Adriana
Si lo pienso bien no tiene nada de malo. Sería tan sencillo como presentarme en su casa y decirle que olvidó mi libro, del cual él mismo se había adueñado, y que por cortesía y amistad se lo estoy llevando. Suena perfecto. ¿Qué podría salir mal?
A- que no me abriera la puerta.
"Adrien, soy yo"
"Vete, no quiero verte"
"Te traje mi libro"
"¿Yo para qué quiero eso?B- que genuinamente no estuviera en casa.
C- que fuera una mujer quien me abriera la puerta.
Y así en mi cabeza no hay cabida para un escenario bueno. En ninguna parte se puede desarrollar una escena en la cual él me abrace, recibiendome con alegría. Y es que ¿cómo podría haber un escenario bueno? ya que si él quisiera... Él podría haber venido ya a buscarme. Han pasado tres días desde esa noche y no me ha enviado un mensaje al menos.
No puedo ir a su casa, no puedo, no puedo. No quiero arriesgarme a que la tal Sandra me abra la puerta en camisón. No lo soportaría. Pero tengo que verlo. Al menos para darle mi libro, y que conserve un recuerdo mío. Al menos para verme en sus ojos verdiazules nuevamente. Para ver su sonrisa y aunque no me sonriera, sería suficiente ver sus labios decir "ciao".
Me miro al espejo y reviso rápidamente mi atuendo. Luego reviso mi celular, son las 12 del medio día. Si me doy prisa, llegaré a tiempo.Adrien
-Mucho gusto- estrecho la mano de Manuel Locatelli, última contratación del año para el club.
-Igualmente, Adrien.
-Manuel seguramente compartirá mucho contigo, Adrien- explicaba Bonucci a ambos, cómo si fuéramos unos niños de tres años aprendiendo a ir al baño- ambos pueden hacer una doble contención en la media cancha o uno jugar mas adelante que el otro, es cuestión de estudiarlo.
-Lo sabemos- Manuel le sonríe , quizá esté pensando lo mismo que yo. Leo asiente y se va, como el papá que ha convivido con sus hijos aún sin quererlo.
-Demasiado paternalista- habla Manuel. Yo me rio al confirmar que en efecto, estábamos pensando lo mismo- se porta igual en la selección italiana, o quizá peor.
-¿De verdad?
-Una noche nos junto a todos los jóvenes, Pessina, Raspadori , De sciglio y a mí, entre otros... sólo para darnos una charla de una hora sobre lo importante que es vestir la playera azzurra- Manuel pone los ojos en blanco- como si no lo supiéramos ya.
-Le gusta ese papel- me rio, cerrando la puerta de mi casillero- y no nos cuesta nada darle por su lado.
-Eso sí - Manuel se encoge de hombros- igual es maravilloso estar aquí en la Juventus.
-Sí, lo es. No puedo creer que falte una semana para iniciar el torneo.
-Ni yo, nunca antes en mi vida había estado tan nerviosísimo... y tú, Adrien? Ya te adaptaste a la vida de Turín, por completo?
-Estoy haciendo lo posible.
-El equipo...
-Me recibieron muy bien, y creo que para ti será aún más fácil- acomodó mi cabello con una cinta muy delgada que no dejara que me despeine, al menos por un rato.
-Eso espero- Manuel me da la mano nuevamente- nos vemos en el entrenamiento de la tarde- dice, y luego sale del vestidor. Yo me quedo ahí por un momento, pensando. Saco mi celular y voy a WhatsApp. Abro el chat de Adriana, ha estado en línea hace un par de minutos. Me siento muy tentando a mandarle un mensaje , lo que sea, cualquier cosa, un "ehi!!" Un emoji estupido. Quizá el del corazón esté bien. O un perro o un chef, qué sé yo, cualquier maldita cosa... Pero resisto. No sé cómo me siento con ella. La noche que Pierre fue a su departamento fue como si repentinamente una cascada de historias entre ellos surgieran, de un pasado cercano en el que yo no estuve, un pasado del cual no tengo idea. Y eso me duele. Y peor: me hace sentir un completo extraño en su vida. Detesto eso. No debería ser así. Tengo la certeza de lo que ella ha sentido por mí todo este tiempo, todos estos años.
Salgo al estacionamiento de la Continassa y me dirijo a mi auto, aún dándole vueltas al asunto. Es ridículo el hecho de sentirme así. ¿Será que estoy exagerando? Tampoco puedo esperar que todos estos años donde me dediqué a mi carrera en el Paris Saint Germain, ella fuera célibe y me esperara. Además ¿que debería esperar? Nos dimos un beso en la adolescencia y eso es todo. Claro además del sexo maravillosamente ardiente de hace unos días.
Agito mi cabeza para quitar imágenes y pensamientos de ella, de su rostro ovalado, de su boca de corazón. No puedo , no debo verla aún, eso solo me confundirá más, me hará cometer idioteces. No debo verla y nada en el mundo podrá cambiar eso.
-Hola Adrien- la voz hace que la sangre se me vaya a los pies. Volteo y ahí está, la criatura más dulce del mundo, con un libro entre las manos , el cabello atado en un par de trenzas, unos jeans y una playera morada con la imagen que dice "ok, but first...café, libros , chocolates , pizza, pasta, vino, Netflix y un té chai"Adriana.
Su mirada es de tanta extrañeza que quiero darme la vuelta e irme por donde vine.
-Eh...- digo- yo, te traje mi libro.. lo olvidaste la otra noche cuando...
-Ah, es cierto-Adrien se acerca y casi me lo arrebata de las manos.
-Bueno, eso fue rápido- paso saliva con cierta incomodidad.
-¿Cómo entraste?
-¿Disculpa?- lo miro. ¿Acaso está a punto de echarme encima a tres guardias de seguridad para que me saquen?
-Se supone que el acceso a la Continassa, incluyendo el estacionamiento, es privado, por eso me parece extraño que te hayan dejado ingresar.
-¡Ah! No, lo que sucede es que los vigilantes de la entrada me reconocieron, creo que sus hijas son lectoras de mis libros- digo casi con vergüenza- o algo así, y me dijeron que podía esperar por ti acá adentro- miro a Adrien. Siento que ha sonreído un poco pero luego su gesto nuevamente se vuelve serio.
-Wow... qué bien. Bueno, menos mal que por aquí no anda alguno de los directivos, de lo contrario...
-¡Así que es cierto!- un hombre rubio y alto se acerca corriendo hacia donde estamos- ¿señorita Arlegui? - el hombre me estrecha la mano con entusiasmo.
-Fontana Arlegui, de hecho- digo con pena. No me gusta que no tomen en cuenta mi primer apellido. Es el apellido de mi padre y lo llevo con orgullo, a pesar de todo.
-¡Cierto! Perdone...-el hombre mira a Adrien y luego a mí- se comentaba que la autora Fontana había asistido a nuestra fiesta de bienvenida, Rabiot, pero no estábamos seguros, tú no nos la presentaste- dice. Adrien abre la boca, incrédulo de ser de un momento a otro, el niño regañado. Su gesto me enternece y mis ganas de abrazarlo y hundirme en su cuello se multiplican.
-No ... yo, ella es mi amiga y-
-Una disculpa, señorita, soy Diego Mirandda, gerente operativo del primer equipo, ya sabe, el que se encarga de organizar viajes, concentraciones, etcétera- él me da la mano nuevamente.
-Tú y un equipo de veinte personas más, Diego- aclara Adrien, aún molesto por el regaño.
-Bueno sí, tengo mis colaboradores pero eso no es importante ahora, ya que , señorita es magnífico tenerla por acá.
-Gracias- digo. Adrien me mira, y ahora sí lo veo sonreír abiertamente.
-Mi hijo es gran lector de sus libros, espero no visite otro día para poder traer uno y que usted lo firme.
-Claro, con mucho gusto- respondo. Siento la emoción conocida de cuando alguien me hace saber que algún niño en algún sitio, ha leído mis obras.
-Veo que trae un ejemplar, ¿es para Adrien? ¿Se lo ha autografiado ya?- Diego lo mira expectante. Adrien hace una sonrisa cínica.
-Justo lo iba a hacer, cuando has aparecido por acá, Diego- lo mira.
-¡Ay! Perdón! ¡Qué inoportuno! Les ofrezco una disculpa, yo ya me iba y de verdad, esperamos verla en nuestras instalaciones nuevamente- él me da la mano por tercera vez en menos de cinco minutos.
Diego se aleja aún con cierta emoción en él. Después regresa.
-¿podría tomarse una selfie conmigo? Mi hijo no me creerá si no le llevo pruebas- pide. Adrien de nuevo pone los ojos en blanco- de hecho, ¿podrías tomar la foto, Adrien?
-¡Claro! Si para eso me contrato el club- dice sarcástico. Diego lo ignora y le pasa su celular. Una vez que la hace, le regresa el teléfono y Diego por fin se va, no sin antes agradecer otros tres millones de veces. Adrien y yo quedamos solos de nuevo.
-¿Me podrías autografiar mi libro?- dice él, sus ojos me miran y su boca por fin sonríe abiertamente.
-¿Aquí?
-No, aquí no. Conozco un buen lugar. Sube- pide él.
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Merci, amie.
RomanceAdriana Fontana es la mejor amiga de Adrien Rabiot. Se conocen desde los cinco años, y ella ha estado en la vida del futbolista francés desde antes de que el se volviera una estrella internacional. Ambos llevan el mismo nombre pero no los mismos sen...