide usar legiones llamadas "Mafias del Más Allá" para que hagan un desastre en la Dimensión de los Vivos y Muertos.
Continúo inspeccionando a mis alrededores. Es una ciudad lujosa de rascacielos altos, negocios de marcas muy reconocidas en la Dimensión de los Vivos, mansiones con jardines fastuosos; el cielo mantiene un leve tinte rojizo y hasta me parece más sano que estar en la Dimensión de los Muertos. Nos encontramos caminando por una calle con arboleda de color carmín. El agua es de color rojo y calculo que debe ser alimentado constantemente por la sangre de los vírgenes y mártires. Hay un aroma extraño en el aire, pero no es azufre, sino que huele muy dulce. Cada tanto veo un par de animales de aspecto normal, pero hago un gesto de horror cuando un venado se come el cadáver de un cachorro de su misma especie.
ESTÁS LEYENDO
𝐄𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨
TerrorNo hay nada más peligroso que un fantasma que no tiene nada que perder. Tituba Rodrick llevaba una existencia bastante normal como fantasma de segunda en el Limbo. Pero, cuando alguien extraño llega a la mansión con su aparato y la capta por error...