E.124 Un rayito de felicidad en la oscura guerra

53 4 0
                                    

Durante el viaje, Candy tuvo mucho tiempo para pensar y escribir. Clynn estaba con ella y la acompañaba todo el tiempo. Candy se preguntaba por qué los ojos de Cookie se habían llenado de lágrimas. "¿Será la guerra tan horrible?" Candy sentía temor. Pero solamente pensaba en sus amigos que ya estaban allá en la guerra, y en Stear, que había muerto luchando y defendiendo la libertad, y su corazón se llenaba de ánimo. Cada noche que salía a la baranda, recuerda aquella brumosa noche en la que había conocido a Terry tres años atrás. "Estaba llorando cuando lo conocí. Y ahora, ya ha pasado casi un año desde que nos dijimos adiós. Espero que Terry se encuentre bien y que haya aprendido a salir adelante. Terry..." Terry seguía en su mente...Cuando el barco finalmente llegó al puerto de San Hampton, Candy y el personal de enfermeras y médicos fueron llevados rápidamente por un camión del ejército hacia Londres. Fueron escoltados por tanques y caballos de guerra, pues se encontraban en un territorio extremadamente peligroso. Candy comenzó a asustarse al ver el panorama bélico de tan cerca. Pero a la vez, confirmaba su decisión mientras miraba su querida y vieja Londres tan destruida. "Es por esto que estoy aquí. Ánimo, Candy. Sigue el ejemplo de Flamy".El trabajo en el hospital comenzó rápido y casi no había tiempo de descansar. Clynn se había refugiado en el bosque que estaba al lado del hospital, mientras Candy y las demás enfermeras eran colmadas de enfermos y heridos diariamente, a toda hora. A veces Candy sentía desmayar. Los soldados y civiles heridos llegaban continuamente y a veces las enfermeras no se daban abasto. Sangre, alboroto, dolor, muerte. Esa era la realidad de la guerra. Pero Candy recordaba constantemente el ejemplo de Flamy, del médico Michael y de Albert. Todos se encontraban ayudando en el área de la medicina, y Candy era parte de esa ayuda. Ella era como un heraldo del hospital de Mary Jane, del hogar de Pony, y de la familia Andrey. Candy tenía una responsabilidad y deber enormes como enfermera. Los soldados heridos y los demás pacientes se sentían mejor cada vez que la enfermera Candy los atendía con su alegre modo. Y Candy se sentía muy útil con todo el trabajo que pueda brindar.Fue un día agitado en el que Candy había tenido que curar heridas graves de guerra, en la que le llegó una carta. Candy estaba muy contenta, pues provenía de África. Durante la noche, estando acostada en su cama en compañía de Clynn, Candy leyó la carta de Albert. Albert la felicitaba por la decisión tan valiente que había hecho de ir a la guerra, pero no dejaba de mostrarle su preocupación. Albert anexaba un cheque para que Candy lo usara en lo que ella creyera necesario. Le contó lo agradable que era trabajar en África con sus amigos, y se sentía muy agradecido y contento de que juntos compartieran la medicina. También mencionaba sobre el gusto que había tenido de conocer y de trabajar con una persona en especial que conocía muy bien a Candy, de la cual esperaba platicar más en las siguientes cartas. Albert se despedía con cariño, animándola a que no estuviera triste ni asustada.¿Una persona que me conoce muy bien? ¿Quién será? ¿A quién se referirá Albert? La persona de la que hablaba Albert en su carta intrigó a Candy. Albert no había mencionado si era hombre o mujer, pero esas palabras alborotaron la mente de Candy.Y así, con nuevos ánimos y con las palabras de Albert en su mente, Candy durmió tranquila en la alborotada y sufriente Inglaterra.

FINAL de Candy, para todas y todes los soñadores!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora