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El dedo de Sukuna.

T/n:

Me encontraba algo aturdida por lo que creía yo, era mi sueño. Era algo raro.. Jamás había tenido este tipo de sueño.

Me levanté de mi cama, chequé mi celular para ver cual era la hora: 8:00 p. m. Me dí cuenta que había dormido ya varias horas, y el hambre había surgido. Decidí ir a la cocina y prepararme algo.

Cuando llegué ví a aquel chico pelinegro sentado en la pequeña mesita que hay en la cocina, estaba comiendo.

- Hola, Megumi-kun. - Saludé a la distancia con una sonrisa. - ¿Qué comes? - pregunté acercandome.

- Wagashi. - Respondió y luego bebió de su té. Era un tipo de pastel japonés que se acompaña con té. Era delicioso a mí parecer.

- Uh.. - solté una risita y le robé un pedacito del pastel japonés al pelinegro, él no hizo más que echarme una mirada asesina cuando vio que me lo comía. - Está delicioso.

- De nada. - Soltó el chico con un tono de enojo.

- ¡Gracias! - respondí sin antes reír levemente.

Después me dirigí a la nevera, para prepárame algo, y así fue, me senté a un lado de Megumi-kun y comencé a comer.

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Narrador omnisciente:

- Estoy aburrida, no tengo sueño, hay que salir, ¿te parece bien? - habló la joven rompiendo el silencio que reinaba entre los dos estudiantes.

- Claro. - aunque el chico se comportara serio y frío con la femenina, de verdad le gustaba su compañía, después de todo era su mejor amiga.

La chica soltó una risita divertida y habló.

- Entonces, ¡andando! - tomó al muchacho de la mano y lo jalo consigo para salir a pasos apresurados del lugar.

Caminaron un rato, mientras se dedicaban a disfrutar el tiempo que pasaban ambos hechiceros, platicaban y las risas no faltaban. La luz de las calles alumbrando todo el lugar, era de noche y el entorno era sumamente relajante y hermoso.

Hasta que un grito se escuchó a la distancia, provenía de una mujer, no estaba tan lejos, y los dos jóvenes se percataron de ello.

- Megumi.. - la chica dijo, advirtiendo a su amigo.

- Si. - El pelinegro respondió, había entendido lo que su acompañante había querido decir.

Ambos muchachos corrieron hasta el lugar de donde provenían los gritos que no dejaban de sonar.

Al llegar confirmaron sus sospechas, una maldición se encontraba ahí, devorando a una mujer y otras dos chicas tratando de huir del antes mencionado.

El azabache sin pensarlo atacó a la maldición, mientras que la chica auxiliaba a las otras dos mujeres que seguían con vida.

- Las llevaré a un lugar seguro, regresó en un instante. - avisó la femenina.

- Claro, ve.

°PROFECÍA° (Sukuna Ryomen × Lectora) en pausa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora