Estás cadenas me mataban, pero no las de metal. Que me ataban las muñecas, si nos las de emociones y sentimientos. Porque, aunque me liberé, mi corazón siempre estará atado a él.
Él nunca se irá, siempre vuelve. Aún después de la muerte siempre estará en mi mente atormentándome, haga lo que haga siempre estará ahí...
El me levanto en mi peor momento, y así de fácil como me hizo volar me tiró al suelo, como si nada.
El olor a humedad inundaba mis fosas nasales, el frío, el hambre y la mugre me consumía. No debí querer ponerlo celoso.
Solo de pensar lo estúpida que fui, me dan ganas de reírme. El sonido de la puerta siendo abierta me sacó de mis pensamientos.
Alcé la vista para toparme con él, la persona que tanto amaba y odiaba a la vez, me di la vuelta en el colchón para no mirarlo porque no quería tenerlo cerca.
–Vas a seguir en ese plan–. Lo ignoré, mis ojos me picaban, solo de pensar en que me tiene encerrada aquí y saber que no voy a hacer nada para poder escapar duele. -- Se que fui muy duro contigo–. No pretendía hablarle, esta vez no le voy a rogar para que me liberé. Llevó ya dos semanas aquí, la primera vez piensas que vas a morir, pero después de un tiempo te acostumbras.
El sonido de las cadenas hizo que girará la cabeza, vi como soltó las cadenas y se dirigió a la puerta.
-Eres libre, sé que solo haces esto para que te liberes, pero no lo hago por ti, si no por mi .... Buenas noches–.me dio un vistazo para luego irse.
Cuando estuve segura de que ya no estaba salí. Me tambaleé un poco, pero conseguí subir a las escaleras. En el primer piso se encontraba su familia.
Todos me miraron, sus hermanos me miraban con pena mientras que sus padres me miraban con asco. Su padre desviaba la mirada y la enfoca en él para mirarlo con orgullo.
En serio le enorgullece esto, quiero llorar y volver a mi casa. Y con todo el valor que me quedaba, en vez de subir a mi habitación, seguí de largo hasta llegar a la puerta principal.
Pedí que me abrieran la puerta, tal vez no pudiera desaparecer de mis pensamientos y que mi cuerpo lo deseé a más no podré, pero no me quedaría a aguantar todo esto, sé qué no me quiere, ese psicópata no es capaz de amar a nadie.
Solo está obsesionado conmigo, cuando ya se cansé me desechará como un zapato viejo. Antes de poner un pie afuera, su voz me detuvo.
–Princesa. – yo solté una pequeña carcajada para no llorar "princesa", eso se supone que soy para él, dejé de serlo el día que me entregué a él. - ¿Que pretende hacer? – Giré para mirarlo con la frente en alto. Él se veía radiante, su cabello negro alborotado, que era adornado con una corona de flores blancas, bien vestido como todo un príncipe, mientras que yo con un vestido blanco todo manchado, que apenas cubría lo necesario, toda sucia, demacrada, pareciendo todo menos que soy parte de la realeza.
-A un lugar lejos de ti–. Movió su cabeza de lado, y sonrió, dejando ver su hermosa sonrisa y esos lindos hoyuelos. Se acercó a mí y me susurró.
-Tu nunca podrás alejarte de mí. – un escalofrío me recorrió desde la punta de los dedos hasta mi columna.
–Eso lo veremos. - el solo rio. - Desde hoy dejo de ser tu princesa, tú y yo somos simples desconocidos. - Sin esperar respuesta me di la vuelta y salí, pero antes de alejarme lo suficiente lo miré por unos segundos.
Se despidió con la mano y me dio una sonrisa.
–Bis bald eine Prinzessin. - seguí de largo, no sé dónde voy, ni que haré, pero sí que rompí una de las cadenas que me ataban. Por el momento.
¿Les gustaría segunda parte?