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El día era caluroso, las temperaturas no bajaban de los 35 grados. Ahora mismo me encontraba en la cama, intentando desacerme de todas las capas que había sobre mi.

Cuando lo conseguí y me dirijo al servicio y lave mi rostro. Mi pelo se encontraba enredado. Mi risotto empezaba a verde mejor, desde que vine a vivir aquí conseguí coger 5Kg ahora me encontraba en 52 y me sentía lo más orgullosa que se podía estar. Siguiendo la dieta de mi médica a final de año esperaba estar en los 55 Kg,

Después del suceso con Nathan decidí que no iba a volver a caer tan bajo e intentaría ser la mejor versión de mi misma.

Esa misma noche llame a mi psicóloga, le sorprendió que le llamara a tal hora de la noche. Pero me apoyo en esa bajada de defensas, recaídas iba a tener pero lo fuerte que fui al no ir a buscar droga a cualquier parte fue un paso a delante.

Salí de mis pensamientos cuando como de costumbre la puerta sonó. Sin pensarlo abrí y  vi a Lilian y Natahan en el otro lado. Este último miro mi cuerpo y sonrió.

—Si vas a abrir la puerta siempre asi, déjame decirte que estaré aquí todos los días—Decia mientras mordía su labio.

Mire mi atuendo y tampoco era nada exagerado. Llevaba una camiseta vieja que dejaba ver mi ombligo y un tanga que dejaban mi trasero a la vista.

Sin darle importancia les deje entrar y cuando me di cuenta Lilian estaba desayunando tranquilamente en mi cocina. Me senté en uno de los taburetes de la isla de la cocina junto a Nathan que no quitaba la vista de mi trasero.

—¿No voy a poder librarme un día de vosotros?—Dije dándole un sorbo al café que Lilian dejo enfrente mío.—Vista al frente—Chasquee los dedos para que dejara de mirar mi trasero.

—Tienes un culo precioso, ¿lo sabias?—Puse cara de asco y le saqué el dedo, haciendo así que Lilian riera.

—Nos vamos en un par de horas a la costa a pasar unos días, las clases se han suspendido por una reunión que hay el martes. Asique desde hoy sábado, hasta el miércoles no hay—Decía sorbiendo su café—¡Fiesta en la playa!—Grito de la nada y empezó a aplaudir.

—No—es lo único que dije.

Me levante y comencé a ordenar el salón. No estaba muy sucio pero había un par de mantas en el suelo, platos de la cena en la mesita y cogines tirados.

—Si te sigues agachando así te follare—Escuché como decía.

Suspire me dirigí a a habitacion y coloqué un pantalón para dejar de escuchar tales comentarios.

—Vamos Rayle porfavor—Se acerco a mi—Eres la única  amiga que tengo, y no quiero estar con estos simios solos—Vi como Nathan ponía cara de indignación.

—Lilian, llevas toda la vida con estos idiotas—Me cruce de brazos y mi rostro era serio.

—Venga, lo pasaremos bien—Odiaba como llegaba a ser tan insistente.

Y ahora me encontraba aquí, de copiloto de camino a la costa. Era un largo camino, pero Nathan tenía un casa con vista a la playa, asique ni había problemas en llegar tarde.

En el auto íbamos adelante Nathan y yo, detrás Lilian durmiendo plácidamente. En otro auto iban Christopher y 4 chicos más que no llegue a ver.

Durante lo que llevamos de camino la música sonaba en un tono bajo. Ninguno de los dos decía nada, lo cual no le di mucha importancia.

Salí de mi trance cuando Lilian ronco de tal forma que ella misma se despertó del susto.

—¿He condado mucho?—Decia somnolienta.

Como se sigue viviendo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora