Capítulo 85.

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—¿Te gusta mucho no?—pregunta Eun-yeon.

Voy conduciendo de regreso a la finca, sé a qué se refiere con su pregunta pero dudo un momento si contestarle.

—Si—le respondo después de meditarlo no puedo mentirle.

La escucho soltar un profundo suspiro.

—¿Puedes detenerte un momento por favor?—pregunta con la voz entrecortada, su respiración se escucha mal.

Me estaciono a lado de la carretera, pero no digo nada me mantengo en silencio ella se baja la veo forzándose con respirar por lo que me bajo lo más rápido que puedo.

«Está teniendo un ataque de ansiedad»

—Respira—le digo tomando sus manos, están muy frías.

—Concéntrate en mi voz y respira.

Ella lo hace inhala y exhala tratando de calmarse.

Después de varios minutos al fin se calma, regresamos a la camioneta pero antes de que pueda arrancar de nuevo me toma de la mano haciéndome girar para verla.

—Te amo—dice helándome.—Se que no debí pero lo hice me enamoré de ti y se que no hay lugar para mi en tu corazón pero debías saberlo, solo quiero que lo sepas y que no haya malentendidos, quiero que tengas las cosas claras, que no subestimes mi intentos y que tal vez no ahora pero si se da la ocasión me des la oportunidad de poderte demostrar lo que significas para mi.

No se que responderle, estoy agradecido con ella por todo lo que ha hecho por mi pero lo cierto es que no la veo como mujer, es linda pero no me atrae.

—No me contestes ahora—dice al ver que no digo nada.

—Se que sientes como si tu corazón ya estuviese ocupado y lo está por eso necesito que pongas de tu parte para recuperar la memoria, cuando lo hagas, cuando descubras toda la verdad y tengas la oportunidad de luchar ahí me respondes, cuando agotes tus esfuerzos estaré ahí para apoyarte ¿Está bien?

—No quiero que esperes algo que tal vez nunca pase, Eun-yeon eres muy linda y un gran ser humano estoy seguro de que alguien más sabrá apreciarlo no quiero que sufras y menos ser yo quien cause ese sufrimiento—me sincero.

—No me malentiendas, no voy a estar llorando en cada rincón esperándote, solo daré lo mejor que puedo, una vez te dije que alguien muy sabio me dijo que nunca dejara de entregarme por completo así me rompieran el corazón una y otra vez por que no hay nada mas bonito que saber que diste todo para que funcionara, bueno esta soy yo dándolo todo así que por ahora da lo mejor que puedas para que funcione con ella, entrégate por completo para que no queden arrepentimientos solo así ninguno de los dos se sentirá mal.

Debo admitir que admire su determinación, es una persona muy segura, una gran amiga en verdad.

—De acuerdo, por ahora ¿Amigos?—le digo extendiendo la mano.

—Amigos—dice ella estrechando mi mano, suelta una gran carcajada.

—Ya cambia la cara que parece que viste un fantasma, ándate que si nos tardamos puede que él nos gane y llegue antes de que puedas mostrarle personalmente tu creación.

No puede pasar, aun faltan unas horas más para que llegue, pero aun así arranco el carro es mejor estar antes de que llegue.

Después de una hora llegamos a la finca, estaciono el auto y me apuro entrar.

—Señor—me recibe Mina.

—El señor Seojoon llego esta mañana, está en su cuarto descansando.

Siento como si me hubiesen metido a una tina llena de hielos, la cien me empieza a palpitar y para empeorar la situación Eun-yeon suelta una carcajada poniendo de mal humor.

—¿Cuál habitación Mina?—le pregunto dándole oportunidad de salvar su vida antes que yo mismo la mate.

—La que preparo señor, el señor me pidio llevarlo a su habitación porque llego cansado y como traía a su pequeño en brazos los lleve para que descansara mientras usted llegaba—dice la difunta muy quitada de la pena.

—¡Mina!—la regaño, Diosito uno quiere cambiar pero estos me dejan.

—¿No se te ocurrió llevarlo a otra habitación? ¿Por que precisamente a esa?

—No me diga que quería darle la sorpresa usted mismo—dice llevándose la mano a la boca Eun-yeon no deja de reírse como una loca.

—¿Tu que crees?—le respondo, siento como la cabeza me está a punto de estallar.

—¡Ay señor!—exclama apenada.

—¡Ay Mina!—la arremedo.

—Déjeme decirle que le gusto mucho hubiese visto su... Se calla cuando me ve el rostro, no dice mas y sale corriendo y que bueno que lo hizo por que estuve a punto de dejar a sus hijos huérfanos.

—¡Ay no, dios mi estomago!—se ríe Eun-yeon tomando mi hombro.—A ti nada te sale bien.

Escuchamos como alguien se aclara la garganta, ambos volteamos a ver hacía las escaleras que es de donde vino el sonido.

—Buenas noches—dice Seojoon fulminándome con la mirada, repara en Eun-yeon por un momento pero regresa su vista a mi.

¡Dios! Todo mi mal humor se esfumo al verlo, la paternidad le sentó también, si me pareció hermoso ese día, hoy sobrepasa los límites, sus ojos tienen un brillo especial y su cabello le brilla más que ese día bajo el sol, reparo en su cuerpo y ¡Joder!

Trae una camisa manga larga blanca con bordados de rosas negras y un pantalónde  negro, la camisa se  marca muy bien su pecho lo que me permite ver sus pezones endurecidos, me imagino por el frío, aun se le nota un poco el vientre de embarazado pero eso la hace ver más hermoso, el pantalón marca también muy bien sus caderas, siento como mi pantalón está a punto de reventar solo con ver ese doncel.

Es un brujo.

Estoy seguro de eso, como puede encenderme así tan rápido, siento como si mi corazón se me fuera a salir del pecho, tenso la quijada al admirarlo, lo veo cruzar sus brazos, y veo como su piel se eriza, me mira y sus ojos color miel se oscurecieron delatando que siente lo mismo que yo en este momento.

Kim Seokjin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora