Un muchacho de grandes ojos azules observaba la bella mañana a través de la ventana del hospital mientras se preguntaba cuándo terminaría aquella penosa situación. De pronto, un quejido espantó sus profundos pensamientos. Como el alma que velaba noche y día por la paciente, rápidamente volteó para revisar los primeros y débiles movimientos del pálido rostro que días atrás había estado sumergido en profundo coma. "¿Susana?", llamó dulcemente. Los ojos de Susana se abrieron poco a poco, divisando los tiernos ojos azules de su Terry. "¡Terry...!" Una lágrima cayó por la mejilla tibia de Susana, mientras se incorporaba. Tomó aliento, y con una angustiada y débil voz, le preguntó: "Terry... ¿fue Candy, verdad? ¿Fue Candy la que me atendió, verdad?", Susana inquirió. Sorprendido de las primeras palabras de Susana, y de que ésta pudiera recordar, respondió con un delatante y simple, "sí". "¡Terry...!, ¡No, Terry, por favor...!" Susana comenzó a llorar y a suplicar...En el hospital en Chicago, los pocos días antes de la boda de Albert transcurrieron rápido para Candy. Había estado tan ocupada trabajando diligentemente día y noche con los pacientes del hospital Santa Juana. Sus amigos la visitaron de vez en cuando, contándole cómo iban los planes para la boda de Albert y Kelly. Candy se sentía feliz por él, pero un vago sentimiento de tristeza y desilusión corría por su ser al recordar las imágenes de sus amigos tan contentos, al lado de sus cónyuges. Ese mes de mayo Candy cumpliría 18 años ya.El día de la boda de Albert por fin llegó. Stear y Archie fueron a recoger a Candy. Irían a Lakewood, donde se llevaría a cabo la boda. "¿Sabías, Candy, que Albert hizo anunciar su boda en el periódico, pero no puso el nombre de Kelly?", le preguntó Stear. "Pero, ¿por qué haría eso Albert?" preguntó Candy. – "¡Querrá hacerlo más interesante!", contestó Archie. "Además, Candy, debes de estar muy contenta y agradecida", dijo Stear. -"¿Por qué?"- "Porque los Leagan decidieron no asistir a la boda", dijo Archie riendo de felicidad. "Parece que el sr. Leagan se encuentra muy enfermo; pero a pesar de eso, sabemos que Elisa, Neil, y su madre, planearon unas vacaciones en esta ciudad... Esperaremos que nos dejen en paz" – concluyó Stear. Pero Candy se preguntaba, con un poco de preocupación, sobre el estado del sr. Leagan, que alguna vez había sido bueno con ella. "¿Será por su situación económica, que los Leagan han decidido no asistir a la boda de Albert? ¿Por qué abandonan al sr. Leagan, ahora que está enfermo?"Cuando llegaron a Lakewood, observaron que Albert había hecho que una gran multitud de invitados y curiosos llenaran la mansión Lakewood. Todos querían enterarse de la boda del presidente de los Andrey. George, el asistente de Albert, condujo a Candy a una habitación para escoger un lindo vestido, en donde Paty y Annie ya la esperaban. Candy se sentía tan contenta. "Te ves hermosa, Candy!", decía Annie "Ojalá y Terry estuviera aquí, para que viera lo hermosa que te ves". – "No, Annie. Terry ha escogido estar con Susana. Él ya tiene una vida sin mí. Ya he olvidado a Terry". Contestó Candy. "Lo siento, Candy", dijo Annie, apenada. Pero Candy pensaba: "Sí, Terry. He tratado de olvidarte... pero no puedo. Ojalá estuvieras aquí. Terry...!"De pronto, Paty divisó un hermoso sobre encima de la cómoda. "¡Mira, Candy! ¡Es para ti!", se lo extendió a Candy. Ésta, lo tomó expectante, y lo abrió. Era una hermosa invitación de la Parroquia San José de Chicago, la cual, requería su presencia para una ceremonia que se llevaría a cabo al día siguiente. "No dice quién es la familia anfitriona, Candy", observó Paty. "No, pero me imagino que será de alguna familia de los Andrey. No importa. Mañana iré y lo averiguaré". Como si se tratara de un asunto simple, Candy guardó la invitación, y las tres chicas bajaron a unirse a la fiesta.Candy se paseaba por los jardines de las rosas mientras los invitados llegaban. La Prensa acorraló a Candy y la entrevistó, fotografiándola y haciéndole preguntas sobre su verdadera identidad. Candy contestaba amablemente, al mismo tiempo que observaba a la tía Elroy de lejos, dando sus puntos de vista a la Prensa sobre lo amable y cariñosa que era Candy. Candy no se sorprendía. Sabía que la tía Elroy no dejaría que la familia Andrey tuviera mala reputación delante de la sociedad. Con el tiempo aprenderían a aceptarse mutuamente. Candy siguió saludando y dando entrevistas, sintiéndose un poco apenada, aunque era divertido ver cómo la gente siempre buscaba el estatus, más que el carácter de las personas.Finalmente, la boda se llevó a cabo, sellándose con un tierno beso entre Albert y Kelly. Había sido una boda espléndida al son de las gaitas y adornada bellamente con las blancas rosas "dulce candy". Candy no podía dejar de llorar de felicidad. Veía tan alegre a su amigo. Y al ver también a sus amigos casados, tan alegres y felices, era una gran emoción para ella.Durante la recepción, mientras todos bailaban con sus respectivas parejas, Candy salió al jardín de las rosas. Recordaba cada uno de los momentos que había vivido con Anthony, en aquel jardín, mientras miraba la rosa dulce Candy, cultivada por Anthony. Después, recordó a su príncipe de la colina, que en ese preciso momento celebraba su boda con Kelly. Sus pensamientos siguieron recorriendo todos aquellos momentos felices en el hogar de Pony con Jimmy, con John, el sr. Marsh, el sr. Cartwright; Tom y Dorothy. Recordó su penoso viaje a México con el sr. García, pero también recordó a las lindas personas que conoció, y el heroico salvamento por George, mandado por Albert. Su mente recordó también los tiempos aquellos del colegio San Pablo, con la hna. Grey, con Paty y Annie; con Archie y Stear, y con Terry. Recordó el primer viaje de regreso a América, donde se había escabullido junto con Cookie en el barco. Recordó la amabilidad del capitán, de su hija Sandra y de los demás marineros. Recordó los primeros días en la escuela de enfermería de Mary Jane y lo torpe que había sido al principio, pero la paciencia y enseñanza que recibió de Flamy y de Mary Jane.Recordó también los días que vivió en el hospital de santa Juana, y el tiempo que vivió con Albert, ayudándole a devolverle su memoria. Agradecía también el privilegio de ser hija de los Andrey y por tener papás. Y, finalmente, recordó su reciente viaje a la vieja Europa, víctima de la guerra; viaje que había servido para que Candy se re-encontrara con dos viejos amigos: Stear y Terry. Agradecía al cielo por tantas experiencias vividas, mientras sus lágrimas recorrían su rostro. Sacó el pañuelo que le había prestado Terry en el barco, el cual, tenía bordadas sus iniciales: "T.G". "Terry! Si tan sólo estuvieras aquí..! Sólo faltas tú...!"De pronto, una voz femenina se escuchó desde el gran salón, seguida por un escándalo de multitud: "Es Terry Granchester! El famoso actor de Broadway!"
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FINAL de Candy, para todas y todes los soñadores!
RomantizmLa última escena del capítulo 115 no debería ser la última. Además, hemos visto que a través de esos 115 capítulos Candy ha tenido aventuras y alegrías, pero sobre todo, ha tenido sinsabores y sufrimientos. La novela, simplemente, debe continuar ju...