Princesas y castillos +18

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NARRA MADDY

Lo había conseguido.

La policía se había llevado a Lara.

Y Julia y su padre, después de hacer un drama enorme, se habían largado, asegurando que no querían saber nada de ninguno de nosotros.

Nosotros, en cambio, estábamos todos muy tranquilos.

Estábamos en el restaurante de los padres de Pedri y Fer.

Todos sentados en una mesa, el restaurante estaba cerrado, estábamos en la terraza.

Ninguno se había cambiado ni el vestido de la boda ni los trajes.

Nadie decía nada.

Pero el ambiente era tranquilo, todos respirábamos tranquilos.

- ¿Sabes Maddy? ojalá te hubiese encontrado yo primero. -comentó Fer, haciendo que todos soltasen una carcajada, yo incluida.

- Supongo que me he quedado con el hermano tonto. -contesté con una sonrisa.

- ¡Eh! eso es cruel. -Pedri a mi lado me dio un codazo, quejándose.

Todos volvieron a reír.

Todo el equipo, sus padres, nuestros amigos.

- Seguimos teniendo el banquete de la boda. -comentó Gavi.

- No pienso casarme en la boda de Julia. -levanté los brazos.

- ¿Quién ha dicho que te vayas a casar tu? -se indignó de broma Gavi.

Miró a Pablo.

Y yo exploté en una carcajada.

- Cásate conmigo, princesa. -habló Pablo con una voz demasiado grave que casi se ahoga él solo.

- ¡Oh mi príncipe! -gritó Gavi con voz chillona.

Todos aplaudieron y empezaron a descojonarse.

Les adoraba.

- Sé que Maddy va a oponerse a nuestra boda también, pero bueno, ¿podemos comer ya? -habló Pablo, riendo también.

- Por favor. -pidió Pedri.

Y todos se levantaron corriendo a por la comida de la mesa del banquete.

Pedri se acercó a mi cuando me levanté.

- Gracias Maddy, por parar todo esto, por luchar por mi hasta el final después de que yo no pudiera hacerlo. -me miró a los ojos.

- Cállate, love. -tiré de su corbata hacia abajo y estampé mis labios contra los suyos.

No necesitábamos palabras ahora.

Solo tenerlos el uno al otro.

- Muy bien. -murmuró Pedri levantándome del suelo y cogiéndome como si fuese una princesa.

Empecé a reírme.

- ¿Dónde vas? -pregunté.

- Te llevo a mi castillo, amor. -sonrió y yo solté una carcajada.

Fue hacia donde estaban todos y llamó la atención.

- ¿Dónde vais? -preguntó Sira, con una sonrisita.

- A su castillo. -contesté yo sin poder parar de reír.

- ¡Quiero ser abuela pronto, solo lo digo! -gritó Rosy y yo abrí mucho los ojos, fue Pedri el que soltó una carcajada esta vez.

Y mientras todos gritaban y aplaudían entre risas, Pedri me llevó hasta su coche, para irnos los dos a casa.

Llegamos a casa y el maldito vestido, junto con el traje volaron por el salón, dejando un rastro de ropa por la escalera y por donde íbamos pasando.

Mi cuerpo, ya desnudo, cayó de espaldas en la cama de Pedri, con él encima y una sonrisita traviesa.

- ¿No quieres ser mami aún, amor? -preguntó casi como un ronroneo y mis mejillas volvieron a incendiarse.

Capullo.

- Pídeme matrimonio primero, love, luego ya hablaremos. -sonreí, buscando su boca de nuevo.

Nuestros labios se encontraron de nuevo, nuestras manos recorriendo el cuerpo del otro sin parar, conociendo cada rincón, cada caricia, cada roce, cada beso.

Me sentó encima de él cuando se puso el condón.

- Por favor, Maddy, te he echado de menos, no me hagas suplicar. -pidió.

- Ya estás suplicando, love. -sonreí y bajé mis caderas de golpe, dejando que entrase entero en mi interior.

Gimió, un gemido tan ronco que casi me corro con solo escucharle.

Empecé un ritmo con mis caderas, que colisionaban con las suyas con cada golpe.

Las manos de Pedri me guiaban desde la cintura, apretándome contra él lo máximo que podía.

Su boca entreabierta, sus ojos casi cerrados por el placer y el pelo totalmente revuelto era la imagen con la que quería levantarme y irme a dormir cada día.

Con él.

Había luchado por él, lo había arriesgado todo por él.

Y por fin estábamos juntos.

Después de peleas, mentiras, gente de por medio.

Lo habíamos conseguido.

Era mío.

Y yo era completamente suya.

Me giró y quedé yo abajo, sorprendida por el movimiento.

- Te quiero, Maddy. -murmuró, buscando mis ojos, sin bajar el ritmo de sus embestidas.

Yo jadeaba y mi corazón se acababa de acelerar más de lo que ya estaba.

- Te quiero, love, te quiero como nunca he querido a nadie. -murmuré y me aferré a sus hombros cuando sentí que él se apretaba contra mi y mis paredes hacían lo mismo con él.

Los dos nos dejamos llevar por completo, nuestros pechos subiendo y bajando de forma rápida uno encima del otro.

Su respiración cálida en mi cuello.

Mis dedos dibujando constelaciones en su espalda.

- Voy a hacerte la mujer más feliz del mundo, Maddy, te lo prometo. -aseguró.

- Ya lo soy, te lo aseguro. -contesté.

Y estaba segura.

Porque estaba con él.

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TENÉIS UN TIKTOK QUE SI LLEGA A LOS 5 MIL LIKES, DOBLES CAPITULOS

YA ESTOY MEJOR Y ME ALEGRO MUCHO DE ESTAR DE VUELTA.

LE QUEDAN POQUITOS CAPITULOS A ESTA HISTORIA

Strangers +18 - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora