Capítulo 50. Epílogo

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Un año después.

La vida en Tyneham había cambiado muchísimo en tan solo un año, y los que más podían notarlo fueron aquellos que durante años vivieron como liberados. El pueblo había vuelto a su característica apariencia de antes de la maldición, por los pequeños canales de las calles corría el agua y todo se veía más verde, era como si la vida hubiese vuelto al lugar. Sobre todo ahora porque los ciudadanos se encontraban preparando los últimos detalles del nuevo festival de la liberación.

La emoción se sentía en el aire, había muchísimos puestos de comida, adornos, luces. Desde que la maldición se había roto, todos disfrutaban de elegir si querían o no usar su don, lo que hizo que cada quien pudiera encontrar a qué dedicarse, entre sus pasiones y lo que la naturaleza les había entregado. Gracias a eso, había habido muchos avances en cada una de sus ramas.

En ese momento, varias de las familias que ayudaban a que el festival tomara forma, se encontraban organizando sus puestos o suministrando a los demás con sus respectivos pedidos, algunos de último minuto. Había demasiado movimiento, todos estaban emocionados de celebrar su primer festival de la liberación, en una nueva fecha que conmemoraba la verdadera libertad de los suyos.

—Amor, ten cuidado —era Zack, que venía persiguiendo a Azami, juntos traían varias canastas de flores.

—Yo puedo —le respondió ella.

—Sé que puedes, pero no quiero que te hagas daño.

—Ya, ya. Dejen de pelear —Chiemi en ocasiones se sentía como su madre.

Después de que la maldición había terminado, todos continuaron sus vidas con sus familias. Maia volvió con Hugo a casa, así que Zack y Chiemi se fueron a vivir juntos, como en los viejos tiempos en la enfermería, y desde ahí habían creado vínculos muy fuertes, cuidando el uno del otro. Aunque Chiemi la pasaba bien al lado de Zack, ya que era algo que nunca antes había vivido, no le importaba mucho cuando Azami se llevaba gran parte de su atención. Al contrario, Chiemi disfrutaba mucho el tiempo que pasaba sola, estaba aprendiendo a conocerse a sí misma.

—Tienes que dejar de sobrecargarte —le reclamó Zack a Azami.

—Era la última caja, tranquilo —le respondió ella, intentando calmarlo—. Además, ya que podemos desarrollar nuevos talentos, quién sabe, quizás el mío sea la fuerza también y no lo sepamos.

A Chiemi no le gustaba hablar mucho del tema. En realidad, siempre le había incomodado muchísimo el festival de la liberación. Durante muchos años, los limitados se encargaron de celebrarlo para recordar la maldición de la que había formado parte como la protagonista, y villana de la historia.

Por años, había tenido que soportar saber que todos, por turnos, cada año narraban aquella historia falsa que Dereck había inventado en su contra. Con el pasar del tiempo, cada festival de la liberación se sentía para ella como una estaca en su pecho, clavándose cada vez más. Pero todo había cambiado, porque ahora, finalmente, todos sabían la verdad.

A pesar de todo lo que le había hecho Dereck, ella aceptaba que había sido cegada por la necesidad de que alguien la quisiera, y estaba dispuesta a cualquier cosa para continuar con su cuento de hadas. Aun cuando sabía muy bien que nada del amor que él le juraba era cierto, ella seguía fingiendo, hasta que se hizo habitual en ella. Y ahora, después de que todo había terminado, no podía negarse que había momentos en los que extrañaba fingir, solo para sentirlo cerca.

Detestaba la parte de sí que dejaba su odio hacia él de lado, al opacarlo con el poco amor que sentía hacia él. Zack notó su mirada perdida y adivinó lo que estaba pensando, muchas veces había tenido que hacerla entrar en razón para no fuese a visitarlo a su celda. Había costado mucho, pero cada vez era menos necesario. Él intentó cambiar el tema para distraerla.

Búscame en el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora