Capítulo 27

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El pendejo había desaparecido en cuestión de segundos.

En el momento menos indicado hicieron aparición Mafer, Amber y Rola, quienes me vieron como un idiota parado frente a la puerta.

— ¿Amor? ¿Qué chingados haces parado enfrente de la puerta? —preguntó Mafer terminando de comer el helado que traía. Los otros dos me miraron igual de confundidos.

No podía explicarles lo que había pasado, no podía decirles que Phillip había salido corriendo de la casa después de declararme su amor y que, posiblemente, se había perdido a las doce de la noche en un país que no conocía en absoluto. Quizá Amber sabía lo que le estaba pasando, pero no podía confiarme de eso, por lo que solo se me vino a la mente: mentir.

— Fuimos a comprar con Phillip, pero se nos quedaron las billeteras y tuve que volver, ahora voy saliendo —tomé mis llaves, la billetera y el celular muy rápido—, no nos esperen. Volvemos pronto.

Como esperaba que esa afirmación fuese verdad. Cerré la puerta con fuerza y salí corriendo lo máximo que pude, tratando de imaginar donde podría haberse metido Phillip. Recorrí las calles que habíamos visto, pero nada. Vi algunos locales de comida, almacenes, plazas, pasajes y múltiples sitios, pero no había ni rastro de mi amigo.

— Si algo te pasa pendejo... —decía en voz alta mientras seguía corriendo, mirando hacia todos lados tratando de encontrar al chileno—, te voy a matar, te lo juro.

Mi pecho estaba apretado, recordaba una y otra vez sus palabras, lo que me había dicho.

"— Siempre me había gustado ser tu amigo, tu mejor amigo. Saludarnos por las mañanas, hablar todo el día, jugar y grabar..."

¿Desde cuándo? ¿Desde cuando llevas sintiendo eso? ¿En que momento aquellos sentimientos te hicieron sentir que ya no podías ser mi amigo? ¿Sentías eso por mí desde antes de venir?

Por alguna extraña razón, mi corazón comenzó a dar brincos. Lo sentía latir con fuerza en mi pecho, casi como haciendo un doble esfuerzo por encontrarlo, por asegurarme de que estuviera bien.

"...pero no importa lo que yo piense; tú estás tan enamorado, tan feliz. Como me alegro de eso... —apreté los puños— y también no sabes cómo me duele. Tu corazón pertenece a quien siempre debió y yo no lograré cambiar eso nunca"

Sentía rabia, mucha rabia. ¿Por qué me lo había dicho? Debía habérselo guardado, debía olvidar esos sentimientos. Debía ser valiente y afrontar el hecho de que estoy con Mafer, que es a la persona que amo y eso él ni nadie lo cambiará.

"Hipócrita, hipócrita, hipócrita" repetía una y otra vez mi cabeza. Las lágrimas comenzaban a nublarme la vista. Yo lo había besado, lo había besado cuando él estaba borracho. Cuando no era consciente de eso. Y ahora que me había confesado que yo le gusto, me dolía aún más; estaba seguro de que él deseaba aquel beso y yo se lo había arrebatado.

Yo había deseado besarlo otra vez; quería volver a sentir esa boca, quería volver a experimentarla.

"HIPÓCRITA, HIPÓCRITA, HIPÓCRITA" seguía repitiendo con más fuerza.

Tenía miedo de que supiera que lo había besado, que se enterara que había pasado ese límite en el momento en que era vulnerable. Era mi secreto. El secreto que le había estado guardando a todo el mundo, inclusive a mi mismo.

— Olvido el momento en la ducha... —mi respiración estaba agitada, ya sentía las piernas acalambradas de tanto correr. Mis pulmones no daban más, maldita condición física de youtuber—, mi cuerpo reaccionó ante él. Quiero besarlo otra vez... y quiero que vuelva a tenerme contra esa pared.

Quédate un momento más y ya | Mr. PhissaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora