Capítulo 5

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Podía sentir su cuerpo temblar de miedo, no sabía que hacer en momentos así.

Solo les quedaba obedecer.

Se preguntaba qué pasaría, qué harían ellos o porqué los habían capturado. Solo sabía que probablemente no saldrían con vida de lo que sea que tenían planeado.

Se mordió los labios para evitar llorar.

Oye tú, acelera que no tenemos todo el día —dijo uno de los hombres.

Habían deducido que él era una especie de líder en ese momento, era el que daba las ordenes mientras que los otros obedecían.

Tanto Sarada como Shikadai tenían los ojos vendados, no lograban ver nada. No veía, pero Shikadai pudo escuchar como se acercaban a él en la parte trasera de esa camioneta.

Aguantó la respiración para evitar temblar, lo último que quería era mostrar miedo ante ellos.

Que caballero fuiste al tratar de salvarla, pero tu mano se desangra —habló con clara ironía, aunque lo de la sangre era real.

Sintió como tomaban sus manos y en las muñecas le ataban, además de las esposas que les habían puesto para subirlos a la camioneta. Le ardía la herida, pero debía aguantarse.

Solo lo hago porque ensucias el suelo —dijo para después darle una bofetada.

Al escuchar el sonido del golpe Sarada quiso reclamar, pero se contuvo, no hacía falta armar pleito con ellos.

Shikadai hizo una mueca, él tampoco iba a decir nada.

Preparen todo, ya casi llegamos —se escuchó desde la parte delantera de la camioneta.

Oye ¿y qué carajos vamos a hacer con él? —una voz que se había mantenido en silencio habló— el jefe pidió a la chica, él no tiene vela en este entierro

Ya veremos que hacemos, no es asunto tuyo así que cierra la boca —habló nuevamente ese "líder".

No era complicado adivinar a que se referían a Shikadai.

Algo le preocupó, este no era un secuestro a lazar, iban en específico por Sarada. Además, él estaba en medio de todo.

Llegamos, bajen todo y prepárense

Alguien los jaloneó hasta bajarlos de la camioneta.

Al pisar el suelo pudieron detectar que este era de tierra, al respirar lo único que olieron era pino.

Estaban fuera de la ciudad.

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Sentía su corazón acelerado mientras casi corría por el estacionamiento de la escuela.

Habían muchas personas, la mayoría eran padres preocupados por sus hijos.

Jamás había habido un tiroteo en esa escuela.

Una mujer estalló en llanto mientras hablaba con un maestro y otro policía, posiblemente su hijo o hija había sido víctima del tiroteo.

Eso solo la asustó más.

¡Profesor Iruka! —gritó al ver la espalda del profesor.

El mayor se giró al reconocer la voz de quien lo llamaba.

Los estaba esperando... —los años le habían cobrado factura, su rostro se veía anciano y decaído, pero en ese momento también se lograba distinguir una enorme preocupación por lo que pasaba— ...por suerte, el tiroteo ya ha acabado, aunque hubieron varios heridos y los culpables se han dado a la fuga

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⏰ Última actualización: Mar 26 ⏰

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