Capítulo 4- El oso Cucurucho.

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Había pasado una semana, Roier, Spreen y Missa habían decidido vivir juntos en la hermosa casita. Missa trataba de no pensar en el pato ni en el oso blanco, el pensaba en otros cosas.

Un día, Spreen llego de minar y escucho ruidos en la parte de arriba.

– ¿Missa? ¿Roier?– ninguno de los dos respondió.– ¿Hola?– los dos chicos estaban escondidos atrás de un mueble para asustarlo.

El oso busco con la mirada, al ver qué no estaban supuso que se estaban escondiendo de el, haci que bajo hasta la guarida secreta en donde tenían los minerales a guardar los recién encontrados.

Roier y Missa se preguntaron si salian o no de su escondite.

– ¿Salimos?– Missa pregunto, Roier negó con la cabeza y observo a ver dónde estaba Spreen.

El híbrido volvió a subir las escaleras y se sentó en la cama con una caja de chocolates.

  Missa tuvo un pequeño pero fuerte deja vu, era igual a la caja que algún día les había dado a el y a Roier.

– Que lastima– Spreen movió la caja de chocolates para que los otros dos lo escucharán.– No van a poder comer–

Roier salió de su escondite y gateando se dirigió hasta la cama donde Spreen lo vio, Missa repitió la acción.

– ¿Nos das?– Roier pregunto haciendo ojitos.

– Porfa– Missa agrego.

– Subanse– los menores asintieron y se sentaron junto a Spreen para comer los chocolates.

Missa sonrió al notar como ya parecían otra familia, solo que, más pequeña.

>– Eu, el otro día me encontré alta serpiente mientras paseaba por una aldea– Spreen contó mientras comía un chocolate.

Roier y Missa escuchaban la historia, poco a poco ya no había más chocolates y la Luna se elevó trayendo consigo a las estrellas.

  Missa termino los chocolates y se acercó hasta la ventana mirando atentamente las estrellas.

– ¿Que hace?– Roier pregunto.

– Le gusta ver las estrellas– Spreen río.

A el hibrido se le cruzó por la mente una imagen de un mini Missa mirando por la ventana y concentrado en las estrellas, esto causo un leve dolor de cabeza.

>– Apa–

– ¿Que pasó?– Roier miro al oso preocupado.

– Nada, nada– Spreen siguió mirando al menor.

Missa miro el paisaje, recordó algo que lo hizo sonreír.

– ¿Conocen la historia de la Caperucita Verde?– Missa se giró curioso ante los dos chicos.

– ¿Que?– El pelinegro y el castaño preguntaron al mismo tiempo.

– ¿Se las cuento?– Missa volvió a la cama sentandose con los otros dos. Su primer movimiento fue sacarle los lentes a Spreen y la bandana a Roier, ellos dos se miraron mutuamente, Roier se sonrojo al ver los ojos del contrario.– Para que duerman bien–

– Bueno dale, conta– Missa sonrió al ver qué Spreen también tenía los ojos como los tenía en su anterior mundo, solo, que ahora no reaccionaba mal caundo le sacaban los lentes.

– En un bosque, muy muy lejos de todo, vivía una pequeña niña llamada Mía. Mia era feliz en el bosque, nadie sabía de dónde venía o donde estaba su familia pero tenían miedo de preguntarle. Siempre llevaba una caperuza verde y su pelo rubio atado en dos colitas, un día una pequeña niña decidió hablarle.
- Hola- la niña saludo a  Mía y desde ese entonces se hicieron amigas. Mia y la muchacha se llevaban muy bien, sin embargo, la niña presentía algo malo en Mia. Un día, Mia invito a la puequeña niña al parque para jugar, la niña fue encantada a jugar con ella. Al llegar al parque la pequeña fue secuestrada por unos señores grandes y asesinada por la misma Mía, quien estaba con ellos– Missa contó la historia tal como la recordaba, los otros dos lo quedaron mirando.

- Otra perspectiva- Missa, QSMP-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora