Limones. | único capítulo.

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"Eres un niño amargado, absolutamente nada divertido. Me viste como un juguete y ahora que no estoy; haces un berrinche."

Spreen era una caja de sorpresas, Roier lo sabía más que nadie que se encontrase en esa isla

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Spreen era una caja de sorpresas, Roier lo sabía más que nadie que se encontrase en esa isla. Cada que creía conocerlo, siempre había algo más; una nueva historia, algún gusto que haya ocultado, alguna otra persona que lo hizo quien hoy es... Y claro, malos hábitos.

Por eso no le sorprendió cuando en su afán de querer tener razón hizo una apuesta a las carreras, y el aceptó, porque esperaba poder dejar a Spreen en su lugar. De una u otra forma el oso debía aprender que no siempre podía ganar.

Pero su sorpresa llegó cuando en menos de los 10 minutos acordados, Spreen llegó con lo prometido.

¿Cuantas posibilidades había? Si, Spreen era extremadamente bueno en la recolección de materiales, construcción, lucha, etc, pero quería creer que estaba siendo estafado, timado.

De igual forma terminó cediendo, iba a pagar por haber perdido la apuesta.

No sabía en que momento todo se había ido para abajo, corría desesperadamente del hibrido, quien le gritaba que le diese a su perro. ¿La razón? ¿Cómo iba a saber él eso?

— Yo no tengo compasión.— Fue lo último que escuchó antes de sentir como el oso le quitaba la vida.

Despertó exaltado. Sudando en frío, a su teléfono llegó a los pocos segundos la noticia de su perro, asesinado a manos de Spreen.

Se sentía herido, ya no sólo por perder a su mascota, no. Spreen lo había atacado de un momento a otro, apuñalándolo por la espalda y de paso haciendo trampa en su apuesta.

Y Quackity... oh, ni siquiera sabe por dónde empezar, porque se supone que lo iba a ayudar a él... ¿Entonces porqué se puso del lado del hibrido? Riendo ante el conflicto y alentando a la violencia.

Simplemente no lo entendía.

...

Los siguientes días transcurrieron de forma normal, si normal significaba no dirigirle la palabra al que alguna vez fue su pareja. La tensión inundó la casa, poco tiempo después Missa también se fue, dejándolo sólo.

"No estás solo, tienes tus pinches tacos."

Y Roier comenzó a llorar, llorar, llorar, llorar. Por frustración, y por no saber exactamente qué pasó, el porqué del cambio de actitud de Spreen de un momento a otro.

Por su parte. el azabache realmente estaba arrepentido, sólo que no sabía cómo demostrarlo. Nunca fue bueno con los sentimientos, si procesarlos ya era algo complicado... demostrarlos era el doble.

Trató de llamar la atención del castaño de mil maneras, hizo bromas para verlo sonreír y escuchar la risa que tanto le gustaba, incluso estuvo a punto de pedir disculpas de manera seria. Y sin embargo no se atrevió.

Se arrepentía demasiado de haber aceptado aquel trato con ese... ¿oso diablo? O lo que sea que fuese.

"¿Traicionarías a Roier y Missa? — preguntó el demonio frente a él, con una sonrisa de oreja a oreja, observándolo fijamente.

— Y, más vale."

No, no lo haría... Eso es lo que quería responder ahora, pero a menos que se construyese una máquina del tiempo, tendría que vivir con su error.

A las semanas su relación con Roier empeoró, si alguna vez estuvieron a punto de hacer de su relación algo oficial, ahora no había ni rastro de que ellos dos habían sido algo más que... conocidos.

Roier lo quitó de la lista de personas que podían entrar a su casa, le dio todo lo que dejó en su hogar, y después no le dirigió la palabra ni una vez más.

Y Spreen se sentía morir, porque ahora ya no era el capricho de querer ganar una apuesta, ni el capricho de querer demostrar que el podía más, era el capricho de querer tener algo que no puede.

Y trató de mil formas mejorar su relación, si es que algo quedaba de ella, fue inútil.

Roier lo aprendió de la mala manera, Spreen puede ser tan dulce como amargo, tan lindo como cruel. Él es el sol y la luna a la vez.

Un cuchillo de doble filo, que lastima a los demás mientras se daña a sí mismo.

Spreen era... todo un caso, un caso sin remedio.

Pero cuando Ramón llegó a su vida, Roier pensó que quizás el oso podría cambiar, cambiar para bien.

Ahora se encontraba mimando al pequeño hibrido de dragón que lloraba entre sus brazos, repitiendo el porqué papá no lo quería. "Porqué papá se fue y no ha vuelto?" "Papá Fit se ve realmente molesto con papá Spreen"

El sabía eso, no fueron pocas las veces que Fit llegó a su casa a quejarse del oso, incluso algunas veces lloró del coraje. Y él sólo pudo escuchar atentamente, porque conocía la sensación perfectamente.

"Tío Roier, acaso Spreen me odia?" Su corazón se hizo pedazos una vez más.

Si la vida le da limones a Roier el haría limonada, y le agregaría azúcar para aligerar la amargura. Si la vida le da limones a Spreen, este probablemente los exprimiría en los ojos de sus seres cercanos, sin importarle el daño que causara.

Spreen era una persona destinada a hacer daño, sólo existía para eso.

Spreen era una persona destinada a hacer daño, sólo existía para eso

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LIMONES | spiderbear + fitdmcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora