Capítulo 288

111 14 4
                                    

- No.

Aseguro.

- Para nada.

M: ¿Y entonces?

Me tomo unos segundos reflexivos para encontrar las palabras adecuadas.

- No me reconozco.

Creo dar con la base de mis temores.

- Siento la necesidad de estar todo el rato con Mateo, sin querer hacer nada más que tenerle cerca.

Confieso.

- Le echo de menos cada puta noche que no dormimos juntos.

Reconozco.

- Y te juro que durante el día solo quiero estar abrazada a él.

Resoplo.

- Me siento como la tía gilipollas de esas parejas que siempre me han producido rechazo por pastelosas y exageradas, ¡que nadie puede querer estar todo el rato con otra persona, joder!

A medida que escucho lo que sale por mi boca me agobio más y más.

- Melen, me llama de las formas más cariñosas del mundo y en vez de mormirme del asco, me encanta, y...

Resoplo y mi mejor amigo se ríe sonoramente.

- ¿Pero se puede saber que te hace tanta gracia, imbécil?

Pregunto enfurecida. Yo exponiendo lo perdida que me siento y el muerto de risa. Capullo.

M: Enfádica.

Sigue riendo.

M: No te reconoces porque lo único que has sentido en diez años es dolor y calentones, y lo que tienes ahora es que estás enamorada hasta las trancas.

Sonríe.

M: Toda una nueva experiencia, Lumi.

Se sienta frente a mí y me mira enternecido.

M: Disfruta de está etapa que es preciosa.

Me aconseja.

M: Los principios son así.

Explica.

M: Luego la relación se va consolidando y en el mejor de los casos no os perdéis ni las ganas, ni la complicidad, ni nada de lo más bonito... la confianza crece, pero el encanto aterriza y las mariposas en la tripa desaparecen.

- Pero yo no soy así.

Me quejo.

M: Ni tú misma sabes como eres enamorada, Malú.

Me recuerda compasivo.

M: La única vez que te atreviste a sentir el amor tenías dieciséis años, no puedes comparar a aquella niña con la mujer que eres hoy.

Me hace reflexionar.

M: Si lo que sientes es mutuo, eres una afortunada.

Sonrío.

- ¿De verdad lo crees?

M: Y tanto.

Asegura.

M: Disfrútalo, anda, merece la pena.

Mi mejor amigo me da la confianza que necesitaba.

- Ahora cuéntame tú que ha pasado, que no soy la única a la que le ha cambiado la vida en una semana.

Narra Mateo

Resoplo cansado frente al ordenador. No sé como organizar el viaje a Miami sin tener que estar allí por lo menos tres semanas y encima la actitud de hoy de Malú me ha tenido ansioso de más.

Elijo el boleto sin pagarlo aún. Quisiera hablar con ella antes de hacerlo, aunque no cambiarían las cosas, es un viaje que tengo que hacer y por más que lo estoy deseando, no puedo llamarla hoy. Esta cenando con Melendi y yo deseando con todas mis fuerzas poder acallar mis nervios que desean no revelarse como unos celos tontos.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora