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Después de recibir la poción de amor, el duque Kaufman se ofreció a beberla, a lo cual yo mencioné que no era necesario.

El asintió levemente, yo solo lo miraba
-Gran duque le parece si hablamos de esto mañana, en los jardines- el asintió y suspiro, luego añadió -Si su majestad, sería mejor-

-Esta bien- yo volví a mirarlo y él sonrió, a lo cual un pequeño rubor, casi invisible se posó en mis mejillas, antes de que pudiera decir algo entro Sovieshu

-Emperatriz me dijeron que estaba con el Duque Kaufman- yo solo lo miré y dije un tanto nerviosa -Si su majestad, ¿vino a darme esos papeles?-

-Aja, ¿porque está nerviosa emperatriz?, ¿acaso estaban haciendo algo indebido?, besándose por ejemplo- miró al duque con desprecio

El duque se levantó y calmadamente le dijo -Es un placer verlo su majestad, pero temo que debo retirarme, con permiso- y sin más dejando con la palabra en la boca a mi marido, se fue, yo solo suspiré...

-Vaya emperatriz: veo que le encantan los extranjeros, hasta suspira por ellos- me dijo mientras se paraba en frente mío y me miraba de arriba a abajo

-No confunda la situación su majestad, ahora por favor retírese, tengo que llenar el papeleo que me trajo- respondí yo sin mucho problema, él me los dio y salió de mi oficina hecho una furia.

Suspire aliviada, gracias a Dios Sovieshu no había dicho nada más, mañana me reuniría con el Duque Kaufman en los jardines traseros, lugar el cual nadie nos vería. Volví a suspirar, tomé la pluma, la sumergí en tinta y sin más me dispuse a llenar el papeleo.

[...]

Al día siguiente nuestra querida emperatriz, desayunaba con Sovieshu

-Me retiró su majestad- Navier se levantó, y antes de que saliera del comedor, Sovieshu la detuvo

-Adonde vas?-
-A dar un paseo-
-Vamos los dos entonces- dijo mientras se levantaba
-No es necesario, su majestad, estoy al tanto de que hoy, va ver a lady Rastha, ahora me retiro- Navier salió de hay, apurada, por algún extraño motivo estaba ansiosa de ver a Kaufman.

No es sorprendente, el duque Kaufman era el único invitado extranjero a la ceremonia de Año Nuevo, había viajado al imperio de Oriente por motivos comerciales. En el lapso de tiempo que había transcurrido, Navier y el duque no habían hablado mucho, solo por motivos comerciales y de trabajo, nada más, eso había cambiado, en los últimos días Navier, había hablado mucho con el duque, no solo de asuntos de trabajo, si no de otras cosas, un tanto personales. Navier se sentía cómoda, a pesar de que al principio, se podría decir que empezaron con el pie izquierdo, su relación tanto comercial como interpersonal había mejorado. Y claro que no solo lo vería por gusto, si no por la poción de amor.

El duque había admitido que él se la había enviado, para que la usara con Sovieshu, ya que digamos que el de una u otra manera se había enterado de la situación de la amante del emperador.

[...]

Navier caminaba por él pasillo, antes de que siquiera llegara al jardín, se encontró a Rastha, la persona que menos se quisiera encontrar.

-Herma- digo su majestad, que la trae por aquí?- mencionó la amante mientras sonreía

-Caminaba, ahora con permiso- sin más que decir, se alejó no tenía tiempo para lidiar con Rastha.

Rastha la miró mientras se alejaba, apretó los puños y dijo para sí misma "qué grosera, yo solo quería ser amable y ella me pisoteó, ¿como su majestad el emperador puede estar con una mujer tan fría y cruel?"

𝐄𝐥 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐄𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐭𝐫𝐢𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora