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Las saladas lágrimas de Navier caían dolorosamente, el emperador no creía nada de lo que ella mencionada, estaba totalmente cegado del amor que le tenía a su concubina, Navier se sentía lastimada, lo estimaba como un amigo y tarde o temprano se había enamorado, pero ya no mas, pero todo eso había cambiado con la llegado de Rashta.

Navier se acurruco más en la cama (se hizo bolita) y las ultimas lagrimas cayeron, ya no quería llorar, suspiro, decidió levantarse, volvió a suspirar y caminó hasta el balcón de su cuarto, se apoyó en barandal y dedicó a observar la luna... de un momento a otro un suave tacto, parecido al algodón le roso las piernas, se volteo buscando al responsable, encontrándose con un pequeño hurón, si un hurón, blanco tan blanco como la nieve tan blanco como la luna. No entendía cómo esa clase de animalito estaba ahí, con ella en ese momento.

El pequeño hurón se acercó a ella, sentándose en frente de la emperatriz, Navier se agacho y el pequeño hurón se le acercó, se restregó en ella, se trepo en su bata y se acercó a su rostro, se restregó en este, parecía como si la estuviera consolando, Navier se enterneció se levantó con el hurón en brazos

-No sé cómo terminaste aquí, pero eres muy lindo pequeño- Navier camino hacia dentro de nuevo, dejo al pequeño hurón en la cama -quédate aquí, no te muevas- Navier tomó la jarra de agua que tenía en la mesita, y un pequeño plato hondo, vertió el agua en el plato y lo puso en el suelo, llamó al pequeño hurón con la mano, el animalito bajo de la cama y fue directo hacia ella, lamió su rostro, como muestra de gratitud y tomo el agua. Navier solo lo observo.

Mientras el pequeño estaba quieto, Navier aprovechó, desató el listón que tenía amarrado su cabello y se lo puso en el cuello, con mucho cuidado lo amarro y el huroncito no se dio cuenta.

El pequeño hurón terminó de beber, se acercó a ella y lamió su rostro, luego salió corriendo

-Espera, ¿a dónde vas?- el hurón no le presto atención -Espera... DETENTE- Navier vio como el pequeño hurón se alejaba no sabía a dónde iba y salió por la puerta y se alejó corriendo por el pasillo -¿A donde ira?- Navier salió al pasillo y vio cómo el animalito de alejaba, la emperatriz suspiro, entro de nuevo a su habitación y sin mas se dedico a dormir.

[...]

El pequeño hurón corría por los pasillos, apresurado ya que sentía que su dueño lo estaba llamando, pronto llegó a la habitación de su dueño, raspo con su patita la puerta y el dueño le abrió.

-¿Que hacias afuera?- mencionó Kaufman mientras cargaba a su pequeño amigo -Un segundo ¿Y ese listón? que yo sepa, yo no te lo puse ¿Con quien estabas eh?- preguntó el dudoso

El huron salto de las manos de Kaufman y rapidamente, se metio entre los papeles del duque

-¿Qué buscas winter?- Kufman se acercó a la mesita, donde estaban los papeles, pronto winter salió de entre el montón, con un papel entre sus dientes, brinco a la cama y soltó el papel, Kaufman solo veía. El pequeño hurón señaló con su patita una foto, dando a entender a Kaufman que esa era la persona. El moreno tomó el papel, viendo así la imagen de la persona, una mujer, el sol del imperio de Oriente, la emperatriz, Navier...

-¿Cómo terminaste en la habitación de la emperatriz?- preguntó el duque mientras cargaba a su amigo, winter movió la cabeza dando a entender que no sabía -Eres un hurón muy travieso- el duque rio, bajó a su amigo y se sentó en la cama, suspiró y dijo en un hilo de voz -Navier...-

Winter, no era estúpido, era un huron, pero no era tonto sabía perfectamente que su dueño amaba a la emperatriz, solo que ni él mismo sabía o no lo quería reconocer.

Kaufman acostado en la cama, tendido en esta, pensaba en la emperatriz, en Navier... Kaufman ya no sabía lo que sentía, un sonrojo se hizo presente al pensar en ella, su corazón saltaba y sus manos sudaban, siempre que hablaba o simplemente pensaba en ella, volvió a suspirar, sus sentimientos estaban alborotados, como un barco en plena tormenta, se reacomodo y se sentó en la cama tratando de calmarse, estaba rojo completamente, se desabrocho el traje en el cuello, para al fin, quitarse ese molesto traje, se puso una bata de color azul, con pequeños detalles plateados y fijo su mirada en la mesita con la imagen de Navier


 Kaufman ya no sabía lo que sentía, un sonrojo se hizo presente al pensar en ella, su corazón saltaba y sus manos sudaban, siempre que hablaba o  simplemente pensaba en ella, volvió a suspirar, sus sentimientos estaban alborotados, como un barco e...

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Suspiro de nuevo, volvió a mencionar el nombre de la emperatriz, apreto la mandibula -Si tan solo, no estuvieras casada con ese hombre... tal vez... tu y yo pudiéramos estar juntos- el ya lo había aceptado, estaba enamorado de la emperatriz, el lo sabia, que no lo había querido aceptar era otra cosa, ni el mismo sabia como se había enamorado de ella en ese lapso de tiempo tan corto que llevaba en el imperio de Oriente, nunca se habia sentido asi.

Un duque enamorado de una emperatriz, simplemente era algo imposible, que ella sintiera algo por él era imposible, una pequeña lágrima, resbaló por su mejilla cayendo el la imagen de Navier, su hurón puso una patita en su mano en señal de consuelo -Por lo menos te tengo a ti mi buen amigo- sonrió tristemente, mencionó con igual sentimiento -Si tan solo pudiera tener a la emperatriz... o ella pudiera tenerme a mí- en ese momento una idea invadió su mente, si él no podía tener a la emperatriz, tal vez... la emperatriz podría tenerlo a él, si la emperatriz lo hacía su concubino era posible estar junto a ella, lo único que faltaba era que Navier quisiera, hablaría con ella y si la convencía podría estar a su lado, podría ser suyo y tal vez, solo tal vez ella podría ser de él... si el emperador llegaba a divorciarse, lo cual era probable, él podría ocupar su lugar en el corazón de Navier, Navier podría ser de él.

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Espero que les haya gustado, voten si es asi, decidi darle a Kaufman una mascota para que no esté tan solito, espero que les haya gustado Winter.
ᴮᴵᴮᴵ se despide

𝐄𝐥 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐄𝐦𝐩𝐞𝐫𝐚𝐭𝐫𝐢𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora