1. Michelle Morgado.

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El 31 de diciembre del 2014, un taxi viajo a través de San Francisco.
Desde el barrio chino a Marin.
El auto llevaba un solo pasajero.

Una mujer.

Su nombre de nacimiento, Michelle Morado.
Su alias actual, Lauren Jauregui.

Este es el primero y último capítulo de su historia.

Se detuvo frente a una puerta con el numero 24, golpeando sus nudillos sobre la madera de la puerta, y espero con paciencia a ser atendida, sujetando su bolso entre manos.

La puerta se abrió dejando ver a un chico de cabello azabache, camiseta negra, mirándose entre ellos unos segundos.

Disculpe, no debe hacer ruido. Mi papá está dormido — murmuró el chico — Trabaja de noche. Pase.

Ella entro al departamento, cerrando la puerta con cierta delicadeza, en el proceso, detallando todo a su alrededor.
Fue guiada por el chico, a la habitación de este mismo.
No perdió tiempo, llegando a su computadora para mostrar a la ojiverde, lo que tenía.

Anoche terminé la separación de color y la impresión digital — explico mostrando el proceso del encargo — Y la impresión digital.

Ella no presto atención al joven, mirando un par de pelotas de béisbol, autografiadas, guardadas dentro dentro una caja de cristal cada una.

Use imágenes de internet — seguía explicando, sin darse cuenta de la mujer no prestaba atención a el.
Ella estaba más interesada en mirar cada detalle de la habitación del chico.

Se levantó del escritorio, mostrando varias credenciales diferentes.

Este es mi secreto — señaló las credenciales — Marcas de polvo y decoloración. Nadie cuestionara ese detalle — entrego las credenciales.

La mujer reviso las credenciales, admirando el trabajo que había hecho el chico.

Pero... — volvió hablar — ¿Por qué 29? — pregunto curioso — En su lugar, me habría quitado un par de años.

Ella no dijo nada, aún mirando las credenciales.

De verdad, podría hacerlo — dijo sonriendo.

La mujer al final alzó la mirada para verle. Sonrió en su dirección.

Tony, en verdad eres muy amable — saco unos billetes y se los entrego — Buen trabajo.

Sin más, se retiró de la habitación, satisfecha con las credenciales.

Fue un placer hacer negocios con usted — la siguió — Si algún amigo...

¿Por qué lo haces? — interrumpió la mujer.

Caminaba por el pasillo en calma, todo de ella era calmado.

— ¿Disculpe?.

— Eres inteligente. Falsificar es una multa de 250,000 y seis años en prisión.

Se paralizo, analizando las palabras de la mujer, con el cuerpo encogido y echado hacia atrás.

Maldita sea — maldijo contrayendo las cejas, separo los labios y elevo de la parte inferior de las cejas — ¿Es policía?.

Al ver la expresión de miedo del chico, se burló sin poder evitarlo.
Guardo las credenciales en su bolso.

No, estoy más lejos de la ley de lo que imaginas — tranquilizo al chico, cerrando su bolso — Pero odio ver potencial desperdiciado, Jeff.

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